POEMAS DE JORGE DE ARCO. XIX ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

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El poeta Jorge de Arco, por Miguel Elías

Crear en Salamanca publica, con satisfacción, algunos de los poemas que en Salamanca leerá Jorge de Arco (Madrid, 1969) Licenciado en Filología Alemana por la Universidad Complutense, ejerce en su ciudad natal como Profesor Universitario de Literatura Española e Hispanoamericana. Además de su labor como poeta, es traductor -ha vertido al castellano poesía inglesa, norteamericana, inglesa e italiana- y ejerce la crítica literaria en distintos medios. Ha publicado hasta la fecha ocho poemarios: Las imágenes invertidas (1996) Lenguaje de la culpa (1998), De fiebres y desiertos (2000), La constancia del agua (2007), La casa que habitaste (2009), Las horas sumergidas (2013) y La lluvia está diciendo para siempre (2015). En 2010, editó su primer libro de poesía infantil y juvenil, Con el balón en juego. Ha recibido distintos galardones literarios, entre los que destacan, “San Juan de la Cruz”, “Fray Luis de León”, “Vicente Aleixandre”, “Ángel García López”, “Leopoldo de Luis”, “Jorge Manrique”, etc. Desde hace más de una década, es Director de la Revista Poética Piedra del Molino.

 

 

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Don Quijote y Sancho, de Miguel Elías

 

 

HABLA EL CABALLERO

DE SU AMADA

 

 

“…la pinté en mi imaginación

como la deseo”.

Don Quijote a Sancho

 

 

Sancho, buen amigo, mira

lo que consigue el fervor:

hacer de un deseo, amor,

y verdad de una mentira.

Porque un hombre que suspira,

rendido y enamorado,

y a su pasión entregado,

puede, con esa pasión

y con su imaginación,

hacer real lo soñado.

 

 

 

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Desnudo, de Miguel Elías

 

 

LA DULCE COPA

 

 

 

Entre sorbos de lumbre y medianoche

apuramos la dulce

copa que se derrama en nuestra piel.

Tus labios no se apagan porque entonan

melodías de vino

que sostienen mi celo impenitente,

mi delirante abismo que se asoma

a la fe de tu lengua.

 

Tras la batalla ardiente,

-cuando el pecado ya

nos sabe a temblor rojo-

bebemos en un trago solamente

la lujuria que resta en la botella.

 

Entonces,

desnudado el milagro

que vendimia tu cuerpo,

retorno al paraíso que nos nombra

fieles amantes de una misma sed.

 

 

 

 

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De las palabras, de Miguel Elías

 

LAS HORAS SUMERGIDAS

 

 

 

Quien soñó el otro lado de la noche

o lo vivió con todas sus estrellas

apagadas, con todos

sus miedos encendidos,

quien tuvo resbalando entre los dedos

como hormigas punzantes, las horas sumergidas,

no puede ser el mismo que con pinceles otros

pintó en el lienzo virgen las esquinas

de otra noche vivida detrás de los espejos,

que no reflejan nada, sino su propio azogue.

 

No puede ser el mismo y, sin embargo,

lo ha sido, lo está siendo

ahora, cuando escribe estas palabras

amarillas, que el viento va limando

con su lengua y su aliento de lebrel acezante.

 

 

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 Poeta II, de Miguel Elías

 

 

 

SI MI MEMORIA…

 

 

Si mi memoria alzara

cuanto tu boca

ha sabido besar, sembrar soñando…

Si pudiese guardar entre mis dedos

los mapas y caminos que trazasen

las cuatro esquinas

que abrochan tu figura,

tendría que hacer copla el corazón

para cantar despacio tanta dicha

que me cobija y me conforta al borde

candente de tu vívida acordanza.

 

Sobrevivir aún quiero

en el recodo verde de tus ojos,

allí donde comienza la alegría.

 

 

 

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Pájaro, de Miguel Elías

 

ESTÍO

 

 

Todo está en calma

delante de mis ojos.

La noria del silencio martillea

sobre las largas lindes del recuerdo

y la tormenta última

dejó los campos

empapados de sueños y nosotros.

 

Voy descorriendo

en esta noche,

la niebla y los cabellos de lo amargo,

la luna y su desvelo,

mi lumbre y su verdad.

 

Afuera,

el brillo del estío

es la canción ardida

que sigue hablando de los dos.

 

 

 

 

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 Mística, de Miguel Elías

 

 

 

SEMILLA

 

 

No tengo otra moneda que el recuerdo,

otra constancia

que conversar a solas con mi ayer,

rellenar de adjetivos y cenizas

las suelas de mi asombro.

En las manos retengo un horizonte,

un cementerio

de inútiles sonrisas,

un océano seco de promesas,

la vela de una llama tiznada por el frío.

 

-Se hace voraz el alma cuando trata

del vívido dolor

y el aire es pesadumbre,

tiniebla el gozo-.

 

La lengua de la angustia

es mi semilla,

azar, supervivencia.

 

 

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Cartel del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos

 

 

 

 

 

 

 

 

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