POEMAS DE CHINA, DEL CUBANO PÍO E. SERRANO

 

1 El poeta Pío Serrano en el Teatro Liceo de Salamanca (fotografía de Jacqueline Alencar)

 El poeta Pío Serrano en el Teatro Liceo de Salamanca (fotografía de Jacqueline Alencar)

Crear en Salamanca se complace en publicar 15 poemas del destacado poeta cubano Pío E. Serrano (San Luis, 1941). Serrano realizó estudios en la Universidad de La Habana, donde luego fue profesor de filosofía. Es poeta, ensayista y editor. Hasta su jubilación, en 2012, fue director de la madrileña editorial Verbum. En 1996 fundó, junto al novelista cubano Jesús Díaz, la revista Encuentro de la Cultura Cubana y también formó parte del consejo de redacción de la revista de la Fundación Hispano-Cubana. Entre sus libros de poesía están: ‘A propia sombra’ (Barcelona, 1978), ‘Cuaderno de viaje’ (Madrid, 1981) y ‘Segundo cuaderno de viaje’ (Madrid, 1987). Ese mismo año el Instituto de Cooperación Iberoamericana publicó sus tres libros bajo el título ‘Poesía reunida’ (Ediciones Cultura Hispánica). Poemas posteriores los ha publicado en varias antologías aparecidas en España, Portugal, Corea y América Latina. Como antólogo publicó, en 2014, “Poesía completa”, de Gastón Baquero, para conmemorar su Centenario.

 

Estos poemas fueron publicados en Salamanca como parte de una antología promovida por el Instituto Fray Luis de León, tras la lectura que ofreciera el cubano el 28 de febrero de 2015.

 

 

2

 

1

 

Corre en el río

la memoria de la ciudad.

Restos de la historia.

Una turbia melancolía pasa a mi lado.

 

 

3

 

 

2

 

Las grises estructuras

–vidrio y acero–

anuncian el futuro.

La gabarra cercana

suspira quejumbrosa.

 

 

 

4

 

3

 

Un hombre en la muchedumbre.

Una isla en la avenida Nanking.

 

 

4

 

Las grúas rojas

todo lo quieren elevar.

El nuevo coolí

pasa en bicicleta.

 

5

 

 

5

 

El “Xian Jian Zhen”

–diseñado para los cruceros en el Mar del Este–

todo de blanco, y luminoso.

De la barcaza anónima y a oscuras

brota un delgado humo.

Humilde calidez.

 

 

6

 

 

6

 

para Aurora

 

El largo río

entre las delgadas siluetas de las cumbres.

El largo río

que limpia las ciudades, su memoria.

El largo río

que humedece mis poros, y es sangre.

El largo río,

entre duraznos y cerezos, serpenteante.

El largo río que de tus brazos

fluye y me anega, reposo manso,

que me envuelve y alimenta.

 

 

7

 

 

7

 

Las montañas de Xian,

frágiles hilos, densidad de niebla.

Un suspiro pudiera quebrarlas.

 

 

8

 

 

8

 

Los guerreros de terracota

–diez mil repite el guía–

aguardan callados,

hieráticos,

una llamada, un grito.

El leve roce de sus afiladas armas,

inquietante murmullo,

apenas perceptible.

Alertas en su noche perenne,

sueño de barro y metal,

despertarán un día.

 

9

 

 

9

 

El Emperador se aburre.

Los minuciosos eunucos sacuden el aire

de los estrechos corredores

con el presuroso batir de su ropaje.

Las concubinas se recogen en el último pabellón.

Los monjes se refugian en sus mantras

y los mandarines en la soledad

de sus vetustas analectas.

El Hijo del Cielo se aburre

y un hilo de sangre

sonríe en el hacha del verdugo.

 

 

10

 

La vihuela,

lengua de seda.

Madera de sol

y viento.

Gime y suspira.

 

 

11

 

El joven monje,

resplandor naranja,

sonríe a nadie,

se pierde entre columnas.

Bermellón y azul.

Pasa entre nosotros,

como si flotara.

 

 

10

 

12

 

La flauta de bambú,

río sereno navegado por la luna.

 

 

13

 

La cítara ilumina tus manos,

deshojas el silencio.

 

 

11

 

 

14

 

El monje anciano,

sentado ante la puerta,

no aguarda nada.

Quieto, sonríe a todos.

 

 

12

 

 

15

 

En la plaza de Tiannanmen

escucho la sombra sangrante de un grito,

la estéril huella de un carro de combate,

la desolada mirada de un hombre

que detiene el trueno.

En una esquina, la cálida mano de una madre

baja el calzón de un niño,

que riega de futuro la piedra maculada

y sonríe.

 

13

 

 

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