POEMAS ANTOLÓGICOS DEL HONDUREÑO POMPEYO DEL VALLE (1928-2018)

 

 

1Pompeyo del Valle leyendo sus poemas en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

Pompeyo del Valle leyendo sus poemas en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

Crear en Salamanca se suma a los  múltiples recuerdos que se vienen haciendo en torno a la figura de Pompeyo del valle, fallecido en Comayagua el pasado 24 de agosto. Y lo hace porque fue uno de los invitados especiales del Encuentro de Poetas Iberoamericanos de 2005. Del Valle nació en Tegucigalpa en 1928. Poeta, periodista, narrador y ensayista. Entre otros muchos galardones, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, concedido por el gobierno de Honduras en 1981. Entre sus libros de poesía están: La ruta fulgurante (1956); El fugitivo (1963); Cifra y rumbo de abril (1964); Nostalgia y belleza del amor (1970); Monólogo de un condenado a muerte (1978); Ciudad con dragones (1988); Duración de lo eterno (1988); Poemas escogidos (1989); El encantado vino del otoño (2002). Sus poemas han sido traducidos al inglés, ruso, francés y chino, entre otros idiomas.

 

 

 

2 Portada de la antología Cumbre Poética Iberoamericana, coordinada por A. P. Alencart

 

 

 

 

En 2005 participó en la Cumbre Poética Iberoamericana, celebrada en Salamanca, y organizada por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, del 6 al 8 de octubre. Aquí reproducimos sus poemas, publicados en la antología titulada Cumbre Poética Iberoamericana, coordinada por el poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca.

 

 

 

 

3 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

 

 

Como un pájaro

sobre una colina,

como la sombra de un pájaro

sobre la sombra de una colina,

descendió la caricia

del hombre

sobre el dulcísimo regalo

de la mujer

tendida ––temblorosa––

en el lecho.

 

La mano, el pájaro, extendió su plumaje

invisible, abrió y cerró sus alas.

El mar meció las barcas de la noche.

El hombre y la mujer se quedaron dormidos.

 

  1. V.

 

 

 

 

4 Foto de José Amador Martín

 

 

 

 

LA RUTA FULGURANTE

 

 

No hay vida sin canto,

como no hay vida sin sol

 

JULIO FUCIK

 

Comprendo que esto

tiene que ser así. No debemos olvidarnos

de la alegría. A pesar de todo

y sobre todo

tenemos que ser fuertes para reír

y para creer en la dulzura.

 

Y sobre todo ser sencillos,

ser como deben ser los hombres limpios:

ser claros y luminosos

como la lluvia que trabaja alegremente

y hace palpitar la tierra

como un gran corazón enamorado.

 

Ahora lo proclamo. La esperanza

es una bella posibilidad futura.

 

Ella te hace levantar la cabeza y soñar.

Ella te infunde fe y te anima

a seguir adelante. Ella te hace crecer

y sonreír frente al universo.

 

Ella abona el terreno debajo de tus pies.

Ella traza tu ruta y la rodea de fulgores.

Es como un pájaro de grandes alas.

Tú puedes tener errores pero ella jamás

se equivoca

porque consigue mantenerte firme.

 

No somos ratas. Somos hombres.

Tenemos el deber de cantar y edificar

haciendo honor al género humano.

 

Ahora descubro jubilosamente

que puedo cantar a las más humildes flores

sin temor a parecer ridículo.

 

Y me complazco en llamarme a mí mismo

el cantor de la vida

con una sencillez radiosa que sólo pueden,

con sus pétalos,

disputar las margaritas.

 

No se puede vivir sin canto,

como no se puede vivir sin sol.

 

 

 

 

5 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

 

 

 

ESTUDIO DE MI MADRE

 

 

Mi madre tenía la piel blanca y los ojos

castaños. Su vida fue corta y nada fácil.

Le gustaba vivir y soñar en cosas imposibles.

A veces se ponía una flor en los cabellos

y cantaba. La espuma del jabón corría en tanto

––olorosa, inocente–– por sus manos.

 

Mi madre tenía los dedos finos, tiernos

y hábiles.

 

De sus manos salían flores, frutos y pájaros

de hilo.

 

Amaba la belleza y vivió poco.

El sol brillaba sobre su frente de muchacha.

 

 

 

5A Pompeyo del Valle (foto enviada a Salamanca en junio de 2005)

Pompeyo del Valle (foto enviada a Salamanca en junio de 2005)

 

 

ODISEO

 

 

En las litografías de principios de siglo

con doncellas reclinadas sobre puentes

de piedra

o perezosamente tendidas

sobre grandes lechos flotantes

adornados con flores y largas plumas de pavo real

entreví el misterio de la mujer

con su glú-glú de aguas salidas

de las profundidades de la tierra.

 

En los envoltorios de las latas de sardinas

de católico rigor en las temporadas de Semana Santa

tuve un anticipo de los mares de la Odisea

y la primera visión de las sirenas.

 

Entonces era yo apenas un niño

que volvía a ver repentinamente hacia atrás

con el ingenuo propósito

de sorprender a su ángel guardián.

 

Años más tarde leí a Homero.

Escuché

la traicionera voz

de las suripantas del abismo.

 

Conocí a las harpías

(me refiero a ciertas terribles comadres

escandalosas y piafantes como el olor del pescado).

Salí en busca del horizonte

y caí en las redes de Calipso y de Cirse.

 

Fui prisionero del gigante Polifemo

a quien logré vencer al cabo de los días

con la complicidad del rojo vino

que fabriqué mezclando el zumo de las uvas

con mi propio sudor

y con mis sueños borrascosos como el mar.

 

Un día

tendido de espaldas sobre una roca

no lejos del palacio de Poseidón y de su cólera

pensé en la posible inutilidad del esfuerzo

por dar un orden

o un sentido inteligente

a nuestras vidas

sujetas durante tanto tiempo al capricho de los hados.

 

Escuché la anúteba de las viejas trompetas

percibí el olor y la excitación de los caballos

y por unos instantes me cegó

el brillo de las armas enloquecidas y hambrientas.

 

¿Qué puede justificar me dije tanto frenesí en los hombres

tanta voluntad para el triste luto?

¿Merecerán unos cuántos metros de hilo orgulloso

flameando en la vanguardia de los ejércitos enemigos

una sola de las comunes existencias

aniquiladas en el polvo?

 

Ahora navego hacia mi patria

(de la que falto hace veinte años)

los marineros del Alcinoo (rey de los feacios)

reman con ánimo excelente y yo duermo en cubierta.

 

Como descreo de los guiones de cine

porque estos pueden ser modificados

en cualquier momento (y de hecho lo son)

la duda me asalta.

 

El libreto indica que con conocimiento de mi hijo

Telémaco y el porquerizo Eumeo

logro derrotar a los malditos pretendientes

que consumen mi hacienda

mientras cortejan a mi esposa

que la película termina

cuando mi mujer

la hermosa Penélope

leal como ninguna

me echa los brazos al cuello con cuatro lustros

de deseo acumulado.

 

Pero estos son tiempos difíciles y no hay nada seguro.

No sé siquiera si podré arribar finalmente a las costas de Itaca.

 

 

 

 

6 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

 

 

OCTAVIO PAZ ESCRIBE Y CON RAZÓN

 

 

Octavio Paz escribe y con razón

que el pecado mortal del poeta

es transformarse en su propia sirena

poner el oído demasiado en sí mismo.

                        Conviene en consecuencia

construir con gesto humilde

una vía hacia la duda

desconfiar

de las voces que oscuramente susurran

debajo de la almohada

                        Lo inteligente

es abrir el corazón y las ventanas

mientras el viento y la noche discurren

                        Es torpe no interesarse

por lo que sucede allá fuera

                        La poesía puede andar por ahí

paseándose desnuda.

 

 

 

 

7 Eugenio Montejo, Jacqueline Alencar, Alfredo Pérez Alencart, Pompeyo del Valle y Raúl Zurita (Salamanca, 2005)

Eugenio Montejo, Jacqueline Alencar, Alfredo Pérez Alencart, Pompeyo del Valle y Raúl Zurita (Salamanca, 2005)

 

 

 

ESPEJOS FRENTE A FRENTE

 

 

Cuando te vi

en la mañana original,

y nos hablamos, y nos sonreímos

como dos espejos frente a frente

(copiándose el uno en el otro),

cantó el ruiseñor en mi álabe.

 

Tu nombre

pudo ser el comienzo

de una página antigua,

pero entonces no tendrías

ese prodigio que es un cuerpo animado,

y sólo aceptaríamos

otro engaño del arte.

 

Por fortuna eres tú; simplemente

la criatura mortal

con que hablo,

a la que sonrío y me sonríe

y en cuyo espejo me reconozco.

 

La misma por quien una mañana

cantó el ruiseñor en mi álabe.

 

 

 

 

8 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

 

 

HOJAS AMARILLAS

 

 

Olvidado como un lienzo

sobre una vieja mesa de costurera,

en esa hora crepuscular en que las oficinas

quedan desiertas,

abandonadas al vigilante nocturno

y a las mujeres de la limpieza,

así me encontraba cuando apareció tu rostro,

flotando en la niebla,

a modo de una luz alta venida de muy lejos

(tal vez de una galaxia sin nombre)

y que asoma detrás de una negra cornisa.

 

Bello rostro, inesperado como un canto

en la multitud de las sombras.

Rostro bello que desde entonces habitas y gobiernas

en mí

––árbol desdibujado––

haciendo que el viento del amor susurre y perdure en las hojas amarillas.

 

 

 

 

9 Foto de José Amador Martín

 Foto de José Amador Martín

 

 

 

MEDITACIÓN AL BORDE DE UN CIELO

QUE SE DESPLOMA

 

 

Sentado en un sillón

(en la penumbra de la tarde

inclinada hacia la noche que aguarda)

un hombre piensa

en la suma de sus días, descabalados

como las hojas de un viejo volumen

de historias inverosímiles.

 

Una brisa sin luz mueve la cortina

de la ventana enrejada

como la mano invisible de una mujer

que no quiere mostrarse.

 

El hombre vacila

en el naufragio de la hora

empapada de silencio.

Luego, en las sombras,

fluye el adiós del tiempo pasajero

como una corriente submarina

(fugit irreparabile tempus).

 

Las sienes del hombre blanquean dolorosas

mientras sus ojos destellan

en la habitación apagada;

pero no buscan hacia afuera, sino hacia

adentro, no escrutan hacia adelante ni tampoco

hacia atrás,

sino hacia un aquí y ahora,

no edificado en el orden, sino en el caos

que es el tejido de que está hecha su existencia.

 

Piensa en un pobre niño solitario,

sorprendido de pronto por el olor de la poesía

y el alma de las maderas preciosas,

un niño tímido, temeroso de los fantasmas

y aun de los paraguas que al llegar las lluvias

gotean malévolos.

 

Luego, viene a su memoria ese aún más tímido

y aún más solitario adolescente

que buscaba en los cines

el olvido de cuanto le agredía

como el cuchillo de un carnicero.

 

Más tarde, siente el llamado de la Justicia.

Oye el lamento de los humildes.

No se hace esperar la agitación de las banderas.

La marea indómita de la esperanza.

Después, la persecución. La ira. La

cárcel. Las evasiones en la noche. El mundo

bajo sus pies errantes.

Inesperadamente, la desilusión. El desengaño.

 

Pero hay que seguir viviendo.

No cierres al amor tu corazón, poeta.

Pero ¿cuánto puedes tú saber del amor?

Lo suficiente. También aquí la entrega total

lo mismo que a una causa.

Son tan breves los días y las noches

de gozo y de fiesta de la humana existencia.

No importa que des más de lo que recibes.

En eso consiste el arte de amar.

Siempre alguien ofrece una cuota mayor.

 

Un bello rostro frente a ti. Una botella

de vino. Unos labios que recuerdan

la perfección de la rosa. El universo entero

en una sonrisa. Eso es el amor.

 

El hombre abandona el sillón y enciende

una lámpara.

Por cierto, dice, también está la muerte,

dentro de ti trabaja.

Pero ella es nada si puedes salvar el poema.

 

 

10 Foto de José Amador Martín

 

Foto de José Amador Martín

 

EN ALABANZA DE UNOS SENOS DESNUDOS

 

  1. Deslumbramiento

 

La palabra se pone de pie para danzar.

Ensaya un paso. Gira en el aire azul.

Luego resbala. Se mira, confundida, en un espejo

(la sombra de la música en la frente)

y se deshace en llanto, fracasada.

 

¿Cómo cantar la clara majestad

de unos senos desnudos,

islas mágicas flotando a la deriva

de los días y las noches?

Pero no. No a la deriva. ¡No!.

Unidas al concierto del cielo

y al sueño de los peces.

 

¿Cuál de los dos es réplica del otro?

¿El de la derecha o el de la izquierda?

¿El de la izquierda o el de la derecha?

¡Oh unánime hermosura,

tautológica gracia,

paraíso binario,

declive predilecto de mis ávidas yemas,

ladera preferida,

embriaguez de mi tacto,

balcón donde el universo se resume

y se levanta en luz

en sí misma deslumbrada!

 

  1. Invocación

 

Materia pródiga,

substancia innumerable:

bárbara en la roca,

roja en los colmillos del tigre,

suave en la brisa,

aterradora en el silencio del abismo,

dócil cristal en la velocidad de la ola,

interminable sucesión de vida

que sólo cambia y no claudica.

Madre anchurosa: alabo cuanto eres.

En tu homenaje alzo mi copa rebosante

y bebo el viejo vino de las celebraciones.

 

Después,

Madre vasta de las estrellas y los hombres,

inclinado ante ti, como ante un cesto

de frutas, te hago este ruego:

Confiere largos años a esta duple belleza,

y permite que mis ojos se cierren

llevándose la imagen levantada

de estas islas insignes,

de este dual plenilunio

que no pude ensalzar con la palabra.

 

 

 

11 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

 

 

PETITE  AMIE

 

 

Le gusta Vivaldi.

Está loca por Las cuatro estaciones

y también por la poesía.

 

Sueña despierta.

Pinta de azul cobalto sus vigilias.

Cuando mueve los brazos

alzan el vuelo de pronto las aves marinas

y giran veloces hélices de cristal

en las tardes dormidas.

 

De noche

se transfigura en una íntima

brevedad de paraíso

y me regala, como nadie, la alegría.

 

 

12 Lectura de Pompeyo del Valle en la Cumbre Poética Iberoamericana (Foto de J. Alencar, 2005)

Lectura de Pompeyo del Valle en la Cumbre Poética Iberoamericana (Foto de J. Alencar, 2005)

 

OTROS DATOS SOBRE POMPEYO DEL VALLE

 

Comenzó como periodista en los periódicos políticos El chilíoVoz ObreraAlianza de la Juventud Democrática. Luego pasó a la redacción de grandes diarios nacionales como El Cronista y El Día. Fue Director de la revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y su boletín. En 1950 vivió cerca de dos años la experiencia revolucionaria guatemalteca. En 1956 publicó su primer libro de poemas La Ruta Fulgurante bajo el seudónimo de Adán Marino. Cuando estalló la gran huelga de los trabajadores bananeros en la costa norte hondureña, en mayo de 1954, del Valle estuvo allí, escribiendo en verso y en prosa, al lado de los «Condenados de la tierra». En 1957 viajó a la Unión Soviética, con motivo del VI Festival Mundial de la Juventud y de los Estudiantes por la Paz y la Amistad entre los Pueblos, celebrado en la ciudad de Moscú del 28 de julio al 11 de agosto. Se entrevistó con el poeta turco Nazim Hikmet, uno de sus escritores favoritos. En 1960 trabajó como encargado de la Biblioteca Popular Camilo Cienfuegos, fundada y sostenida por la Embajada de Cuba en Honduras. Viajó a La Habana, donde el poeta Nicolás Guillén le dedicó una edición de la página literaria a su cargo en el diario Hoy. El 9 de agosto pronunció una conferencia sobre el tema «La poesía y el camino de la vida», en el salón de actos de la Imprenta Nacional Cubana. El 31 de octubre de 1962 la policía política allana el hogar del poeta, como parte de la acción represiva del gobierno de Villeda Morales a raíz del bloqueo norteamericano contra la isla. En esos mismos días escribió y publicó su poemario El fugitivo. Mientras se movía en la clandestinidad divulgó un manifiesto dirigido a los estudiantes y escritores jóvenes. En 1963 fue detenido por la policía política y luego desterrado a México y Europa. Repatriado en 1970, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras publicó su libro Nostalgia y belleza del amor, en cuyas páginas se encuentran textos definitivos para la literatura hondureña en desarrollo. En 1981 asistió, como invitado especial, a la Feria del libro para niños, en Bolonia, Italia.

 

 

13 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

 

Otros premios obtenidos son:

 

1978: Premio Ramón Amaya Amador conferido por la Alcaldía Municipal de Tegucigalpa.

1978: Premio IV Centenario de la Fundación de Tegucigalpa, conferido por el Consejo Metropolitano del Distrito Central por su poemario Ciudad con dragones.

1978: Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa.

1980: Premio de narrativa por su libro Los Hombres verdes de Ula conferido por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras

1988 Premio Juan Ramón Molina con su libro Duración de lo eterno

1989: Hoja de laurel de oro conferido por el Ministerio de Cultura, Artes y Deportes.

Premio de Literatura José Trinidad Reyes conferido por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

 

14 Foto de José Amador Martín

Foto de José Amador Martín

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