NUEVE POEMAS DEL COSTARRICENSE CARLOS MANUEL VILLALOBOS, PARTICIPANTE EN EL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR

 

 

 El poeta Carlos Manuel Villalobos

 

“Crear en Salamanca” se complace en publicar estos textos de Carlos Manuel Villalobos (Costa Rica, 1968). Ha sido ganador del Certamen UNA-Palabra (2019) en el género de cuento, y en poesía ha ganado los premios: Brunca de la Universidad Nacional (2014), Editorial de la Universidad de Costa Rica (1999) y Arturo Agüero Chaves (1993). Es doctor en Letras y Artes en Centro América, máster en Literatura Latinoamericana, licenciado en Periodismo y bachiller en la Enseñanza del Castellano y la Literatura. Se desempeña como profesor de Semiótica y Teoría Literaria en la Universidad de Costa Rica. Ha dictado cursos en universidades de Estados Unidos, México y España, y ha participado como escritor invitado en festivales literarios en diferentes países de América Latina, España, Alemania, Egipto y Marruecos.  Entre sus publicaciones literarias están Los trayectos y la sangre (1992, poesía); Ceremonias desde la lluvia (1995, poesía); El libro de los gozos (2001, novela); El primer tren que pase (2001, poesía); Tribulaciones (Guatemala 2003, cuento), Insectidumbres (2009, poesía); El ritual de los Atriles (2014, disertaciones); Trances de la herida (México 2015, poesía); El cantar de los oficios (2015, poesía) y Altares de ceniza (España 2019, poesía). Sus poemas han sido publicados en antologías en Italia, Centroamérica y México, y han sido traducidos al inglés, italiano y árabe. 

 

Plaza Mayor de Salamanca (foto de José Amador Martín)

Villalobos participó en la VII edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía ‘Pilar Fernández Labrador’. Su libro presentado estuvo muy bien valorado por el Comité de Lectura, quedando ad portas de los 15 trabajos finalistas. Recordemos que se presentaron 1017 libros al concurso. Los poemas aquí publicados no forman parte del trabajo enviado al concurso.

 

Agradecemos al poeta por darnos el privilegio de publicar otros dos textos inéditos.

 

 

DE ‘ALTARES DE CENIZA’

(Madrid, 2018)

 

 

  Altares de ceniza

 

 

DIANA

 

No.

No fue la primera oscuridad de Dios.

No fue la herida que llamó a la muerte.

 

Diana fue la primera luz de los profetas,

la primera sed que da la sal cuando amanece.

 

No fue fácil esconder la sangre de mujer en los silencios.

No fue fácil negarle el deseo al labio de la piedra.

 

Lucifer, su hermano, lo supo demasiado tarde.

Quiso matarla con las misas de la culpa,

pero Diana fue siempre más astuta.

 

Ahora ella es el ojo de un felino,

el caldo de las ollas,

y la yema de las llamas.

 

Es ella la que corta yerbas para amar.

Es ella la que sube por los montes en busca de la llaga.

 

Los hombres que cortejan a la muerte la buscan para hacerla suya,

pero Diana es siempre más astuta.

 

Los curas de los templos ebrios

la buscan con los perros más borrachos.

Pero Diana es siempre más astuta.

 

De su lengua de partera es hija Aradia.

 

La niña también sabe cocinar

las uñas de la noche,

 

también sabe vestirse de sueño

cuando llegan los que duermen.

 

Madre e hija son la misma abeja

y el mismo hilo de las ruecas.

 

Son las hojas de un árbol que lo sabe todo:

 

El evangelio de las brujas.

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

PRITIVI

 

Ubre fértil de la tierra,

sangre canto del alga y de la rosa,

tú que estás aquí

cosiendo las siembras con el hilo de los ríos

danos luz para entender

el silencio de la piedra.

 

Darti, Dritri,

Bumi, Budevi o Devi Buma

no importa el traje de tu nombre ahora,

no importa, Madre Tierra,

el tigre que se esconde en la semilla.

 

Es tu santo pecho de vaca en cinta

el que alumbra nuestro paso.

 

Tú que eres útero de matar la sombra, 

cueva vulva de los ángeles mineros,

 

haz que en este ritual

de inciensos y de fuego 

no sigamos el humo que sube al padre,

sino a la ceniza,

a la ceniza, Madre,

a la ceniza. 

 

 

 

DE “TRANCES DE LA HERIDA”

(México, 2015)

 

 

Trances de la herida

 

 

ARS CURANDERA

 

 

Para sembrar esta luz

hay que abrir los ojales de la sombra

y coser con la palabra.

 

Para alumbrar esta semilla

hay que aruñar adentro

y aporcar el ama

con los arados de la metáfora.

 

No se nace sin la tijera

que corta los cordones

ni se vuelve a nacer de otro modo.

 

Nadie es héroe sino se sale victorioso del infierno.

 

No hay vuelo sin que duela la caída

 

Este antiguo y sanador este ritual.

 

Pero hay que entrar descalzo

y alumbrarse con la jaula de la herida.

 

 

 

 

 

DE “EL CANTAR DE LOS OFICIOS”

(San José, 2015)

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

ORUGA DE FUEGO

 

 

A las bailarinas

 

“El alma del filósofo habita en su cabeza;

el alma del poeta en su corazón; mas, el alma

de la bailarina late en todo su cuerpo”.

Gibrán Jalil Gibrán

 

Se mueve el corazón de la semilla

y ella sabe la espiral de su camino.

 

Giran la luna el sol y los cometas

y ella entiende la magia de la elipse.

 

Danza el viento su serpiente de andar por los potreros

y ella puede seguirle el rastro sin perderse.

 

Se mueve el río por las piedras y los valles

y ella danza como danza el agua cuando salta por la piedra.

 

Viene el mar marcando sus amares en la arena

y ella salta sola, sola salta como el sueño por las olas.

 

Ella baila el miedo, la alegría, un pez del arrecife.

Ella baila la esperanza, el odio, la luz de la mañana.

 

Ella baila los espejos, la tristeza, un cuchillo en el costado.

Ella baila flores, magia, rito y todos los besos de la Tierra.

 

Solo ella sabe cómo escribir en el viento una metáfora

y gritar a gritos con el pie desnudo.

 

Solo ella sabe cómo decir un cisne con el ala moribunda

y a la vez salvarlo con un beso de amor enamorado.

 

Mueve el pie, el vientre y cada una de sus alas.

Mueve la cintura, el silencio y todos los deseos.

 

Toda bailarina es una oruga

que se desgaja el vientre y se convierte en llama.

 

 

  Foto de José Amador Martín

 

LAS COSTURAS DEL SUEÑO

                       

A las costureras

 

Ella enhebra la saliva.

Ella mide y traza con la tiza un pájaro en la tela.

 

Su ojo cruza el ojo de la aguja.

y ata el viento a la bobina.

 

Luego corta. Luego une. Luego pega.

Luego corta. Luego une. Luego pega.

 

La tijera es un baile de muchacha sobre el hielo.

La tijera es un reptil hambriento que corre por el llano.

 

Luego corta. Luego une. Luego pega.

 

Su Singer de pedal anda por la tela

con los labios apretados.

 

Su Singer gime a todo grito su trabajo.

 

Su Singer gime a toda máquina

las ganas de un abrigo.

 

Luego corta. Luego une. Luego pega.

 

Ella sabe la puntada que lleva la costura de los sueños.

 

Ella sabe remendar el alma

cuando se hiere con las púas de la tarde.

 

Luego corta. Luego une. Luego pega.

 

Ella cose guiños y recatos.

Cose el silencio y las palabras.

 

Ella cose el ruedo de un suspiro.

Ella cose los ojales de un secreto.

 

Ella cose las sisas que ajustan unas manos a la piel.

 

Luego corta. Luego une. Luego pega.

 

 

 

EL ESPEJO OCULTO

 

A los recolectores de la basura

 

 

Por aquí pasan dos veces: lunes de fijo

y jueves salvo la Semana Santa.

Yo les dejo el asco, mi carroña

y toda la verdad de todo

en paquetes de silencio.

 

Ellos vienen, no preguntan,

y recogen este rastro de mi sombra.

 

Ellos vienen y se llevan

todo el polvo que le arranco

a lo que pienso.

 

Ellos vienen y tiran al camión

de la basura

las huellas que vomito por el alma.

 

Ellos vienen y recogen

uno a uno mis pecados.

 

Pasan por aquí temprano,

no preguntan

y se llevan mis olores,

los avisos de la muerte

y todas las palabras

que le sobran al poema.

 

Ellos vienen y se llevan

este espejo que ocultamos.

El cantar de los oficios

 

 

EL AFILADOR

 

 

Es curiosa y casi loca esta manía

de andar de puerta en puerta

preguntando por el filo de las cosas.

 

Es curioso, pero es cierto:

poco a poco los puñales van perdiendo

su donaire,

y de tanto morder maderas

los serruchos, diente a diente,

se desgastan la finura,

y de tanto cortar los hilos de la vida,

yarda a yarda,

las tijeras van perdiendo el apetito.

 

Es por eso, que sí, que desde luego,

que venga y toque el timbre

el hombre de amolar cuchillos,

que afile todo en la cocina,

y de paso afile el ojo,

la lengua y el oído.

 

Que sí, que pase

y que lo afile todo:

el espejo que perdió el encanto

el reloj que se cansó del tiempo,

los colmillos de la historia

que dejó el olvido en el olvido.

 

Que sí, que entre, desde luego,

que traiga la piedra de afilar y el esmeril

y deje con todo el filo de besar

el beso

que hace tiempo no besaba

con locura.

 

 

 

 

DOS POEMAS INÉDITOS

 

 Foto de José Amador Martín

 

EL VIENTO ROTO

 

No es fácil llegar a otra lengua

con el viento roto

y anexos de la patria en la camisa.

 

No es fácil amanecer como amanecen todos.

Hay que tener reservas de sol en la mirada.

 

No es fácil calcular las distancias o el clima,

pedir una cerveza sin saber la marca,

o simplemente subir por primera vez una escalera.

 

No es fácil salir por ahí

anónimo

o con un rostro que acusan de culpable.

 

Hay que evitar a toda costa la palabra,

hay que caminar apagado

y fingir que uno sabe correctamente los avisos en la calle.

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

ALEJANDRÍA

 

Si vas a emprender el viaje hacia Alejandría

asegúrate de caminar

por media calle,

nunca por acera,

compite con los autos y el bullicio,

y deja que el viento te ofrezca

en el camino cardamomo

curry, almíbar

o carne fresca colgando como ropa

en una esquina.

 

Mira el bazar 

que desborda la ciudad,

la columna de Pompeyo,

Roma hincada en la piedra de la muerte

y todos los dioses

de otro tiempo dibujados en papiro.

 

Degusta una paloma al horno con arroz,

el típico kebab y el humus

y brinda con un shay de flores

y el rito milenario de la shisha.

 

No olvides que hay que ir, desde luego,

a mirar los libros

en memoria de aquellos

que quemó la historia.

Siéntate un momento

y degusta estas piedras de Babel,

ya fantasmas

que te dicen al oído los idiomas del Planeta.

 

Que numerosos sean los recuerdos de este viaje

como aquellos barcos de sed por la palabra

que venían de tinta en tinta

a untarse de tinta el corazón.

 

Mira ahora el Mediterráneo.

Aquí hubo una vez un faro

que fue gemelo de la luna

y la luciérnaga.

 

Aquí los leones llamaron Faraón

al magno de los magnos, Alejandro.

Aquí los griegos ptolomeos inventaron el Universo.

Y aquí Plutarco vino de testigo y dejó su nombre.

 

Aquí en este antiguo silabario

hay una casa casi en el olvido.

Aquí en este sitio de lenguas enterradas

hay un recado que espera tu visita.

 

Entra. Siéntate un momento en esta cama.

Siéntate un momento en esta silla.

 

No tengas prisa, Ulises.

 

Sabrás ahora que esta isla

es la casa de Cavafis.

Foto de José Amador Martín

 

Carlos Manuel Villalobos

Aún no hay ningún comentario.

Deja un comentario