“MAREJADA”. DIEZ POEMAS INÉDITOS DE LA COLOMBIANA MARÍA ISABEL PATIÑO, FINALISTA DEL PREMIO PILAR FERNANDEZ LABRADOR 2019

 

 

La poeta María Isabel Patiño

 

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar 10 textos inéditos de la poeta María Isabel Patiño (Colombia, 1993). Diseñadora gráfica de profesión, artista plástica por pasión, escritora por vocación, además de docente universitaria, gestora cultural e investigadora. Ganadora del estímulo a la creación Becas Bicentenario (Santander, Colombia) en la modalidad de literatura con la novela “El Diluvio de las Luciérnagas” (2017). Con su poemario “Marejada”, ocupó el 2° lugar en la convocatoria “Bucaramanga Cree en Tu Talento” (2017). Sus poemas y escritos han sido publicados a nivel local y ha sido artista-expositora de diferentes salones regionales e internacionales.).

Perfil de Salamanca. Foto de José Amador Martín

 

 

Con “Marejada”, Patiño  quedó entre los finalistas de la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Literatura ‘Pilar Fernández Labrador’ (2019), concedido en Salamanca. Recordemos que a dicha convocatoria se presentaron 915 trabajos procedentes de todos los países iberoamericanos, incluidos España y Portugal, además de poemarios enviados desde Estados Unidos, Alemania, Suiza, Canadá, Israel, Francia, Suecia, Italia y Líbano Agradecemos a la autora esta selección de textos inéditos del libro enviado a concurso.

 

 

 

 

 

EQUINOCIO

 

 

Estuve una vez allí

Evaporándome

en tus tierras

como flor de loto emancipada.

Alcé el rostro a tu ventana

y el pulpo oscuro y grácil estaba asombrado de mis pasos.

De lejanías cercanas

y cercanías disímiles

hemos gritado desde el insomnio

de las paredes agujereadas

por donde te he visto danzar a plexo solar.

 

Da capo

y el tintineo de la cucharilla acaricia la taza de te.

Otros brazos te extienden los fantasmas

como tapetes de girasoles en invierno boreal.

 

Siempre es lo mismo al despuntar el alba.

 

Museos de automóviles raudos

siguen escampando los dolores

de hierro oxidado.

 

Morada nueva

estufa encendida

para los devenires de angustia

que abandonan a mi ausencia.

 

Estaré otra vez allí,

a la misma hora, desde el mismo caparazón

aguardándote,

a que caigas de puntillas

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

 

MANDALAZUL

 

Soy viento

Que arrulla

Una madrugada

Un rugir de estepa húmeda

Y fría coincidencia

De albores

Y odios

Y dedos arañando esta tierra

Donde sumergen

Las palabras más ácidas

Como moléculas de otoño

Soy fuego

Que arrasa

La censura descontinuada

En esta piel y esta coraza

Donde tu reflejo es apenas

Una soberbia falacia

De tus manos vacías

Y labios plomizos

Que nunca besaron tu esencia

Soy puerto

En mí no hay estaciones

Que se recorran

Y se abandonen a la mar

De agua

Que fluye profundamente

En este sueño y en otro

De sal agitada

De arena encendida

Que disipa a tierra

Una llama que libera

Y que se recoge desalmada

Menstruación torrencial

Con los pedazos

Y fragmentos

De furtivas alegrías

Y acongojada libertad

Que desdibuja

Al horizonte

Con los rostros pintados

De victoria ancestral

Cascadas de mujeres

Con el vuelo a medio coser,

Con las alas a punto de vivir.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

ENCUADRE

 

 

La playa es grande, es superficial 

Está desgajada desde sus cimientos hasta sus últimos adverbios

El infortunio no miente para silbar entre los bambúes

Nada silente, pero desconoce todo

En contra corriente con el Leteo y sus retóricas apolilladas

Mis dedos en el litoral de las sombras verdes

La última de ellas, desde su costado amainado

Una legión unitaria de furtivos signos escénicos

Besando los alfiles que se descuelgan de éstos rocíos

Nada siente, pero conoce los aires excesivos

La silueta oscura

Debajo del arco

Me observa como el agua

El agua sabe igual que las peñas de antaño

No quiero irme de este paraíso infra terrenal

Hasta que las aguas se purifiquen de nuevo

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

BARRICADA

 

 

Si algún día te mueres

en adviento

bajo las cálidas mantas

acariciando un sauce risueño

la fina gota púrpura en las raíces

el vino intacto el vidrio agrietado

la corona reseca pintando bambucos

arreglaré tus despojos con tintas astrales

sahumerio en la estancia

y ochenta hojas rayadas en la superficie

para jamás borrar las marmóreas fracturas

donde florecen gigantes girasoles

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

TÉ NORMAL II

 

 

Juego a ser escribiente

para una lengua malintencionada

 

Todos me observan rodar

en las tinieblas lácteas

de una angustia cerúlea

 

La distancia me sugiere hacerme mía

con la diletante savia de la naturaleza muerta

en mis tobillos

 

El pueblo más cercano

se aterroriza al escuchar a la Llorona

pero nadie se atreve a correr las cortinas

para consolar a la soledad crisálida

 

-María Auxiliadora se enjuga el rostro con el billete de lotería del dueño de la casa-

 

El café no se cuela

en menguante

ni al jamelgo se acaricia antes de ensillar

a la ausencia despavorida

 

Todavía espero

acunar

con estos brazos que desuellan luces

el trágico adiós de la musa

que aprendió a nadar en un verano triste

 

y a escribir tristemente bajo una lengua distante

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

ASFIXIA

 

 

Es verdad

vienen todos disfrazados de noche

y de alveolos

las campanas delirantes

pretende despertarnos

y cortar nuestros abrazos

de luz ciega

nos cortarán la vejez

de un soplo

arrastrando

a carcajadas

los vecinos que no quieren dar tregua

a la incipiente hora de madrugada

donde la vida

se escapa agónica

en un abrir y cerrar de pulmones

 

 Foto de José Amador Martín

 

 

BATIAL

 

Se habla mal

de la casa de nadie

en la cocina no hay café

que ayude a contener la lluvia de las pupilas

 

los pasillos tienen presión arterial

los pasos no pueden serpentear sus bajas frecuencias

el salón principal está confiscado

con las historias silentes

de los pistilos pasajeros

 

bajo la alfombra se cuecen las sombrillas negras

para el advenimiento de las mareas del vientre

 

los cuartos atragantados

con el aroma típico de doncellas desparpajadas

sobre llanos de Rimbaud;

el segundo piso,

conserva un estado de sitio perenne

la noche se hace un ovillo

con las siluetas de los amantes

desmigajadas en los prismas sintéticos

 

cada cierto tiempo, en el ático

el nadie se asoma a su extravagante creación

y desde allí, se vislumbra a sí mismo,

con el reflejo intacto de los mudos

los otros

somos nosotros

mascando el vacío

con los dientes numerados

glorificando el déficit de los ecos

 

el nadie es un intruso

que se pasa la vida hilvanando máscaras

 

el nadie habita

los espacios centrifugados

de ese otro que se fue

de ese otro que se inmoló a voz tendida

para el disfrute de las heridas del alba

 

Foto de José Amador Martín

 

 

CIRCUNSTANCIAL I

 

 

El vagabundo no le teme al azar / no le teme a la calle algodonada / le teme a dormir con el chirrinche a secas / el parque es ingrávido / la sangre brota a borbotones / ¿hay alguna enfermera o enfermos aquí? /

 

La niñez es la decadencia de la adultez / todos saben tejerse las miserias disecadas / para aparentarle al vecino / al susodicho amante vespertino / al murciélago rancio de la cocina / de bahareques desolados y puertas maltrechas / al agujero de otroras esencias hindúes y bogotanas / bumanguesas / da lo mismo cuando la muerte se sabe respirar en tragos amargos / de asfáltica realidad /

 

Allá van los parias del país / entregándole el alma al diablo / o al santo de su más lasciva devoción / eso dirían los pusilánimes desocupados / porque cuando el hambre se asoma a las necesidades del otro / arremolinado por los fuegos artificiales del público / en víspera de navidad todos se creen poetas /

 

 

Foto de José Amador Martín

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