‘MALÚ: TIERRA ADENTRO Y TIERRA AFUERA’, DE MELACIO CASTRO. TEXTO DE BETHOVEN MEDINA SÁNCHEZ

 

 

1 Melacio Castro, escritor peruano residente en Alemania

 Melacio Castro, escritor peruano residente en Alemania

Crear en Salamanca tiene a bien publicar el prólogo que, del último poemario de Melacio Castro, autor peruano residente en Alemania, ha escrito Bethoven Medina (Trujillo, 1960), quien ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales, entre los que destacan: Segundo Premio “Juegos Florales Universitarios del Perú” (Tacna, 1979), Segundo Premio Juegos Florales “Javier Heraud” (Lima, 1980), Primera Mención Honrosa Especial V Concurso “El Poeta Joven del Perú” (1980), Premio Internacional de Poesía “Mairena” (Puerto Rico, 1985), Premio Juegos Florales Nacionales Ciudad de Guadalupe (1999), II Premio de la II Bienal de Poesía Infantil ICPNA (2007) y Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Aguas Verdes” (2009). Ha publicado los poemariosNecesario silencio para que las hojas conversen (1980; 2da. ed. 1982; 3ra. ed. 2002), Quebradas las alas (1983), Volumen de vida(1992), Expediente para nuevo juicio (1998), Y Antes Niegue sus Luces el Sol (2003), Antología Esencial (2005), Cerrito del Amanecer (2007) y El Arriero y la Montaña Bajo el Alba (2008). Además ha realizado las antologías Labios Abiertos (1979) y Belleza de la Rebeldía (1982). Su poesía se difunde en México, Puerto Rico, España, Argentina, Alemania, Colombia y Venezuela. Su obra se incluye en antologías de Poesía Peruana e Hispanoamericana.

 

 

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MALÚ: TIERRA ADENTRO Y TIERRA AFUERA

(Editorial Acacia, España, 2017)

 

Pinturas de Miguel Elías

 

 

Melacio Castro Mendoza ha escrito Malú: tierra adentro y tierra afuera, poemario cuyo tema central es el amor de pareja en formato de testimonio lírico, exhibiendo el más noble de los sentimientos. Es el amor meditado y convicto de fe en el itinerario de todo hombre que vuelve a la mujer, como los viajeros vuelven a revisar su visión y misión de vida.

 

La agradable aparición del amor es declarada en el poema inicial del libro:

 

Cuando menos lo esperaba

            insurgiste ante mí

            como al encuentro de las sedientas

            hierbas

            insurge el agua desde las rocas.

                       «Emergencia».

 

Su poesía nace de las emociones que lo confronta con la realidad y lo presenta en coloquial discurso. Son versos con su propia dialéctica buscando siempre la estética. Considera que amar es una bendición:

 

          ¿Recuerdas, mi Ludmila, la tarde

            en que a campo abierto, sobre la fresca

            humedad

            de indecibles parajes, incondicional

            y tierna me brindaste tu inocencia?

 

            A contraluz, tu desnudez se confundió».

                     «Bendición».

 

La investigadora de antropología en Estados Unidos, Helen Fisher, señala que «el impulso del amor está profundamente imbricado en el cerebro humano. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico cerebral». Por ello, el hombre vuelve a ser expresión de sentimiento, sin alejarse del hábitat que ocupa:

 

          Junto a un río, entre la arena

            y ciertas piedras protegiéndonos del viento,

            su exquisita estructura

            me supo a delicias.

            Su pecho,

            un bosque en llamas dispuestas a apagarse

            solo con la humedad de mis besos,

            sabía a pan y a trigo».

                        «Junto a un río».

 

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A pesar de que el aedo Castro Mendoza radica años en Essen, Alemania, se siente allí como en su propia casa del valle de Jequetepeque, lo cual nos permite catalogarlo como escritor andino, costeño y, a veces, selvático. Siente y evoca el paisaje  de nuestro telúrico Perú, donde está su hogar, al cual no renuncia  a pertenecer, porque está bajo el mismo cielo:

 

               Las largas espinas de los cactus

           nos servían para a cuatro manos

           pergeñar día y noche

           dorados

           petates

           que al saberse depositarios

           de nuestra humanidad,

           sabían a ofrendas

           de los vientos».

                              «Bajo el cielo».

 

¿Es la amada, la vida? Por supuesto que sí, es fuente de la existencia, porque todo se mueve desde su mirada en donde empieza el horizonte vital de la natura en el jardín.

 

         Solía sorprenderla

           cultivando a dos manos mi jardín.

           Su mirada, en aquellos momentos,

           albergaba cien horizontes dispuestos

           a ser verdes.

           Loando mis orquídeas

           declaraba: “Tus besos son mi agua”.

           Su voz y su sonrisa sonaban a campana

           y a delirio.

                            «Fuente de vida».

 

El amor o el amar, nacen del mar. En su volumen se contiene a él mismo. El mar representa eternidad y movimiento, como la emoción amorosa del habitante común. Ante ello, el poeta expresa:

 

         Dos  galopes, dos corceles

           mis pasos acosan y mi vida alientan, Malú:

           el mar, el mar y tú.

 

          Tu frente acumula misterio de claveles

          y tus hombros, amor mío,

          ante cuya desnudez mi corazón desmaya,

          sumen mi alma en completo desvarío.

 

          Para no derrumbarme, me acuesto a la playa».

                             « El mar y tú».

 

Melacio Castro Mendoza eleva su lirismo amatorio hasta la desnudez de la entrega inocente y hermosa. Entonces, recordamos a Khalil Gibran cuando nos advierte: «Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura; que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas».

 

        Junto a mi oído tu voz

          suena a vaivén de sonata

          sumada a una rama de mimosa.

 

         Tus manos, amor mío, son dos

         pétalos de innata

         tierna rosa.

 

         Mi boca busca tu cuello. Entre tanto, tu garganta

         me ensalza con suspiros en forma de oleajes».

                            «Mi invariable cabotaje».

 

En Malú: tierra adentro y tierra afueralos mejores poemas expresan breves remembranzas, estampas de cariño y recuerdos, y cada palabra se convierte en vehículo que traspasa las añoranzas, por lo cual habrán de subsistir en el tiempo y el espacio para ser sentidos por los enamorados de  hoy y siempre. Los poemas tienen construcción sintáctica y presentan plasticidad en sus imágenes, por lo cual resultan memorables con su sentimiento. A veces, entre lirismo, aborda signos de erotismo, leamos:

 

        De tu cintura para arriba, mi luna.

         De tu vientre para abajo,

         la hierba en que me sé afortunado escarabajo

         saboreando la fortuna

         de las aguas de una laguna

         dulce aún en su más oscura brisa».

                            «Barco en seguro puerto».

 

El poeta capitaliza los significados de las palabras que representan el ropaje de su expresión para su caudal sentimental, como en los siguientes versos:

 

        Dos palabritas tuyas bastaron

          para que, acostados sobre una gran pradera,

                  abrazados tú y yo por la luz de primavera,

         mis tristes aflicciones concluyeran.

 

         Para el vecino bosque y el follaje

       que, inquietos, lo atestiguaron,

         aquella palabritas eran

         la luz, la fuerza y el fulgor

         que entonces faltaban a su paisaje».

                           «Dos palabritas».

 

 

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Siempre el mar ha sido y será elemento poético y amatorio. En este, los poetas encuentran las connotaciones más representativas para evidenciar sus sentimientos, anhelos y proyecciones. El mar es mudo testigo de amores eternos y secretos. Leamos un poema que expresa, además de amor, promesa juvenil.

 

       En la playa, sobre la arena,

        como jugando, con puño firme, escribiste:

         «Que nunca me falte la espuma ni la sal

        de tu boca».

 

        Aunque las olas y el tiempo borraron

        lo que para el viento

        fue solo una ingenua confesión,

        mi corazón, guardián de tus deliciosas travesuras

        respondió y reafirma:

        «Bañada en brisa, la arena de la playa

        suele devolverme, cuando la beso,

        la espuma y la sal de tu inmortal boca».

        El mar y yo te esperamos.

                           «El mar y yo».

 

Octavio Paz escribió que el Romanticismo «fue una reacción contra la Ilustración y, por tanto, estuvo determinado por ella; fue uno de sus productos contradictorios. Tentativa de la imaginación poética por poblar las almas que había despoblado la razón crítica, búsqueda de un principio distinto al de las religiones y negación del tiempo fechado de las revoluciones, el Romanticismo es la otra cara de la modernidad: sus remordimientos, sus delirios, su nostalgia de una palabra encarnada». Y esto ocurre en algunos poemas de Melacio Castro Mendoza, pues el desamor y el desencanto también tienen su oleaje en el sentimiento amatorio. Leámoslo:

 

       Si me faltas cuando me faltas como me faltas,

        los días se me convierten en aceradas cadenas

        atadas a indestructibles barras.

        Las noches, pesadas sombras y ogros

        embrujados

        me devuelven tu imagen esquiva

        a veces puesta de cabeza.

                           «Tu ausencia y mi rosa».

 

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Sin embargo vuelven la fe y la esperanza, intrínsecos en el amor de pareja. Por eso, la tolerancia y valoración renacen la llama amorosa al ir amando.  Cada historia de verdadero amor es también una leyenda.

 

       Si hay algo que al cambio de los siglos

        idéntico permanece a lo que es y fue,

        Malú, es mi completo amor por ti.

 

         [….]

 

        Tierra adentro y tierra afuera,

         Malú, eres mi reserva de agua dispuesta».

                                 «Leyenda».

 

        Amor mío,

        entre las aguas de un río

        hay una piedra verde, de musgo cubierta.

        Ajena a cualquier presunción,

        semejante a silenciosa puerta,

        afirma para ti tener un corazón

        que sumado al mío,

        aporta a su río

        ternura

        y devoción.

                             «Tuyo».

 

Aunque existe redundancia en el poema «Incitación», nos parecen intensos los versos en los cuales el ritmo interno conlleva celebración y festividad de amantes.

 

      Me tientas, me besas, me incitas;

       me buscas, me pulsas, me encrespas;

       me desnudas, me palpas, me curvas,

       me copas, me divides, me ofuscas.

 

       Me lames, me avanzas, me turbas,

       me asciendes, me volteas, me moras;

       me muerdes, me fumas, me hieres,

       me impulsas, me lanzas, me incendias».

                                     «Incitación».

 

El árbol siempre ha sido y será un elemento vital para las representaciones poéticas. Así ocurre en algunos poemas de Melacio Castro Mendoza. Leamos:

 

      Me ve el pino, triste y detenido

       al alcance de su sombra.

       Alarmado, el verde lenguaje de sus ramas

       suplica al arce fije en mí sus brujos ojos.

       Obediente, detecta este mi enrojecida testa

       y comunica al pino mi condición de resina

       expuesta al aire, a punto de incendiarse».

                                            «Incitación».

 

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Como ocurre en las historias amorosas, todo tiene su final, nada dura para siempre como cantaba Héctor Lavoe. Las separaciones se dan por innumerables motivos que no necesariamente conllevan desamor, sino que también pueden ser por cuestiones económicas, de estudios, de viajes, de trabajo, de salud y hasta de volar al infinito. Entre ellas se prueba el amor verdadero, el cual todo lo supera en su dimensión de eternidad. Cada uno puede seguir viviendo el amor en cuerpo presente o a través de la relevación de emociones, porque el hombre, al final, actúa de acuerdo a las circunstancias y a las oportunidades. Cada uno con su destino y forma de conceptuar la vida. Melacio Castro Mendoza jamás perdió la fe y el encanto de amar, lo cual evidencia en sus versos del siguiente poema:

 

       Lejos de ti, me lanzo a tu búsqueda.

        Al hombro tus recuerdos labrados roca,

        asciendo montañas de infinitos picos.

        ¡Tras tus pasos, jamás me agoto!

                                «Tierra adentro y tierra afuera».

 

 

En este libro de poemas el eje conductor es el amor que supera los motivos de la desolación. Solo queda la eternidad más allá de los límites existenciales. Es el enigma de lo finito lo que poetiza el poeta Castro Mendoza, lo cual reconforta por cuanto se prueba que el sentimiento fue sincero y que, por lo tanto, continuará en las otras dimensiones de manifestación de vida, más allá del amor terrenal. La pregunta se convierte en afirmación, como lo auguran los versos de a continuación: 

 

        Detrás de unas rocas de un esplendoroso fiordo,

         una tarde ella me abrazó y dijo: “Si algún día

         me voy al lugar del que jamás se vuelve,

         vuelve tú a este maravilloso paisaje

         y durante un amanecer,

         con tus brazos tendidos hacia el cielo

         subraya

         mis gracias al padre sol

         por haberte puesto él en mi camino”».

                     «Preguntas».

 

                    Piura (Perú), 2017.

7 Bethoven Medina

Bethoven Medina

 

Un comentario
  • Wilker Esparza Urtecho
    julio 18, 2017

    Inmensidad emotiva y profundidad expresiva que ilumina diversidad erótica para salvar alturas y simas con la misma intensidad de potencial lenguaje. Albricias y que felicidad leer esta bella producción. Un abrazo wilker.

Responder a Wilker Esparza Urtecho