La última cena, de Luis Cabrera Hernández

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Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar “La última cena”, una instalación de Luis Cabrera Hernández (La Habana, 30 de Mayo de 1956), magnífico artista plástico cubano-español. Es pintor, grabador y dibujante. En 1970 ingresa en la Escuela de Artes Plásticas de San Alejandro y más tarde en  la Escuela Nacional de Arte. Entre 1977 y 1982 termina su formación universitaria en el Instituto Superior de Arte de Cuba. En 1985 realizó estudios de postgrado en el Instituto Superior para la Gráfica y el Arte del Libro de Leipzig (Alemania). Desde 1993 vive en Madrid. Actualmente es profesor de litografía y xilografía de la Escuela de Grabado y Diseño Gráfico en la Real Casa de la Moneda. Tiene reconocidos premios y numerosas exposiciones individuales y colectivas.

 

 

 Luis Cabrera Hernández

 

Alfredo Pérez Alencart, amigo de largos años, y a quien ilustró su poemario “Hombres Trabajando”, dice de esta obra:

 

“El Evangelio en especial, y la Biblia al completo, ha sido fuente de inspiración para artistas de todos los tiempos. Dicho abordaje ha dejado un legado de magníficas piezas para el deleite visual de generaciones. Pero también alguno que otro bodrio o esperpento, particularmente en épocas más recientes, realizados por artistosos anhelantes de fama intentando zaherir la creencia de los seguidores de Cristo: causar escándalo, desde posturas ateas, dice bien poco del magisterio artístico del presunto pintor, escultor o instalador.

 

Días atrás recibí un correo de Luis Cabrera Hernández, amigo del alma, donde me enviaba un trabajo suyo que no conocía: “La última cena”. Me impactó por su originalidad, es decir, por su vuelta a los orígenes, a la esencialidad, a la propuesta de quitar todo aquello que recarga y atosiga de formas y colores: lo suyo es difícil porque es sencillo (sencillez que pocos logran alcanzar): lo suyo es un Poema visual que dice mucho solo sugiriendo, solo quitando una pieza del plato de Judas, solo actualizando el menaje a lo que hoy usan los que menos tienen (de baratísimo plástico desechable); solo mojando de vino retinto el pan que el Rabí repartirá entre los Doce…

 

 

 

 La última cena (Fragmento)

 

 

Esa austeridad (tan en las antípodas de las ceremonias que usualmente se ofician) está muy acorde con ese Amado galileo que no tenía ni dónde recostar su cabeza. El trabajo propuesto por Luis Cabrera daría para amplias reflexiones, que supongo harán gentes más entendidas. Yo, un aprendiz de poeta, lo único que pude ofrecerle a cambio de su dádiva, fue un poemita que él no tardó en acomodar junto a su preciosa propuesta. Sea esta una renovada muestra del afecto que le tengo como persona y de la admiración que tengo por su pintura al óleo y por esos grabados magistrales que supo perfeccionar en sus años alemanes, en los talleres de Leipzig”.

 

 

 

 

 La última cena (instalación completa)

 

 

“Esta es una creación que responde si le llamas: te ofrece lo prístino de un tiempo maravilloso (porque cambió la historia del mundo) y confirma que el arte no ha perdido su capacidad de generar asombro en el propio imaginario del que aprecia”.

 

Aquí el poemita para Luis:

 

 

LA ÚLTIMA CENA

 

 

Un hombre propaga

el cáncer

del beso fósil

de la traición.

 

Mientras,

introduce su cuchillo

en el corazón

de Aquél que cumple

la Palabra

al pie de la letra,

 

de Aquél que escancia

el vino del perdón

junto al símbolo

de su carne.

 

Y entre tantos milenios

del mundo, su adiós

es por breve tiempo,

 

hasta la cena del Reino.

 

 

(Para Luis Cabrera)

 

 

 

 

 

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