LA POESÍA DEL CHILENO JUAN CAMERON. COMENTARIO DE SERGIO MACÍAS

 

 

1 Juan Cameron leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (2015. Foro José Amador Martín)

Juan Cameron leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (2015. Foto José Amador Martín)

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar el comentario que, sobre la poesía del notable poeta Juan Cameron, ha escrito Sergio Macías (Gorbea, Chile, 1938), Premio “Gabriela Mistral” (1971), Premio “Pablo Neruda” (1984), Premio “Ciudad de Tetuán” (1986), Premio “América V Centenario” (1991) o  IX Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero (2016), entre otros. Durante 20 años fue asesor cultural de la Embajada de Chile en España. Entre sus poemarios se destacan: Las manos del leñador (1969), La sangre en el bosque (1974), Mecklemburgo, canción de un desterrado (1978), El jardinero del viento (1980), Memoria del exilio (1985), Noche de nadie (1988), El libro del tiempo (1988), Tetuán en los sueños de un andino (1989), El manuscrito de los sueños (1994), El paraíso oculto (2000), Ziryab, Cantos para Altazor (2012), El Viajero Inhóspito (2014) y Haykus de la transparencia (2017).

 

 

 

2 Juan Cameron, Pilar Fernández Labrador y Enrique Gracia Trinidad (foto de José Amador Martín, 2015)

  Juan Cameron, Pilar Fernández Labrador y Enrique Gracia Trinidad (foto de José Amador Martín, 2015)

 

 

POESÍA DE JUAN CAMERON

 

No se trata en poesía tener una gran cantidad de publicaciones, ni numerosos galardones literarios. A veces con muy poca producción, pero contundente, es más que suficiente. Lo hemos constatado, por ejemplo, en Lucila del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por Gabriela Mistral, con obras fundamentales como Desolación, Ternura, Tala y Lagar, o en narrativa con el Llano en Llamas y Pedro Páramo de Juan Nepomucemo Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, o mejor dicho Juan Rulfo, ambos con nombres más largos que la brevedad de sus escritos. Lo importante es la calidad, su trascendencia en el lector. Asimismo, puede darse en un escritor que su abundante creación sea extraordinaria como la de Quevedo o Neruda. Esto lo traigo a colación porque la poesía chilena sigue manteniendo atributos estéticos, de fuerza y vigor en el lenguaje. Y ello se da actualmente en el poeta de Valparaíso Juan Cameron, lugar donde ancló Rubén Darío y Pablo Neruda con su Sebastiana y también un poco más allá en su Isla Negra. Valparaíso ha sido y es semillero de poetas y de tertulianos.

 

Valparaíso ha sido muy importante para una gran cantidad de escritores no sólo chilenos sino también extranjeros. Ya en 1888 Rubén Darío enamorado del puerto escribió Azul que Juan Varela alabó y muchos años después un poeta como Rafael Alberti le dedicaba un poema. Para Juan Cameron ha sido fundamental la vida porteña: el paisaje, sus gentes, los bares y el mar. Y eso está en el contenido de su creación y en las recias vigas que mantienen su escritura, haciéndola merecedora de una valoración que trasciende el espacio de su origen.

 

Indudablemente que aparte de su calidad le ha ayudado a ampliar su capacidad creadora el hecho de salir de Chile a causa de la dictadura de Pinochet. Su residencia en Argentina, visitar países y vivir también en Suecia su horizonte se ha ampliado, como esos barcos que asoman y desaparecen para encontrarlos en lejanos lugares. Quizá, por eso le colocó a uno de sus libros Poesía dispersa donde aparece Judas, el espejo que refleja melancolía o la Pareja, amantes desnudos como instrumentos de Dios. Y por allá “Buenos Aires oculta su lamento / Lejos surge la tierra sus lugares / Está en la oscura pieza de la infancia / recolectando ropas de colores / En la calle ya muere la inocencia / mueren las flores muere todo / Buenos Aires se duerme y nos duerme en sus brazos.”.

 

 

 

3 Alfredo Pérez Alencart, Nancy Morejón y Juan Cameron (2008, foto de Jacqueline Alencar)

Alfredo Pérez Alencart, Nancy Morejón y Juan Cameron (2008, foto de Jacqueline Alencar)

 

 

En varios poemas hace uso de la ironía, basta leer el título de estos versos, El género humano: “Encontré mejores telas donde el turco Abraham / en una calle de Petorca.” Seguramente haber estudiado derecho le influyó para enviarle un mensaje lírico A un magistrado: “En la tierra que usted pisó no crecerá su memoria / Sus hechos serán olvidados como se olvida un duelo / Más el pueblo que alguna vez viví / entre el sauce & la vergüenza de sus pasos / en boca estará del mundo / e irá junto a mi nombre cuando de usted / ya ni Cristo se acuerde.” Poesía de los acontecimientos, comprometida con los hechos que suceden vertiginosamente en la sociedad. Poesía urbana más seca que abundante de imágenes, más directa que lejana de la vida. A veces despiadada, pero no inhumana, sino lo contrario, aunque patética como en Cenicienta Now.

 

Con su poesía penetra en el extraño y dolido vivir de su país. También refleja la despedida y vuelve su mirada desde lejos para descubrir las imágenes de la tierra ausente. Además, la existencia puede ser su peor verdugo: “Tengo un serio reclamo que hacer contra lo breve desta vida.” A veces el sujeto poético se define como un “Yo”, en otros poemas como un “nosotros” incluyendo lo que vivió en su Valparaíso con amigos bohemios, con el amor, con textos de escritores que le dejaron mensajes y lenguajes peculiares.

 

 

 

6 Juan Cameron en el Aula Magna de Filología (foto de Jacqueline Alencar)

Juan Cameron en el Aula Magna de Filología (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

A propósito del nuevo congreso de poetas iberoamericanos celebrado como siempre en Salamanca, gracias a los esfuerzos del vate Alfredo Pérez Alencart, de la Universidad, del Ayuntamiento y de profesores/as de prestigio, escribo estas líneas para recordar a este bardo porteño que obtuvo el II Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” con su obra Fragmentos de un cuaderno con vista al mar, en la que se destaca el hermoso poema Robert Burns regresa cada noche: “El querido hermano Robert Burns regresa cada noche a su camastro / Sus pasos retumban por extraños pasajes apenas señalados / ¿El destino lo sigue o guía su camino? / Tras la esquina chispeantes herraduras repican en el suelo / el rodar de un carruaje sobre los adoquines / y a partir de ese ruido fundiéndose a lo lejos / se imagina a cercanos hundidos en las eras / en un adiós por siempre y sin recuerdo / El querido hermano Robert Burns regresa cada noche a su camastro / aunque ahora la vida le sonríe como una aldeana sobre el heno / y en los campos florecen algunas margaritas que en lo oscuro / no reflejan las empedradas aceras de Edimburgo / La vida le sonríe /pero las grandes casas cierran sus columnas a una hora precisa /y los famosos bares (alguno semejante a nuestro Horseshoe /- ese de Glasgow)/ no transmiten el foot-ball de estos días ni los clubes / imitan los palacios de las telenovelas. / El querido hermano Burns regresa a su camastro con paso / venerable / Las damas no abrirán sus ventanas a la madrugada / ni los gruesos portones de los antros verán la luz de su mañana / Esto ocurre mucho antes de su partida a Lochness/ lugar que de seguro nunca escuchó estos pasos / a pesar del claro consejo de Mackenzie (ese pariente) / extendido con relajo en la edición vespertina del The Lounger / y que nadie – aún Burns – sería capaz de descifrar / El querido hermano Burns regresa a su camastro cada noche / mucho antes que la fiebre en el heno se tendiera a su lado / así una amante que a su oído musitare sonriente / esa larga melodía del adiós.”

 

 

 

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Sus poemas los escribe sin puntuación y con determinados espacios que deja en blanco para enfatizar o hacer pensar al lector. Utiliza un lenguaje contradictorio, duro, irónico y doloroso. Y lo que a veces refleja que surgió de pronto en la mente ya dejó de ser, pero la memoria persiste aunque no se pueda explicar: “Hay un lugar secreto en lo secreto / y ninguna palabra derribará su imagen / Las palabras no alcanzan se esfuman se disuelven / en un aire olvidado en la memoria / Allí se armaron y desarmaron casas / las calles cambiaron de sentido y los barrios de oficio / los árboles de entonces ya no son esos árboles / y la sombra es la tarde del paisaje:   una sombra / carente de lenguaje para explicar su mundo.” Todo cambia y cuando recibamos otra obra del mismo vate éste ya no será el mismo, sino Juan Cameron ocupando un espacio distinto con asuntos diferentes, pero con su lenguaje intenso que tendremos nuevamente que profundizar para descubrir su significado. La palabra que desarrolla los problemas de nuestra mortalidad y de la construcción de nuestra existencia.

 

5 Juan Cameron y Jacobo Rauskin (Salamanca, 2015. Foto de J. Alencar)

  Juan Cameron y Jacobo Rauskin (Salamanca, 2015. Foto de J. Alencar)

7 Juan Cameron, A. P. Alencart, Jacqueline Alencar y Salvador Madrid (2015)

Juan Cameron, A. P. Alencart, Jacqueline Alencar y Salvador Madrid (2015)

 

 

 

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