‘LA PALABRA Y LA IMAGEN’, DE DAN MUNTEANU COLAN

 

 

Dan Munteanu Colán

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de hacer conocer un mínimo fragmento (las conclusiones) del excelente libro de ensayo “La palabra y la imagen” (Ediciones de la Discreta, Madrid, 2019), fruto de los muchos saberes de Dan Munteanu Colán (1944, Rumanía), quien es doctor en Filología Románica y catedrático emérito de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Sus dominios de investigación son: lingüística románica, contacto lingüístico, pidgins y criollos, lingüística textual, español de América, paremiología, lexicografía y crítica literaria. Ha publicado más de 70 libros y unos 300 artículos de especialidad y/o capítulos de libro y reseñas. Entre los libros de crítica literaria destacan Lecturas subjetivas. Afinidades selectivas (Madrid, La Discreta) e Imágenes y ficción (coordinador, 4 tomos, Las Palmas de Gran Canaria, Gobierno de Canarias). Ha traducido al rumano de la literatura hispánica, brasileña, y francesa: Amadís de Gaula, Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, Leopoldo Alas y Ureña Clarín, La Regenta (versiones íntegras, acompañadas de estudios críticos, 2 ediciones), José Ortega y Gasset,Velázquez, Goya, Luis León Barreto, Las espiritistas de Telde, Alberto Vázquez-Figueroa, Tuareg (en colaboración), Arturo Pérez-Reverte,El tango de la guardia vieja, Ricardo Güiraldes, Cuentos de muerte y de sangre, Álvaro de la Iglesia, Tradiciones cubanas, Roberto J. Payró, Las divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, Alejo Carpentier, Recurso del método, Concierto barroco, La consagración de la primavera, Los pasos perdidos, Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres, José Donoso, El obsceno pájaro de la noche, Roberto Bolaño, Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes, Amuleto, Manuel Vázquez-Bigi, Son dos las puertas del sueño, Jorge Amado,Gabriela, Clarice Lispector, Perto do corazão salvagem, A paixão segundo G.H., Água viva, A hora da estrela, así como obras dramáticas de Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Casona, Calvo-Sotelo, Buero Vallejo, entre otros. Traduce también de la literatura rumana al español (Bacovia, Ioan Es. Pop, Stelian Ţurlea, la antología poética Rumano en el mundo). Dan Munteanu Colán es miembro destacado del grupo de autores rumanos que escriben en castellano. El rigor académico de sus estudios corre parejo con la agilidad expresiva y una comunicatividad mundana que duplica el atractivo de sus textos.

 

Recomendamos puedan leer este libro: su lectura será valiosa para quien a él se acerque.

 

 

 

LA PALABRA Y LA IMAGEN. CONCLUSIONES

 

Las conclusiones de nuestras reflexiones sobre la palabra y la imagen se imponen por sí solas, a nuestro juicio, porque a lo largo del presente libro las hemos repetido en cada capítulo y cada apartado hasta la saciedad.

 

Los humanos nos comunicamos mediante varios lenguajes: el verbal, cuya unidad fundamental es el texto (en la acepción moderna de la gramática textual), en definitiva, la palabra; el visual, que se basa en la imagen; el musical, a través de los sonidos (armoniosos); el gestual, a través de la pantomima y la danza.

 

Mediante la comunicación queremos transmitir a los otros usuarios de esos lenguajes mensajes, reflexiones, sentimientos, estados anímicos. En numerosos casos, utilizamos dos o tres lenguajes conjuntamente para comunicar nuestro mensaje. Los textos van acompañados de imágenes, láminas, iluminaciones, desde hace siglos. Las imágenes van acompañadas de leyendas o explicaciones. El teatro es el terreno donde lo visual y lo verbal se dan la mano. En las cantatas, réquiems, oratorios, conciertos y, sobre todo óperas, operetas y zarzuelas, recurrimos al lenguaje musical, al visual y al verbal. Igual que en el cine. En los ballets, se combinan el lenguaje musical y el gestual; a veces, incluso el verbal (ballets en kis que un narrador que explica algunas escenas, la sucesión de las mismas, o, sencillamente el creador/productor considera que la música debería estar acompañada por un texto). Pero en muchísimos mensajes no verbales existe siempre un trasfondo del lenguaje verbal: lo que quiere comunicar el creador/ productor se basa en un texto real o virtual, que este transpone con medios específicos en imágenes, sonoridades, gestos.

 

En todos los lenguajes mencionados, funcionan aproximadamente los mismos mecanismos de comprensión de la estructura latente (la intención comunicativa del productor), que se materializa en la estructura patente (palabra, imagen, sonido, gesto).

 

La comunicación es una actividad humana, en la que participan factores individuales y, particularmente sociales. Consecuentemente, el receptor/intérprete se ve obligado a recurrir a medios contextuales, pragmáticos, para interpretar el mensaje, infundirle coherencia, descodificar la intención comunicativa y llegar a la estabilidad conceptual del mismo.

 

Noam Chomsky

 

 

Naturalmente, cuando hablamos del lenguaje verbal, no somos tan ingenuos como para creer en la existencia generalizada de la pareja hablante-oyente ideal propuesta por Chomsky. El padre del generativismo considera que la gramática es la capacidad de interpretar las oraciones de una lengua y clasificarlas en gramaticales y no gramaticales. Lo que supone que los dos, hablante y oyente dominan la lengua perfectamente y aplican sus conocimientos en el uso real (performance, evidencia externa de la competencia lingüística), sin que les afecten las condiciones “gramaticalmente irrelevantes”; a diferencia de la competence, el conocimiento interiorizado de una lengua)[1], términos que, desde la perspectiva de nuestro estudio se podrían equiparar, parcialmente, con la competencia comunicativa y la competencia intertextual. Al no existir en la práctica esa pareja hablante-oyente ideal, el mensaje no será comprendido/interpretado de la misma manera por todos los receptores: algunos lo entenderán en su totalidad y profundidad, otros no. Teóricamente, esto debería suceder también con los demás lenguajes que utilizan los humanos en la comunicación. Pero no es así, porque aquellos lenguajes son más especializados, requieren una competencia intertextual más profunda y una “biblioteca virtual” que no siempre está al alcance de cualquier persona, como hemos destacado  (Vid. supra “La imagen”).

 

El emisor del mensaje (productor/creador) tiene también un determinado grado de competencia intertextual que, generalmente, coincide, con la competencia del receptor/intérprete, porque el primero, en la mayoría de los casos, pertenece a la misma comunidad sociocultural que el segundo. Pero no siempre es así. Por una parte, porque el emisor pertenece a otra comunidad sociocultural, transmite un mensaje relacionado con realidades que no conocen los miembros de la comunidad destinataria del mensaje, como es el caso de las traducciones de otras lenguas (comunicación intercultural) y el mensaje no logra cumplir con su finalidad. Por otra parte, porque el emisor hace una apreciación errónea del grado de competencia intertextual del receptor/intérprete. Y, finalmente, porque a veces, el emisor, deliberadamente, transmite un mensaje con un nivel muy alto de competencia intertextual, dado que no pretende que el mensaje sea comprendido/interpretado en profundidad por todos los receptores/intérpretes (las creaciones literarias y artísticas destinadas a una minoría selecta, a la élite).

 

En todos esos casos, el receptor/intérprete no logra comprender totalmente el mensaje o, simplemente no lo comprende y lo rechaza por incoherente desde su punto de vista (como sucede con los textos literarios, el arte, la música y el ballet modernos). En esa situación, son los traductores y los especialistas, auténticos agentes interculturales, los que pueden y deben suplir la falta de comprensión. Porque ellos son quienes conocen el nivel de competencia sociocultural de la comunidad destinataria de esos mensajes: notas al pie de página, manipulaciones lingüísticas, prólogos, en el caso de la literatura; catálogos explicativos, charlas, mesas redondas, en el caso de las obras de arte; programas de mano, presentaciones previas, debates preliminares a los conciertos y espectáculos, que ayudan al receptor/intérprete a entender lo “no dicho” de forma explícita (Vid. supra). Únicamente de esa manera el mensaje puede ser descodificado en su totalidad, y la comunicación se realiza de forma satisfactoria.

 

La otra conclusión que queremos destacar es que entre los lenguajes que utilizamos los humanos para comunicarnos no existe, a nuestro modo de ver, incompatibilidad, sino todo lo contrario. Se complementan de modo ideal y expresan lo que quieren transmitir de forma más explícita. Argumentamos esa afirmación con el lenguaje verbal y el lenguaje visual/plástico, objeto de nuestras reflexiones, como lo hemos hecho al inicio de este libro (Vid. supra “Consideraciones preliminares”),  aportando algunos testimonios a favor del vínculo entre el lenguaje verbal y el lenguaje visual.

 

Gelu Vlasin

 

 

Los escritores recurren a veces al lenguaje visual en su manera de poner en página sus creaciones. Apollinaire escribió sus Caligramas en forma de espiral y, en nuestros días, otro poeta, Gelu Vlaşin declara que trata de utilizar en sus versos tres lenguajes: verbal (el mensaje propiamente dicho), visual (colocación particular de los versos) y musical (poesía que sugiere música). Ofrecemos unos breves ejemplos:

 

La mano que duerme

/ que adormece / que

alimenta / la mano mía /

la de todos los días / que

escribe /     la que me

alegra el rostro     /me

descansa

/ me reprocha     / la mano

mía /  sin la cual

el cuerpo sería un simple

sauce / a la orilla

del tiempo / he aquí mi mano /

te la regalo…   (la mano)

 

mi mente / la que me

miente / la que me hace /

perder la cabeza      /

que me quita el sueño /

y los sueños / que me

contiene / y me

derrumba / me levanta y /

y me arroja      / en la

oscuridad / mi

mente / tranquila /

en la que

la muerte no tiene

escapatoria      / mira

mi mente / algún día /

va a tomar

vuelo…    (la mente)[2]

 

Los creadores que utilizan el lenguaje visual también coquetearon con la simbiosis entre la palabra y la imagen. Por orden cronológico, ejemplificamos lo dicho con la caricatura, que nació en Bolonia en el siglo XVI. Casi siempre, con la salvedad de las caricaturas humorísticas, personales, la caricatura está acompañada por algún texto breve explicativo, que puede ser dialogado, o una leyenda. La caricatura política, más tardía, apareció en Francia a mediados del siglo XIX, como ilustraciones alusivas y humorísticas a temas y personajes controvertidos, como Napoleón III, la situación de Italia (Gabriele Castagnola, Il calvario dell’Italia). En una caricatura más reciente que representa al presidente Peña Nieto acompañado por una mujer vestida de traje folclórico, en el bocadillo del presidente aparece el texto “Aun no entiendo por qué tenemos que ir tan lejos”, y la mujer le contesta: “Por una mujer que nos va a ayudar”. En otra, un señor trajeado charla con un obrero. El título es: “Los bogotanos se sienten más pobres que antes…”, y en los dos bocadillos correspondientes al señor de traje se lee: “¿Qué si me siento pobre? ¿Cómo se le ocurre?”. Está claro que el texto contribuye en gran medida a la comprensión del mensaje. 

 

Los comics (historietas, mangas, bande dessiné, tebeos, fumetti) son otro ejemplo de “hermandad” entre el lenguaje verbal y el visual: Tintín y Milou, Asterix el Galo (Asterix y Obelix), Pif le chien, Yves le Loup, Capitan Marvel y una larga, larguísima serie de comics que desde los años 60 del siglo pasado encantaron y siguen encantando a generaciones de niños y no tan niños.

 

 

En la misma línea debemos mencionar las fotonovelas, género relacionado con el comic y el cine. Las imágenes ya no son dibujos, sino fotografías con los diálogos en los bocadillos. Recordemos títulos como Cinemisterio, Killing, Tim, el chico invisible que hicieron a muchas mujeres y hombres la vida más placentera.

 

 

El cine también utiliza esos dos lenguajes, más la música. Antes de la aparición del cine sonoro en la década de los veinte, el cine utilizaba imágenes en movimiento interrumpidas por explicaciones o diálogos que se intercalaban entre las imágenes en la pantalla (intertítulos). Quién no recuerda las hazañas de Charlie Chaplin, Harold Lloyd, El Gordo (Oliver Hardy) y el Flaco (Stan Laurel),  Buster Keaton o títulos como Los diez mandamientos, Ben Hur, El fantasma de la Ópera  (color). Imagen, texto y sonido: el piano que tocaba melodías alegres o tristes en función de la acción. Y, a partir de 1927, cuando se estrenó El cantante de jazz, podemos hablar de los comienzos de la cinematografía moderna, que combina los tres lenguajes mencionados (música compuesta ex profeso para cada película en parte), para su mayor gloria.

 

Ya hemos mencionado otras creaciones artísticas que utilizan varios lenguajes (Vid. supra): el teatro (con música incidental), la ópera, la opereta, la zarzuela, el ballet.

 

Volviendo a las artes plásticas, no podemos pasar por alto la obra de un pintor, fotógrafo, director de cine, controvertido para algunos, dechado artístico para otros. Tino Calabuig, con sus fotografías, fotos pintadas, tableaux, estatuas, instalaciones. La obra El que se fue a Sevilla… tiene como leyenda “Fotografía en blanco y negro de un cuadro (inacabado como siempre) realizado en San Francisco en 1965”. El Tableau para la visitación según un escéptico, con la explicación del artista: “Tableau escultórico para un set homenaje a Fra Angélico” está compuesto de cinco personas (“de tamaño natural […] realizadas en estructura de varilla de hierro, escayola y esparto y fibra de vidrio con resina de poliester”), entre ellas, un niño que muestra con los brazos levantados un letrero que da la bienvenida al arcángel, que “tiene una fuerte consistencia y volumen”, aunque todas “las figuras son de tamaño natural”, en palabras del autor. El arcángel le dice a la Virgen (en un bocadillo): “Vengo a darte una noticia: parece que te harán madre sin problemas”, mientras San José,  contesta (en otro bocadillo): “Yo es que no estoy de acuerdo, o sea así de pronto”.

 

 

Y, finalmente, algunas palabras sobre los dibujos de Hildegard Hahn. En el catálogo de su exposición “Observaciones y conclusiones” (2003), aproximadamente el 75%  de los dibujos expuestos están acompañados por textos: reflexiones filosóficas de la creadora, que profundizan en el mensaje de las imágenes: evolución y retroacoplamiento; error en la selección; Neuland Erobern ‘tierra conquistada’ ¿Progreso? Dos neuronas exploradoras; El feliz invento del lenguaje; la última puerta ¿miedo?; “Tiempo real” suena como “verdad” como “virtual” ¿y virtud?, Scharzer Panther Rhetorik Metapher; Musa Metáfora; El dualismo desde siempre – como siempre – y las estrellas enanas blancas o los gigantes rojos… y los agujeros negros que se alimentan de la energía de su galaxia. Suena como alquimia medieval, Astrofísica; el “NO” debilita el “SI”; es ridículo imitar disimular di-bu-jar bailamos la vida mientras dura; Un día se unirán el ángel blanco con el ángel negro el infierno con el cielo y acabarán las penas; no hay preguntas que valgan existe un espacio temporal entre la pregunta y la respuesta es donde surge la aproximación entre las personas; es más que difícil creer en el sentido del arte; se habla tanto tanto tanto y nada, las cosas pasan, apenas dejan huellas ¿cuál es la forma adecuada sin miedo, sin dolor el arte ¿animal doméstico?

 

Y podríamos seguir. Pero queremos concluir esas consideraciones con una cita de la creadora:

 

Nuestros cinco sentidos envían imágenes e impresiones al cerebro donde se convierten en códigos, en memoria. En este almacén podemos solicitarlos según nuestras necesidades: para la mirada hacia el pasado, para crear nuevos contextos y/o para comunicarnos con otros (Hahn 2011: 13).

 

Para Hildegard Hahn, “la mano se convierte en la prolongación de la idea en un proceso continuo, sin vacilaciones, ni interrupciones” y puede crear, añadimos nosotros, un texto, una imagen o las dos cosas al mismo tiempo y en una sola materialización de nuestro pensamiento. Cuando excluimos el proceso de pensar (estructura latente) y tratamos únicamente de materializar la idea, el mensaje (estructura patente), la comunicación está condenada al fracaso debido a la incomprensibilidad generada por la incoherencia.

 

    Hildegard-Hahn en una de sus exposiciones.

 

[1] Noam Chomsky. Aspectos de la teoría de la sintaxis. Barcelona. Gedisa. 1999.

[2] Gelu Vlaşin. El último aliento. Edición bilingüe. Traducción Mario Castro Navarrete. Madrid. Huerga & Hierro editores. 2017:13-15.

 

 

Dan Munteanu

 

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