La ciudad laberinto

 
Caminar; recrearse; observar calles angostas, claustros, rincones de la Historia y con historias… como hicieron algunos escritores y artistas que por esta ciudad pasearon, para luego deleitarse escribiendo en sus recreaciones literarias. Viajeros y paseantes, cómplices infinitos de soles y estrellas, del día y de la noche.

 

“Como quien recorre una costa
maravillado de la muchedumbre del mar
yo soy espectador de tu hermosura”

 
La idea de recorrer las calles desganadas del barrio hasta llegar hasta los rincones recoletos de la ciudad es la idea de hacer un viaje interior no un mero turismo,  porque Salamanca destaca como ciudad humanística y literaria y  no sólo por los escritores que trajo al mundo, sino por el carácter de sus moradores, la intimidad de sus calles, el aire de urbe ilustrada. Aquí, en esta ciudad el exterior es el resultado del interior. Los elementos arquitect6nicos son la luz y la sombra, el muro y el espacio. El ordenamiento es la jerarquía de los fines, la clasificación de las intenciones. Me he sumergido a fondo en todas las antigüedades del lugar y he explorado en persona todos los rincones de la ciudad, no  por las ávidas calles, incómodas de turba y de ajetreo sino por las calles desganadas de su barrio antiguo.

 

“Qué no daría yo por la memoria
de una calle de tierra con tapias bajas”

 
El ojo humano, en sus indagaciones, gira siempre, y el hombre también gira siempre a izquierda y derecha, hace piruetas. Se aferra a todo y se siente atraído por el centro de gravedad del lugar entero. De repente el problema se extiende en torno a él.

 

“grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe”

 
Aquí se dispone de paredes rectas, de un suelo que se extiende, de agujeros que sirven para el paso del hombre o de la luz; puertas o ventanas. Los agujeros iluminan u oscurecen, alegrando o entristeciendo. Las paredes resplandecen de luz, o están en penumbra o en sombra, y provocan alegría, serenidad o tristeza. La sinfonía está montada.

 
En la realidad, los ejes no se perciben a vuelo de pájaro como los muestra el plano en la mesa de dibujo, sino sobre el suelo, cuando el hombre está de pie y mira al frente. El ojo ve lejos y, objetivo imperturbable, lo ve todo, incluso más allá de las intenciones y de las voluntades.

 
Casi todo el Barrio antiguo de la ciudad de Salamanca está formado por antiguas calles, la ciudad es rica en rincones como el Patio Chico, desde el que se puede ver el ábside de la Catedral románica, el Patio de las Escuelas Menores, espacio abierto para la meditación y los saberes o el rincón de las Úrsulas, junto al Campo de San Francisco. También están recodos como el de San Benito rodeando a la iglesia, la casa de Don Diego Maldonado y el Palacio de Solís, junto a la calle de la Compañía, por donde D. Miguel paseaba camino de su cátedra…
Toda la ciudad es laberinto de calles, patios, palacios y rincones para la historia y con historias.

 

“Si yo no anduviera de un sitio a otro, hablando con todo el mundo, si el sol no me hubiera mudado muchas veces la piel de la cara ¿Creéis que podría conservar este caudal de pasión?”

Un comentario
  • Juan Ángel
    julio 22, 2012

    Conocer una ciudad puede ser un tema poco fácil. ¿Qué es conocerla?, ¿cuándo se conoce? Pues bien, con tu narración impregnada de lirismo, Amador, más la poesía, nos llevas de la mano por tu laberinto salmanticense, cuya fotografía liminar nos deslumbra con su melancolía, y nos permites conocer tu ciudad. Ese qué, o porqué, o no se qué, que desaparece al nombrarlo. No es fácil.

Deja un comentario