JULIO CORTÁZAR: PREFIGURACIONES DEL POP EN ‘HISTORIAS DE CRONOPIOS Y DE FAMAS’. ENSAYO DE GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN

 

 

 

1 Julio Cortazar, por Carmen Salcedo

Julio Cortazar, por Carmen Salcedo

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar el excelente ensayo de Gabriel Jiménez Emán (Caracas, 1950), escritor venezolano destacado por su obra narrativa y poética, la cual ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas. Vivió cinco años en Barcelona y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Oporto, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito.

 

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UNA OBRA POLIFÓNICA

 

Escritor prolífico y polifónico, experimentador constante y vigilante de los procesos sociales y políticos de nuestra América Latina; solidario con las causas de nuestros pueblos en la conquista de espacios de dignidad en una nueva historia, Julio Cortázar estableció para su mundo literario una serie de interrogaciones que le permitieron abordar los más diversos asuntos humanos, plasmados en una obra que día a día gana más lectores. A medida que ésta va creciendo se va cotejando –como es natural—con las distintas preocupaciones y asuntos de su tiempo; preocupaciones que hoy retoman una tremenda actualidad, tanto para la naturaleza estética del hecho literario como para las implicaciones filosóficas, sociales o éticas que nos incumben como colectivos, en momentos en que nuestros pueblos se encaminan a otras opciones de convivencia, más allá de los viejos modelos capitalistas o militaristas que han llenado de ignominia a nuestra historia.

 

Con el paso del tiempo, la obra de Cortázar se enriquece y potencia, hasta alcanzar, creo, rango de clásica. De formación cultural europea, Cortázar se nutre también de la tradición de su país, Argentina, donde se desempeñó enseñando lengua y literatura en medios rurales, para luego marchar a París, Francia, donde se estableció desde 1951, y donde escribió la mayor parte de su obra. A medida que ésta se va editando en Argentina y España, se traduce luego a otros idiomas y va despertando interés; luego, una verdadera pasión. Se convierte en escritor de culto, sobre todo ente los jóvenes, quienes siempre han sido los mejores lectores de su sus libros. Simultáneamente, Cortázar va participando en una serie de debates públicos, mesas redondas, entrevistas por diversos medios, que le colocan en el centro de una polémica sobre el deber–ser del escritor, y las consabidas controversias políticas propias de un temperamento inquieto e irreverente, que igual muestra curiosidad por la música, la filosofía, lo  lúdico, lo fantástico o lo humorístico, elementos que se van tejiendo en él para conformar una personalidad dinámica, muy activa, que le hace tomar parte de audiencias a las cuales siempre tiene algo qué aportar. Ello ha permitido, creo yo, que lo podamos percibir como a uno de nuestros primeros escritores modernos, con todo el peso contradictorio que pueda contener este término, toda la pulsión cosmopolita que encierra su personalidad y las múltiples direcciones que se desprenden de tal condición.

En el año 2014, Cortázar cumplió cien; en su honor se celebraron en su país y otros lugares una serie de actos, homenajes y publicaciones en su tributo. Él, con Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, son grandes renovadores de la prosa de ficción en lengua castellana en la segunda mitad del siglo XX y uno de los escritores que permiten seguir un desenvolvimiento pleno de las interrogantes del mundo contemporáneo.

 

Cortázar había publicado en la década de los años 50 importantes libros de relatos como Bestiario (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), contentivos de algunas de sus obras maestras (tal es el caso de “El perseguidor”, el famoso cuento inspirado en la vida de Charlie Parker). Digo publicado y no escrito, pues Cortázar ya había avanzado en la escritura de Divertimento o El examen escritos respectivamente en 1949 y 1950, pero que no vieron su edición si no hasta el año de 1986, incluyendo el monumental ensayo Imagen de John Keats, concluido en 1952, y la novela Los premios (1960).

 

 

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PREFIGURACIONES DEL POP

 

Hoy voy a referirme a uno de sus libros, Historias de cronopios y de famas (1962) que significó para mí –y de seguro para numerosos lectores y autores— uno de los más ricos e interesantes de su vasta obra. Cortázar publica en 1962 un volumen atípico conformado por textos heteróclitos, breves, contentivos de elementos poemáticos, absurdos, humorísticos que narran pero a la vez sugieren espacios inéditos, descoyuntamientos lingüísticos, transgresiones sintácticas, juegos con el tiempo, incisiones en las imágenes, mordeduras en los sonidos.

 

Empleando una especie de explosivo interno en sus tramas e historias, Cortázar integra sesenta textos con los más diversos materiales, ecos y resonancias surrealistas, cubistas, patafísicas, fantásticas; en fin, todo un arsenal al servicio de un texto transgresor. Percibo aquí la prefiguración de una cultura que en los años 60 del siglo XX se dejó sentir por los medios más diversos: la cultura pop. Una cultura que tomó elementos de los objetos de la cotidianidad, imágenes de los medios de comunicación, el cine, los iconos populares,  clisés, historietas, avisos comerciales o industriales para llevar a cabo una estética del minimalismo muy propia de los tiempos. Es sabido que a Cortázar le fueron revelados los personajes de este libro durante la pausa de un concierto, mientras aguardaba en el intervalo de un concierto en un teatro de Paris y se quedó solo (pensando o no pensando) y tuvo una visión interior, que él explica así: “…unos seres que se paseaban el aire y eran como globos verdes. Yo los veía como globos verdes pero con orejas, una figura un poco humana, pero no eran exactamente seres humanos.”  (1)

 

A mí me pasa algo similar cuando me imagino respondiendo a esta descripción de Cortázar, me ocurre que veo a los cronopios similares a como fueron concebidos los seres animados de la película de George Dunning El submarino amarillo (1968). Ese personaje es Jeremy –o para ser más exactos, el doctor en filosofía Jeremy Hilary Boob—un personaje regordete de color marrón, de brazos y pies cortos, de cara azul con una gran nariz y de orejas enormes, de cola rosada moteada. Va de un lado a otro saltando y riendo, gasta bromas a los mismísimos Blue Meanins, sus antípodas, gigantones obesos y deformes que odian la música y están obsesionados en hacer la guerra en Pepperland, tierra custodiada por la Banda de corazones solitarios del Sargento Pimienta dirigida por Los Beatles, quienes deben ayudar a los habitantes de Pepperland a travesar distintos mares: de la ciencia, del tiempo, de los monstruos, de la nada, de los agujeros, en una suerte de Odisea.  Los Beatles entonan canciones, hacen acertijos, chistes, todo dentro de la más pura estética psicodélica y alucinatoria. Aunque lo pop no es necesariamente psicodélico, a lo psicodélico sí se lo pudiera enmarcar en este caso dentro del terreno Pop, y aunque la película es posterior al libro y no puede haberlo influenciado, me remito en este caso a lo que estaba en el ambiente, a las correspondencias culturales que se establecen en determinados momentos para modelar las obras. Sólo deseo establecer una conexión, en este sentido, entre Jeremy y un Cronopio parecido  él, el primero azul y el segundo verde, un animalito que no es humano pero puede tener cualidades más humanas que un humano, mientras los famas, aunque no llegan a las características violentas de los Blue Meanins, también en el fondo son mala gente. Los Beatles quizá lleguen  a calificar para esperanzas. Un país de música, poesía, colores y generosidad, habla sin embargo por todo un ideal antibélico, antiburgués, antiburocrático; en fin, tanto Cortázar como GeorgeDunning,  Erich Segal y el equipo de dibujantes y animadores, dirigieron sus respectivos esfuerzos en esta dirección.

 

 

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PSICODELIA, HUMOR Y JUEGO

 

Historias de cronopios y de famas consta de cuatro partes. La primera de ellas, Manual de instrucciones, la más breve, apenas tiene ocho textos, el primero de ellos sin título, pero al que yo llamaría “La tarjeta de acceso al ladrillo de lo cotidiano”, el cual no podría empezar mejor: “La tarea de ablandar el ladrillo todos los días; la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo”. Esto para mí ya tiene un fundamento pop, si nos atenemos al concepto que viene dado por los artistas de esa época tales como Jasper Jones, Roy Lichtenstein, Tom Wesselmann, Robert Rauschenberg o Andy Warhol, por los dibujantes de historietas como Jess Collins,  por la música pop y el rock de esos años como la de Los Beatles, los RollingStones, Led Zeppellin, Frank Zappa, Greateful Dead o Pink Floyd. En éstos, en mayor o menor grado, se experimenta con las drogas como elementos alucinantes que introdujeron de manera consciente en la cultura del siglo XX el concepto de psicodelia, es decir, de alucinación provocada por el acido lisérgico (LSD) y otras drogas que vinieron a procurar los “viajes” mentales que tanta influencia tuvieron en su momento, sobre todo en la cultura hippie de los años 60, buscando diferenciarse de la hipocresía del stablishment y del ilusorio progreso material que se ofrecía a una sociedad donde gobiernos como el de Estados Unidos hacían la guerra en países como Vietnam, y apaleaban y reprimían a  estudiantes en las universidades con extrema brutalidad policial. En cierto modo, esta proclamación del amor libre, de la paz y el amor contra la guerra y la violencia institucional, significó una manera de ser libres y de pensar la literatura de otro modo, tal y como lo habían hecho la década anterior algunos escritores de la Beat Generation como Allen Ginsberg y Jack Kerouac. En la generación anterior, que es la generación del jazz, y donde se formó Cortázar, las drogas eran la cocaína y la heroína, que causaron estragos en los músicos. El uso de drogas en este caso no era para incrementar la violencia, la irresponsabilidad o la evasión fácil, sino para acercarnos a mayores zonas placenteras y de liberación perceptiva, con todos los riesgos que ello implicaba cuando se convertían en vicios adictivos. Buena parte de esta experiencia fue abordada por Aldous Huxley en su importante libro Las puertas de la percepción.

 

 

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El arte psicodélico se conformó entonces con elementos de la cultura audiovisual e incluía materiales efímeros, objetos y símbolos cotidianos y de consumo, como dije antes. Y por supuesto reconvertía las experiencias surrealistas, cubistas y dadaístas, las historietas, el cine fantástico y macabro y de ciencia ficción, el uso de marihuana y alcohol, y todo ello lo fundió en una cultura audiovisual de mucho colorido e intensidad, donde el arte grotesco y fantástico y la literatura de terror formaron parte de un hibrido bastante poderoso de experiencias dispares, no todas afortunadas.

No puedo dejar de relacionar a Historias de cronopios y de famas con este contexto, por el conjunto de similitudes y cercanías que ofrece a la libre asociación de ideas e imágenes, las cuales intercambian distintas sugerencias de carácter lúdico, pistas que intentaré seguir a continuación.

La primera parte de este libro, Manual de Instrucciones, ya dije que es la más breve de las cuatro que lo componen y sólo consta de ocho textos. Todas son, en efecto, “Instrucciones” (para llorar; sobre la forma de tener miedo; para entender tres pinturas famosas de Tiziano, Rafael y Holbein; para matar hormigas en Roma; para subir una escalera; para dar cuerda a un reloj. También dije que la primera no lleva título) todas ellas imposibles de entender desde el punto de vista racional. Son todas irónicas o simplemente cómicas, verbigracia la de matar hormigas en Roma.

Son muchos los ejemplos que pueden ofrecerse para ilustrar este tipo de imágenes pop. Ahí va uno: “Para llorar, dirigir la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el   hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.”  Otro: “Un señor está extendiendo pasta dentífrica en el cepillo. De pronto ve, acostada de espaldas, una diminuta imagen de mujer, de coral o quizá de miga pan pintada. Al abrir el ropero para sacar una camisa, cae un viejo almanaque que se deshace, se deshoja, cubre la ropa blanca con miles de sucias mariposas de papel.”

La reflexión sobre el tiempo se halla contenida, por supuesto, en las “Instrucciones para dar cuerda a un reloj”, donde entre otras cosas inferimos que  nos hacemos esclavos del tiempo del reloj, y que mientras el tiempo te regala cosas, el reloj te come; esto, en el  preámbulo a las instrucciones, y que cuando te regalan un reloj “no te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”, mientras en las instrucciones mismas viene, diríamos, la parte buena del tiempo de los relojes: “Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.”

 

 

 

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OCUPACIONES RARAS

 

La segunda parte del libro, Ocupaciones raras, consta asimismo de ocho textos, sólo que éstos un poco más extensos. El primero de ellos, “Simulacros”, está dedicado a la imagen de los patíbulos, tan sugerente, pues en ellos se encierra una suerte de poesía del crimen, y la literatura posee siempre esa virtud de invertir el valor de las imágenes para otorgarles un don estético. En “Etiqueta y prelaciones” nos encontramos con un abordaje de los sobrenombres y los circunloquios, los eufemismos usados por una familia para diferenciarse en su rango social de las otras, bajo la excusa de modificar las rutinas y las tradiciones. En otros textos se abordan motivos del descanso familiar  de la clase pequeño burguesa (“Los posatigres”) en una acerba crítica social contra la comodidad de esa clase, en donde se presenta la situación de las cañerías tapadas por el exceso de cabello en éstas, en una alusión oblicua a las situaciones domésticas que se vuelven insólitas. Un simple cabello puede ser motivo para desarrollar un texto rico en situaciones absurdas.

Entre estas situaciones familiares está la de la “Tía en dificultades” donde la circunstancia de la atención a los enfermos en un texto ciertamente magistral donde se registra ese hecho tan notorio de la fragilidad de la salud de una persona querida que teme caerse de espaldas, con los debidos obstáculos encontrados. La frase final “La vida sigue así, y no era peor que otras vidas” se continúa en el texto siguiente, “Tía explicada o no”.

Luego está el tema de la hipocresía formalizada a tal extremo que podríamos llamarla “muerte social”, como lo refleja el texto “Conducta en los velorios” el cual resulta ser el texto más extenso de esta parte y probablemente de todo el libro (aunque no pasa de las seis páginas) y posee un desenvolvimiento narrativo muy curioso: no describe mayores acciones externas, sino desplazamientos muy cortos en un ámbito funerario y gestos de los personajes, ni siquiera hay diálogos.

 

 

 

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CONDUCTAS PLÁSTICAS Y OCUPACIONES MARAVILLOSAS

 

La tercera parte del volumen, intitulada Material plástico es la más extensa de todas (26 textos) y está compuesta de piezas muy breves. La alusión al plástico no se capta muy bien, no se sabe si alude a lo almidonado, a lo artificial y acartonado de muchas  ocupaciones, trabajos, empleos, actitudes personales o formalidades visibles en cierto tipo de conductas. A mi entender es la sección que contiene más riqueza temática y literaria de todo el libro, incluso por encima de la celebrada Historias de cronopios y de famas que brinda el título al volumen.

Estas actitudes artificiales, “plásticas” o impostadas de ciertos personajes se expresan, por ejemplo, en la conducta de una secretaria ejecutiva que tiene un peculiar trato con las palabras: “Las palabras, por ejemplo, no hay día en que no las lustre, las cepille, las ponga en su justo estante, las prepare y acicale para sus obligaciones cotidianas.”También vemos cómo la poesía, otro ejemplo, está censurada en las oficinas.

En “Maravillosas ocupaciones” podemos percibir un desenfado visual y un cromatismo tan poderosos, que bien pudiera considerarse un poema narrativo pop, por antonomasia. Manteniendo en cada uno de los cuatro párrafos que lo componen el inicio “Que maravillosa ocupación…”1) Cortarle una pata a una araña.2) ir andando por el bulevar Arago contando los árboles.3) entrar en un café y pedir azúcar y 4) tomar el ómnibus, bajarse delante del Ministerio…) este poema en prosa no narra sino un breve viaje hasta un Ministerio en donde no ocurre nada concreto. Me permitiré citar el párrafo completo para indicar el ingrediente pop: “Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas…”

Algo similar ocurre en el texto siguiente “Vietato introdurre biciclete” en cuyo primer párrafo leemos: “En los bancos y casas de comercio de este mundo a nadie le importa un pito que alguien entre con un repollo bajo el brazo, o con un tucán, o soltando de la boca como un piolincito las canciones que me enseñó mi madre, o llevando de la mano un chimpancé con tricota a rayas. Pero apenas una persona entra con una bicicleta se produce un revuelo excesivo, y el vehículo es expulsado con violencia a la calle mientras su propietario recibe admoniciones vehementes de los empleados de la casa.”

 

 

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En esta defensa de las bicicletas –que funcionan como imágenes de libertad o frescura—el ingrediente pop es urbano, se vale del artefacto tecnológico y del instrumento más que del elemento natural, de la imagen desarrollada a través de algo puro (como una nube o un árbol, por ejemplo), mientras que en textos más surreales como “Conducta de los espejos en la isla de Pascua” los espejos toman las características del reloj, es decir, funden imágenes en el tiempo–las imágenes de Salomon Lemos– un personaje que tiene la duración de un párrafo en una página, es un antropólogo becado por la Fundación Guggenheim para hacer investigaciones en la Isla de Pascua, y termina reflejando épocas de su vida en aquellos espejos: yendo a la escuela, desnudo en una bañadera, enjabonado por su papá y su mama y diciendo “ajó” recién nacido frente a su tía Remedios; es decir, los espejos le reflejan toda su infancia de regreso.

 

Otro texto a mi entender pop es “Posibilidades de la abstracción”, el cual nos habla de la capacidad de abstraerse de la realidad que posee un personaje que trabaja con un Organismo Internacional como la Unesco (es, en efecto, el propio Cortázar), quien para poder tolerar la monotonía de una oficina donde “trabaja” y donde nada sucede, pone su mente en otras cosas e imágenes para imprimirles vida propia, y ponerlas a protagonizar a todos y cada uno en los días de la semana: el lunes se imagina orejas desparramadas o en fila por la oficina o la cantina, o volando; el martes son doscientos relojes pulsera sobrevolando las mesas, o cardúmenes de ojos opacos, o botones en los ascensores. Los miércoles les toca a las bolsas de papilla con corn flake o café con leche, o naranjas cayendo por las escaleras, o bocanadas de humo en volutas barrocas; al final, la imagen de unos tubos retorcidos hace desaparecer aquellas felices visiones. Luego este personaje evasivo pierde su empleo en el despacho; se entera por su secretaria que lloraba mientras le leía el decreto por el cual lo dejaban cesante. Escribe Cortázar al remate: “Para consolarme, decidí abstraer sus lágrimas, y por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida está llena de hermosuras así.” Creo que en este texto hemos llegado al cenit del pre- pop. Las imágenes prefiguran y coinciden con algunas visiones psicodélicas de El submarino amarillo, la analogía que se puede trazar con muchos colores contrastados, casi iridiscentes, como los de un Andy Warhol, por ejemplo.

En textos siguientes se abordan tópicos diversos, como los de la metamorfosis de los periódicos (“El diario a diario”) donde se nos sugiere que los escribas (los escritores) son el futuro de la literatura y se comen el mundo antes de que éste se acabe. Los escribas y sus obras, los libros, van invadiendo el planeta entero, inundan los mares, provocan el asombro de los gobiernos, de los países, los barcos, las islas, los transatlánticos. Un alegato extremo del poder de los escribas y los indetenibles libros con imágenes desbordadas de colores.

 

 

 

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“Acefalia” es el texto más célebre del libro, el más editado y citado y el más extremo, donde un señor sigue viviendo sin su cabeza y se sienta en el banco de un parque a contemplar a través del tacto mientras va palpando una hoja, una piedra, huele frituras en la calle, contempla un cielo pálido y sus propias manos, y finalmente también oye, oye un recuerdo, y nos cercioramos de que a ese señor le han cortado la cabeza y se acaba de confesar en la cárcel. Una obra maestra.

 

En “Qué tal, López” vemos cómo las formalidades pueden ahogar los encuentros entre las personas, limitan los saludos verdaderos. Aquí localizamos otra frase pop: “Pero las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas.”

En “Geografías” nos topamos con una burla a la antropología; luego hay una ironía sobre el progreso y los inventos en “Progreso y retroceso”, cuando alguien inventa un cristal que deja pasar las moscas. “Historia verídica” es otra pieza única que parte de la simple anécdota de un señor al que se le caen los anteojos, y ese solo hecho origina un texto filosófico, que vale la pena citar íntegro:

 

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas.

El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuentan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.

Ahora este señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la providencia son inescrutables y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.

 

En “Historia con un oso blanco” observamos el tratamiento del lenguaje descoyuntado a lo James Joyce. Parece a la vez un ejercicio de patafísica (Alfred Jarry siempre se filtra por ahí con sus locuras) o de automatismo psíquico surrealista, o las dos cosas a la vez. “Tema para un tapiz” toca el motivo del absurdo de la guerra, la batalla nunca ganada en que se embarcan los países cuando deciden pelear, encarnado esta vez en la presencia de un general avasallante. “Propiedades de un sillón” permite que el objeto central, “un sillón para morirse” sea usado para jugar nada menos que con la muerte, y que a esa muerte puede quitársele gravedad si se la aborda a través de un grupo de chicos traviesos que se divierten en engañar a las visitas, en ausencia de la madre. Sin embargo, el sillón conserva su imagen de descanso eterno.

 

 

 

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Otro caso de lenguaje descoyuntado y casi telegráfico (que suele tener un efecto cómico casi instantáneo) lo tenemos en “Sabio con agujero en la memoria” donde se revive la historia de un postulado al Premio Nobel, con la debida ironía a ese polémico premio cada día más venido a menos. Mientras en “Plan para un poema” el texto se burla, ironiza con el tema mismo del proyecto de un poema, siendo éste el de más inconexo y automático de los lenguajes usados. En el siguiente texto, la fábula “Camello declarado indeseable”, Cortázar suprime muchos verbos y artículos en el logro de un cuento cuya anécdota tiene como centro un camello al que no permiten pasar en una frontera; espera tanto, que muere de tristeza. En “Retrato de Casoar” Cortázar inventa un animal para tejer una fábula cruel, dando un paso adelante en la creación de lo que Borges llamo “seres imaginarios”, sólo que éste vive en un zoológico urbano.

 

Avanza Cortázar en esta parte del libro hacia la construcción de un texto que podría definirse como un poema de las gotas de lluvia en “Aplastamiento de las gotas” donde figuran incluso unas gotas suicidas. Sigue “Cuento sin moraleja”, donde se alude a los tiranos y a las tiranías en un texto político que contiene algunos de los pocos diálogos usados por Cortázar en este libro. La narración nos dice que: “…un hombre vendía gritos y palabras, y le iba muy bien, aunque encontraba mucha gente que discutía los precios y solicitaba descuentos”, pero  termina tocando el delicado asunto de las torturas. Un texto político penetrado de humor negro.

El último texto de esta parte es uno de los más celebrados y citados de Cortázar, “Las líneas de la mano”, y ciertamente uno de los más perfectos en el sentido en que despliega, palabra a palabra, un formidable suspense que nos permite considerarlo un miniclásico del cuento policial, pues la línea que sale de la carta tirada sobre una mesa es exactamente la que protagoniza todo el relato; su recorrido define su final hasta la palma de una mano que se cierra sobre una pistola, lo cual nos permite inferir que esa pistola pertenece a un suicida, quien es justamente el que ha escrito la carta.

 

 

 

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FAMOSOS CRONOPIOS

 

Ahora entramos propiamente en materia de cronopios, famas y esperanzas. La primera y aún incierta aparición de los cronopios, lo que Cortázar llama “Fase mitológica” consta sólo de cuatro textos. Las costumbres de los famas ya se dibujan en el primer párrafo, la tipología de tales personajes. Tenemos que los famas bailan catala delante de los almacenes, y a las esperanzas no les gusta eso (…) Los cronopios son verdes y húmedos, dice Cortázar Y nosotros agregamos: también apacibles, discretos, generosos, sentimentales, impuntuales y distraídos; los famas exhibicionistas, pedantes, meticulosos, interesados. En “Viajes” –ya hemos entrado a la segunda parte—se da una idea bastante completa de las costumbres de  famas y cronopios. Cuando viajan sus costumbres suelen ser antitéticas: los cronopios metódicos, dijimos, mientras los famas se abandonan al azar; mientras “las esperanzas son sedentarias y se dejan viajar por las cosas y los hombres” (…) los famas embalsaman sus recuerdos y los cronopios son desordenados y tibios, las casas de los famas son ordenadas o silenciosas y en las de los cronopios hay bullas y puertas que golpean.”

 

En el texto “Relojes” encontramos que el tiempo de los cronopios puede comerse con sal. Más allá de la mera descripción, debemos decir que el tiempo es uno de los motivos centrales en la obra de Cortázar, aquí abordado desde las formas ms diversas, especialmente en la imagen de los relojes. Insisto de nuevo en la naturaleza pop de la imagen del tiempo que ofrece el escritor, al compararlo con una flor: “Al llegar al corazón del tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro, el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.”

 

Hablando de estos cómputos, el tiempo se va a las mediciones de temperatura, al termómetro de vidas (”algo entre termómetro y topómetro, entre fichero y curriculum vitae”), mientras en otra parte se establecen nuevas “categorías” (en el texto “El almuerzo”), en este caso el cronopio representa la Supervida (más por poesía que por verdad, aclara), la fama la Infravida y la esperanza la Paravida. Todo ello explicado y servido durante un almuerzo. Mientras tanto, la relación Pobre-Rico se establece en “Pañuelos” cuando un fama rico tira pañuelos usados al cesto de la basura, y la sirvienta los recoge para lavarlos. Ella duda de si es en verdad para lavarlos o para tirarlos definitivamente, y el fama rico la llama idiota, porque no había que preguntar. “Desde ahora lavarás mis pañuelos y yo ahorraré dinero”, le dice el fama.

 

            La imagen pop vuelve a tener dominio en “Comercio”. Aquí vemos que los famas han puesto una fábrica de mangueras, mientras los cronopios son los obreros de la fábrica. Veamos dos de éstas imágenes: “En todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula”. Más adelante: “Las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplieron el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas.” O: “Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros”.

 

 

 

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Regar jardines verdes con mangueras rojas es de por sí una imagen pop: impera el contraste de colores: el objeto manguera deslizándose en la grama verde es casi iridiscente; ello forma parte del deseo de un cronopio verde y húmedo. Por su parte, los camareros que sirven pescado mientras dan suspiros en un banquete de famas, puede constituir otra imagen de esta naturaleza.

 

La “Filantropía” como manera de ofrecer limosnas sociales constituye una crítica mordaz de los poderosos (los famas), quienes pueden ofrecer temporalmente la caridad, como por ejemplo llevar a una esperanza de paseo, o si está hambrienta darle comida en su mansión hasta que se restablezca. Otras características: los famas son buenas y las esperanzas bobas (“El canto de los cronopios”); cuando los cronopios cantan, las esperanzas y los famas no comprenden mucho su arrebato; aún así lo aplauden al cronopio, y el propio cronopio termina por aplaudirse a sí mismo (pobrecito). De seguidas tenemos la “Historia” de apenas cinco líneas (el texto más breve del libro) donde se nos informa del despiste de un cronopio en la calle. Se trata de un cronopio pequeñito que busca la llave de una puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta”. Aunque parezca simple, la acción es enrevesada, es como buscar una llave para salir y entrar a un mismo tiempo, sin saber cuál de las dos acciones debemos ejecutar primero. Digamos que es, a la vez, la historia de un despiste y la de un despiste histórico.

 

Un acercamiento a las falsas virtudes, o a las virtudes que se adquieren o compran a plazos, esa pretensión de la clase media acomodada de presentarse como perfecta, es lo que advertimos en “La cucharada estrecha”: una pócima para alcanzar las virtudes a través de las dosis por cucharadas de un jarabe, tal como las indican los médicos para una tos cualquiera.

 

En el texto siguiente, “La foto salió movida”, las confusiones cotidianas (el concepto surge de un cuento de Kafka) de los cronopios son parte del azar natural de la vida, los accidentes se hacen visibles como elementos necesarios para asombrarse, confusión que empieza cuando un cronopio va a abrir la puerta de la calle (obsérvese: de la calle, no de la puerta), de modo que cualquier cosa puede suceder: “… a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música…” Se trata de un texto del arte del absurdo que confiere al absurdo un valor poético.

 

 

 

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En “Eugenesia” se aborda la parte moral de los cronopios cuando éstos asumen que no desean tener hijos. La ética no libidinosa de los cronopios les permite decirles a los famas que les engendren los hijos a sus mujeres, y luego ellos los crían a su manera. Hay que imaginar esta clase de transgresión, llevada a un extremo dentro del campo sexual, insinuada por Cortázar para sus personajes principales.

 

Los ñatos y los carpinchos son dos nuevas invenciones de Cortázar en el texto “Su fe en las ciencias”,  protagonizado por una esperanza que cree en los tipos fisonómicos, y en este caso los ñatos y carpinchos desean beber y comer a expensas de las esperanzas.

 

La burocracia es enemiga de la libertad cronopia, parece decirnos “Inconvenientes en los servicios públicos”. Un cronopio es nombrado Director General de Radiodifusión. Ello es considerado un desastre, pues suele mancillar las tradiciones de la patria, por lo cual el cronopio debe ser fusilado por un pelotón de famas. Un texto ciertamente amargo. En cambio, un humor suave y tierno se palpa en “Haga como si estuviese en su casa”, el cual nos habla de las costumbres de una esperanza, un fama y un cronopio en el momento de agregarles algo a sus casas, y de las leyendas que colocan el cronopio y la esperanza en sus baldosas, leyendas que dejo a la curiosidad del lector.

 

Un poema completo lo constituye “Terapias”, donde un cronopio médico receta ramos de rosas a sus pacientes para curarlos, ramos que no deben ser devueltos jamás al médico cronopio por el riesgo de que éste caiga enfermo. La comida como forma de felicidad (“Los exploradores”), el odio necesario para la educación de un príncipe (“Educación de príncipe”) y un fama y un cronopio amigos que se van juntos a la oficina de correos a poner unas cartas (“Pegue la estampilla en el ángulo superior derecho del sobre”) son lossiguientes. En éste último, el fama logra enviar la suya y el cronopio no, pero son tan amigos que las misivas pueden llegar hasta donde están sus esposas,       — amigas entre sí– a quienes han dirigido las cartas sin ningún inconveniente, eso es lo que está implícito. La fuerza de la amistad se pone de relieve aquí, pese a todas las diferencias entre ellos.

 

El asunto de las comunicaciones (“Telegramas”) se continúa aquí, expresado en el estilo telegráfico de Cortázar que conduce inevitablemente a la risa. “Sus historias naturales” cierra el libro a través del poder hilarante de historias que son cinco fábulas con animales. En todas ellas (“León y cronopio”, “Cóndor y cronopio”, “Flor y cronopio”, “Fama y eucalipto” y “Tortugas y cronopios”) se transmite una peculiar belleza donde se mezclan el humor, la ternura, las aves o las flores en el logro de un final muy equilibrado para el libro.

 

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PERSPECTIVA DEL MICRORRELATO

 

Hice estas breves sinopsis de las historias con el único objeto de mostrar constantes y evidenciar temas, y a la vez realizar un mapa de imágenes que puedan concatenarse a lo que vengo sosteniendo acerca del influjo pop, movimiento que vendría a desarrollarse durante los años 60 en las artes plásticas, la música, el cine y la literatura en varias ciudades de América, tanto en Estados Unidos como Argentina, Chile, Colombia, Venezuela y tantos otros países, como un movimiento que implosionó–desde el punto de vista sensorial y conceptual– los usos, costumbres, tradiciones y actitudes; muchas de ellas pacatas, otras francamente decadentes, que se venían adoptando respecto a los comportamientos sociales, reglas de obediencia familiar o política, y un respeto exagerado y a veces malsano hacia las instituciones que propiciaban tal decadencia, lo cual incluía una cuasi adoración al progreso material y al enriquecimiento individual como metas casi absolutas de redención ideológico–social, en detrimento del secuestro de las libertades individuales y de progresos comunitarios reales.

 

En cuanto al ejercicio de la prosa, el asunto no era menos convencional por entonces. La novela realista y naturalista había comenzado a palidecer en América Latina, a pesar de las grandes novelas de la tierra surgidas en el continente, escritas por Ciro Alegría, Jorge Icaza, Ricardo Guiraldes, Rómulo Gallegos, Mariano Azuela, Agustín Yáñez o Martín Luis Guzmán, para citar a algunos autores que desarrollaron sus obras en el siglo XX desde la década de los años 20 hasta la década de 1940. Justo a partir de la década de los años 50 se empiezan a operar una serie de cambios de perspectiva en la narrativa hispanoamericana que venían anunciados en unos relatos o novelas marcados por un elemento fantástico o alucinante, reacio a los cánones del realismo telúrico o del realismo social, transgresor tanto desde el punto de vista de la estética, como por una voluntad de cambio originada por las vanguardias históricas, que son precisamente contra las que reaccionan movimientos como el pop art o el arte psicodélico.

 

Me parece que el cuento, como forma literaria, presenta casi siempre elementos más innovadores que los de la novela. En América bástenos citar los casos de Machado de Assis y a Horacio Quiroga, quienes desde la lengua portuguesa el primero y la castellana el segundo, fueron los grandes pilares renovadores de nuestra narrativa desde los inicios del siglo XX. A éstos se sumarían luego los románticos y modernistas, los costumbristas y los naturalistas, para dar paso a los cuentistas que desde los años 50 de ese siglo intentarían salirse de estos esquemas, tales son los casos de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Felisberto Hernández, Julio Garmendia,  Juan Rulfo y el propio Julio Cortázar, quienes se encargarían de introducir cambios sustantivos en los puntos de vista, los  temas, el lenguaje, la introspección, la alucinación, la filosofía especulativa, los ludismos espacio-temporales, el humor como elemento de deconstrucción y crítica social, la investigación en la naturaleza estética de las imágenes o el poder de síntesis de las palabras, tan propios del microrrelato, un género camaleónico que al finales del siglo XX toma del periodismo, la crónica, la poesía, la noticia, el chiste, para hacer parodias cáusticas de la sociedad y las costumbres, y tratando también de traducir una serie de preocupaciones audiovisuales donde se mezclan las historietas, el cine y el video, y finalmente los medios digitales, donde los microrrelatos han tenido una inmensa aceptación.

 

 

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La proximidad con el elemento poemático, el ritmo distinto y sincopado de la prosa, las imágenes atrevidas e impactantes se producen en la línea de los maestros fundadores del arte fantástico como el alemán Ernest Theodor Hoffman y el estadounidense Edgar Allan Poe, quienes desde el siglo XIX incuban de manera decisiva la vertiente de una literatura no realista. Tal legado se extiende a buena parte de la literatura de ficción en lengua castellana expresadas en los microrrelatos de escritores como Virgilio Piñera (Cuba), Augusto Monterroso (Guatemala), Julio Torri (Argentina), Pablo Palacio (Ecuador), Juan José Arreola (México), Julio Garmendia (Venezuela) y el propio Julio Cortázar, quienes no dudan en adoptar las formas breves y combinadas para expresar sus preocupaciones e interrogaciones. Hago esta necesaria digresión para poder contextualizar el libro de Cortázar; aclaro que no pretendo hacer un paralelo de este libro con ninguna otra obra popo psicodélica, simplemente subrayo que las prefigura, señalando elementos comunes de estas tendencias con la obra de Cortázar. En efecto, Historias de cronopios y de famas se corresponde muy bien con la tradición de las formas breves que, luego de muchas denominaciones, vendría a tomar a finales del siglo XX el nombre de microrrelato, un texto consolidado que ya no admite discusión como escritura establecida, para no decir canónica, palabra ésta que tiene que ver más con parámetros eclesiásticos aplicados por la academia a la literatura.

Es de hacer notar que éste libro, con otro de textos breves, Un tal Lucas (1979) son los únicos libros de Cortázar que pueden ser considerados de microrrelatos. Un tal Lucas concentra sus acciones en el personaje Lucas (que muchas veces atrae hacia sí los gustos y preferencias personales del propio Cortázar) y el segundo el único donde se desarrollan propiamente estos personajes, que pese a haber sido tan celebrados, el escritor renuncia a hacer otros textos donde éstos aparezcan de nuevo (2). Él logra acuñarlos en varios niveles de la conciencia estética (y moral, me atrevería a decir, aunque el autor no se lo haya propuesto) de América Latina y el mundo, y de qué modo. Se han vuelto imborrables en todos nosotros, y tal vez pasarán a ser encarnaciones, figuras o arquetipos de actitudes de nobleza, honestidad, sinceridad  y de una rara poesía, o de sus antípodas.

 

 

  • “Sexta clase. Lo lúdico en la literatura”. En: Julio Cortázar, Clases de Literatura, Berkeley,1980. Alfaguara, 2013, pág.184.

 

  • En una edición póstuma de textos de Cortázar se incluyeron tres cuentos inéditos, bajo el título de Historias de cronopios. Estos son “Vialidad”, “Almuerzos” y “Never stops the press”. Julio Cortázar, Papeles inesperados, Alfaguara, 2009, pág. 115-117.

 

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Un comentario
  • GABRIEL JIMENEZ EMAN
    mayo 17, 2016

    ¿Quien hizo ese estupendo dibujo de Cortázar con el cabello aire en fondo amarillo? Parece que esta esperando al submarino de Los Beatles para dar un paseo por el cielo!….

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