GAUDEAMUS, UN CANTO DE AMOR AL ALMA MATER. COMENTARIO DE JOSÉ LUIS NAJENSON

 

 

1 Alfredo Pérez Alencart y la facha de la Universidad de Salamanca

Alfredo Pérez Alencart y la fachada de la Universidad de Salamanca

 

 

Crear en Salamanca tiene el placer de publicar este comentario que, sobre la última antología de A. P. Alencart, ha escrito José Luis Najenson (Córdoba, Argentina, 1938), quien ahora reside en Ashdot (Israel), y quien ha obtenido varios premios literarios y publicado libros de cuento, poesía y novela; entre ellos: Tiempo de arrojar piedras (cuentos, México,1981); Pardés-Sefarad (poesía, Premio Villa de Martorell, España,1995); Memorias de un erotómano (cuentos, Caracas, 1991); Diario de un Voyeur (novela, Vigo, 2002); Periplo Judeo-Andaluz, poemas; en El suspiro del moro (Zaragoza, España, 2003); Licantropía y otros cuentos sublunares (Buenos Aires, 2003, Primer Premio, Ed. Los Cuatro Vientos); El juego ha terminado (novela corta para jóvenes, Quito, 2007). E-Books: Cuentos con el Otro Borges y Otros Escritos (Buenos Aires, 2010); El Secreto del General (novela, Madrid, 2010), Aquí hay gato encerrado (cuentos, Madeira, 2011) y ‘Tétrada salmantina y otros poemas fantásticos” (Salamanca, 2017). Ha sido Director Literario del Instituto Cultural Israel-Iberoamérica, de Jerusalén, y es Miembro Correspondiente en Israel de la ANLE (Academia Norteamericana de la Lengua, desde 2002).

 

 

 

2 Plaza Mayor, foto de José Amador Martín

 Plaza Mayor, foto de José Amador Martín

 

 

GAUDEAMUS, UN CANTO DE AMOR AL ALMA MATER

 

El poemario más reciente del conocido poeta y profesor Alfredo Pérez Alencart, es un canto de amor a Salamanca, a la que llama su «segunda ciudad Matria» y a la Universidad de Salamanca que viene a ser su segunda Alma Mater. Amor que a menudo se convierte en pasión, como cuando escribe, en el poema que encabeza este magnífico libro:

 

«Salamanca,

gran temperatura

palpitando

desde mi Universidad…»

 

Sus versos recorren y acarician las aulas y los corredores, los rincones y los patios de la benemérita y docta casa, como si fueran los encantos de una mujer amada. No es un amor reciente, porque ya lleva, como él confiesa, «treinta y tres años de connubio» y su ofrenda reúne versos de todo ese tiempo y esa cifra, que es como una vida simbólica.

 

 

 

3 Medallón de Fray Luis de León, foto de José Amador Martín

Medallón de Fray Luis de León, foto de José Amador Martín

 

 

También ha descubierto que en Salamanca «cohabitan los tiempos» y que la misteriosa presencia de Fray Luis de León y Don Miguel de Unamuno, entre otros, se percibe en sus claustros como una esencia rediviva, y así lo admite:

 

«Pasa que pernocto en Salamanca sólo para que Fray Luis

se me descuelgue desde el recuerdo carnoso de sus liras,

desde su cuaderno de deberes que va cayendo -siempre vivo-

la noche arrugada que le planteo conversa»

 

 

 

4 Unamuno, foto de José Amador Martín

Unamuno, foto de José Amador Martín

 

 

O cuando le habla a Don Miguel:

 

«¡Oh señor de Libreros señor de Unamuno…

!Evangelíceme, hágalo sin estampitas ni mentecatadas! ¿Qué

habrá excomunión? Gracias a Dios, gracias…»

 

Otra cualidad de Salamanca que se le ha revelado, incluso antes de llegar a ella, es el misterio de su llamada, cuando dice, en el breve y bello poema «Mi Universidad»:

 

«Me llamaba con aleteos

inverosímiles, de esos

que no es posible

desertar.

Misterio alzado

tras cruzar los mares…»

 

¿Será que a veces Salamanca elige a sus galanes? Quizá, y tal vez por ello albergó y alberga en su seno a tanta célebre pluma.

 

 

 

5 Alfredo Pérez Alencart con su antología (foto de José Amador Martín)

Alfredo Pérez Alencart con su antología (foto de José Amador Martín)

 

 

Yo lo comprendo, a mí me pasó algo parecido con mi segunda Alma Mater, la Universidad de Cambridge, también antigua, venerable, emblemática y sabia, cuando tuve el privilegio de doctorarme en sus claustros. Fueron menos años pero igualmente fervientes; si bien, en mi caso, ella me parecía una diosa y yo sólo era el aprendiz peregrino que dejaba una ofrenda a sus pies, también hecha de palabras.

 

En cuanto a Salamanca, que conocí cuando fui invitado a uno de sus congresos de poetas, dedicado nada menos que al Hidalgo Poeta y al Quijote, quedé prendado de ella y, como admirador, le dediqué un manojo de versos.

 

 

6 Alfredo Pérez Alencart en el Patio de Escuelas Menores de la Usal (foto de Jacqueline Alencar)

Alfredo Pérez Alencart en el Patio de Escuelas Menores de la Usal (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

7 José Luis Najenson leyendo en el Teatro Liceo (Foto de José Amador Martín)

José Luis Najenson leyendo en el Teatro Liceo (Foto de José Amador Martín)

 

 

 

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