GAUDEAMUS, DE ALFREDO PÉREZ ALENCART. UN HIMNO A LA UNIVERSIDAD DE LA CIUDAD DORADA

 

 

1 Alfredo Pérez Alencart con su Gaudeamus, en el Colegio Fonseca (foto de Jacqueline Alencar)

Alfredo Pérez Alencart con su Gaudeamus, en el Colegio Fonseca (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar  el comentario que, sobre la antología ‘Gaudeamus’ de A. P. Alencart, ha escrito Leocádia Regalo (S. Jorge – Açores, Portugal, 1950). Licenciada en Filología Románica por la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra, ejerció funciones  docentes y de formación de profesores  en la enseñanza secundaria y superior, estando ya jubilada. Escritora, ensayista y traductora, publicó obras de carácter científico y pedagógico, teniendo colaboraciones dispersas, especialmente crítica literaria, en revistas, periódicos y blogs. Como poeta,  publicó su primer libro, ‘Pela Voz de Calipso’, en 1998, seguido de ‘Sob a Égide da Lua’ (Palimage Editores, 1999).  ‘Passados os Rigores da Invernia’ aparece en 2003, en la Editorial Caminho. Años más tarde aparecen ‘Tons do Sul’, en 2011 y, en el ámbito de la literatura infanto-juvenil, Lia no país da poesia (2014), integrado en el Plan Nacional de Lectura, ambos con edición de Terra Ocre / Palimage. ‘A duas vozes / A dos voces’ (Trilce,  Salamanca, 2018) es su último poemario, esta vez junto al notable poeta brasileño Álvaro Alves de Faria. Está representada en varias antologías.

 

 

 

2 Salamanca (fotografía de José Amador Martín)

Salamanca (fotografía de José Amador Martín)

 

 

 

GAUDEAMUS, DE ALFREDO PÉREZ ALENCART.

UN HIMNO A LA UNIVERSIDAD DE LA CIUDAD DORADA

 

 

Salamanca es una ciudad que cautiva a cualquier forastero. En ella encontramos una estética arquitectónica y urbana propia de la urbe medieval, donde imperan los palacios, las torres, las catedrales, las iglesias, los monasterios y, sobre todo, las plazas, destacándose la Plaza mayor, un punto de encuentro de fama europea. Hay ciudades que son espacios más o menos organizados; otras son atmósferas donde se vive la historia que nos hace regresar al pasado, el arte en cada piedra, en cada monumento, la intelectualidad y el saber que se respiran en los vetustos espacios. Salamanca reúne todas estas virtudes, respirándose siempre un aire de ciudad renacentista que mantiene en su centro histórico el alma castellana, sublimada en grandes personajes emblemáticos de la cultura de España.

 

En la efeméride de los 800 años de su Universidad, Alfredo Pérez Alencart, poeta peruano-salmantino que eligió esta ciudad para vivir, estudiar, enseñar, trabajar, crear, escribir, reúne poemas de evocación, celebración y gratitud, escritos a lo largo de 33 años, en una antología intitulada Gaudeamus (Edifsa, Salamanca, 2018), que resulta un himno sublima a la Universidad de la ciudad dorada.

 

 

 

 

3 Fachada y estatua de Fray Luis, pintura de Miguel Elías

Fachada y estatua de Fray Luis, pintura de Miguel Elías

 

 

Gaudeamus, forma verbal del latín medieval, constituye de partida una invitación a la lectura de estos poemas bajo el signo de la satisfacción, del júbilo, del regocijo, de la alegría, de la celebración, de la fiesta. La alegría es un sentimiento que se encuentra ampliamente manifestado en la poesía de Alencart, no como forma de alienación y sentimiento superficial de euforia, sino como felicidad interior, cultivada como estado de gracia que es justificado por una aptitud de plena asunción de las vivencias íntimas, en su plenitud y realización, en una perspectiva existencialista positiva. Para esa alegría contribuye un amplio sentido de civismo, de solidaridad, de ciudadanía y de humanidad, que la torna impulsora de una creación poética que reivindica una consciencia reflexiva y actuante. El poema ‘Alegrémonos pues’ (pág. 21) nos reenvía de inmediato hacia el título de esta antología, que enaltece el espíritu humanista y abierto de la perennidad de las “Aulas encantadas” donde “el joven endereza el torso y se erige desde dentro, desblinda su oído, se anuda alrededor de palabras  de gran temperatura, se pertrecha de fórmulas contra la caja fúnebre de la intolerancia”. Se trata de una exhortación a la alegría del compartir, de la convivencia saludable, del intercambio de saberes  “bajo el encendido cielo de Salamanca”, “bajo estas bóvedas, sin mezquindad”. Himno  a la creación y al descubrimiento del conocimiento – “Alegrémonos, que reverdece.” –  a la  Universidad de Salamanca, la más antigua de España, con un pasado notable en lo referente al culto del pensamiento y de las Artes, especialmente la Poesía, siendo la ciudad el lugar del Encuentro de Poetas Iberoamericanos, ya en su 21.ª edición organizado por Alfredo Pérez Alencart.

 

 

 

4 Invitados a uno de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos, en la Biblioteca Histórica de la Usal (Fotografía de José Amador Martín)

Invitados a uno de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos, en la Biblioteca Histórica de la Usal

(Fotografía de José Amador Martín)

 

 

En su lirismo de vertiente laudatoria, el poeta no solo hace un homenaje a la Universidad de Salamanca, a sus recintos, a sus personajes de renombre que la distinguen, a las personas de forman parte de ella, sino también al ambiente de la ciudad, hospitalaria y académica. Así, fascinado por esa atracción, el joven que viene a Salamanca “despierta en una ciudad lejana” y abre los ojos y el corazón a un lugar que le va a cautivar para siempre, como si fuese una predestinación – “la ciudad unida a su destino” (Llegada, p. 35). Es aquí que los sueños se cumplen a pesar de vicisitudes y temores, en la distancia de los orígenes (“Abro los ojos/ y desamarro los límites/ a dos mundos que comienzan/ en el lugar exacto de la ausencia”). Como constante aprendiz, se integra en este mundo porque íntimamente lo eligió para vivir sus días, en esa fidelidad a la ciudad donde desea permanecer para siempre. Cuando se llega a Salamanca, el tiempo rapta al forastero que se deja abrazar largamente y el deseo de todo saber está consustanciado en la metáfora del “cáliz” que íntimamente es libado, como queda claro en el poema inaugural ‘En Salamanca, en su Universidad’ (p.15).

 

 

 

4A Estatua de Fray Luis (foto de José Amador Martín)

Estatua de Fray Luis (foto de José Amador Martín)

 

 

Bajo la égida de Fray Luis de León, “el sabio aprendiz” (p. 16) que fue encarcelado por la Inquisición por haber traducido para la lengua vernácula libros de las Sagradas Escrituras, especialmente el Cantar de los Cantares, el ejemplo de humildad es evocado como camino de integridad y de valentía, y el poeta se permite también, en una situación anacrónica y en una conversación informal y sabrosa, interpelar a “don Luisito”, trayéndolo para “este reino”. Una evocación de la personalidad impar y de la resonancia de la obra de este místico-teólogo en el poeta, que es traído a la realidad por otro grande vate, su contemporáneo Álvaro Mutis”, que también interviene en este encuentro sombrosos, exclamando: “Ay desterrado! Aquí terminan todas tus sorpresas” (p. 17).

 

El lugar del silencio y la percepción de la eternidad son encontrados en ese “altar permanente” que es el Aula de Fray Luis. Utilizando su expresión “Dicebamus hesterna die”, el sujeto lírico la expande para en ella beber la fuerza del presente y la promesa del futuro  – “el ayer se me hace un hoy/ defendiendo su mañana” (p. 37). En el exterior, el sol ilumina la cúpula catedralicia, pero el sujeto poético siente un vivo llamado en la oscuridad interior de esa sala del aula donde resuena, atravesando siglos, la voz y la palabra de Luis de León. Entonces se cree abrazado por esa memoria que le trae todo el aliento e incentivo para usar la palabra en el presente: “Decimos hoy” (p. 29) es un poema dedicado al “Poeta que no envejece/ ni en cinco siglos a la redonda”. En él se realza la inmortalidad y la perennidad de su obra y de su ejemplo de fuerza interior para resistir los inicuos procesos inquisitoriales.

 

 

 

5 Pintura de Miguel Elías

Pintura de Miguel Elías

 

 

Otro personaje de la Usal, eminente rector, consagrado pensador, Miguel de Unamuno, es es reverenciado como “pasión para entrañar su ejemplo y recobrar la senda de su propio cuerpo, en esta Ciudad-Patria que es suya y es mía” (p. 59). En varios textos, Alencart rinde homenaje al ilustre catedrático, eligiéndolo como “sementera y centella atada a la piedra de Villamayor” y apuntando varias dimensiones del carisma del escritor-filósofo, que  “publicaba en América para sitiar Europa; se dejaba traducir en Europa para así asomarse al mundo” (p .49), revelando su excepcional integridad y libertad de espíritu. Su frase “Venceréis pero no convenceréis” es el título de otro poema (p. 27), donde Alencart pone de relieve los valores cultivados por Unamuno, en su constante lucha por la justicia social, por una España  amenazada  y por la práctica  de un cristianismo de ejemplo y equidad.

 

 

 

5A Retrato de Unamuno, de Miguel Elías

Retrato de Unamuno, de Miguel Elías

 

 

En el poema Oh Señor de Libreros, Señor de Unamuno (p. 19), en tono de oración impregnada de fina ironía, el poeta trae al gran personaje de la Calle Libreros hacia el tiempo actual de las nuevas tecnologías (“Anote el número del móvil que no tengo! Llámeme con su voz que despierta españas!”), suplicándole: “Evangelíceme, hágalo sin estampitas ni mentecatadas!”, y recuerda  que Unamuno sigue siendo la voz que protesta y reforma apartando a los mercaderes del templo. Su íntima admiración se manifiesta en El Cristo de Unamuno, poema de auténtica identificación con la perspectiva de fe en que Cristo es visto como un ejemplo, presencia constante en el corazón del justo y del humilde.

 

La presencia de de Unamuno también queda inscrita en un conjunto de fragmentos poéticos a él consagrados, bajo el título La piedra en la lengua (Unamuniana al alimón), traducidos en siete idiomas por siete poetas y profesoras, homenaje al pensador y al reformador bajo esta certeza: “Lo que perdura lleva tu nombre/ por la ciudad dorada”.

 

Protagonistas del pasado que quedaron en la Historia, como Pedro de Osma, Abraham Zacut, Nebrija, Amato Lusitano, Don Diego de Castilla, entre otros, son recordados en diversos poemas que viene a comprobar la vastísima tradición salmantina en la erudición académica. Del mismo modo, Carlos Palomeque, decano da facultad de Direito, el escritor Aníbal Núñez, el pintor Miguel Elías, también profesor da Usal, o Victoria Muñoz, trabajadora de la limpieza, son enaltecidos en la dimensión de los afectos que siempre sabe tributar Alfredo Pérez  Alencart a quien con él estima.

 

Espacios, recintos, monumentos, piedras, bóvedas, arcos, plazas, calles, acogen al poeta que nunca se sintió exiliado en esta Ciudad Dorada y que en ella vive con el corazón abierto a todas las aventuras y asedios que ella le proporciona. Su poesía es muy reveladora de una inmensa capacidad de entrega y gratitud, que hacen de ella no solo un registro personal de una vertiente epigramática, sino también la celebración de la alegría de pertenecer a una universidad que es “humus” porque es “palabra” e “idea” (A la Universidad de Salamanca, p. 39).

 

 

6 Biblioteca Histórica de la Universidad (foto de José Amador Martín)

Biblioteca Histórica de la Universidad (foto de José Amador Martín)

 

 

 

 

Al leer el poema a una sequoia (p. 40), se me ocurre una analogía que establezco entre el árbol ancestral y el poeta. Este encontró en Salamanca la ciudad-matria que lo acoge hace más de cinco lustros, tal como el “oscuro pájaro” que “enmudece de lealtad por su inmenso albergue” en esa sequoia que “echó raíces en dura tierra castellana”. Alencart es el ciudadano que se preocupó por integrarse en la vida de esta ciudad, entregándose al gozo de reunir esfuerzos y motivaciones para hacer de la Poesía el punto de encuentro de varias latitudes culturales, especialmente de América Latina, donde tiene raíces, y de Iberia, sabiendo conjugar una vivencia de profunda espiritualidad con el culto de la simplicidad de la vida, que él, de forma despojada, menciona en su poesía de los cotidiano, marcada por los valores inequívocos del compartir y de la integridad de principios. Celebremos, pues, esta antología que, de forma tan convincente, hace justicia al título – Gaudeamus – como un himno a la Ciudad Dorada donde el poeta es heraldo de la cultura y comulga de las tradiciones salmantinas en esa Canción de las copas de vino (p. 91), musicalizada y cantada por “Titín” Molina, que eterniza a la Plaza Mayor, casa a cielo abierto del Ayuntamiento, sala de visitas de Salamanca, corazón de la buena y alegre convivencia de vecinos y turistas, dentro de su perímetro poblado de arcos y sombras que acogen calurosamente a todo viandante, en esa atmósfera única que se vuelve inolvidable.

 

                                               Coimbra, Novembro de 2018

 

 

7 Plaza Mayor (fotografía de jacqueline Alencar)

Plaza Mayor (fotografía de jacqueline Alencar)

 

 

 

GAUDEAMUS DE ALFREDO PÉREZ ALENCART-

UM HINO À UNIVERSIDADE DA CIDADE DOURADA

 

Salamanca é uma cidade que cativa qualquer forasteiro. Nela encontramos uma estética arquitectónica e urbana própria da urbe medieval, onde imperam os palácios, as torres, as catedrais, as igrejas, os mosteiros e sobretudo as praças, destacando-se a Plaza Mayor, um ponto de encontro de fama europeia. Há cidades que são espaços mais ou menos organizados; outras são atmosferas em que se vive a história que nos faz regressar ao passado, a arte em cada pedra, em cada monumento, a intelectualidade e o saber que se respiram nos vetustos espaços. Salamanca reúne todas estas virtudes, respirando-se sempre um ar de cidade renascentista que mantém no seu centro histórico a alma castelhana, sublimada em grandes vultos emblemáticos da cultura de Espanha.

 

Na efeméride dos 800 anos da sua Universidade, Alfredo Pérez Alencart, poeta peruano-salmantino que elegeu esta cidade para viver, estudar, ensinar, trabalhar, criar, escrever, reúne  poemas de evocação, celebração e gratidão, escritos ao longo de 33 anos, numa antologia intitulada Gaudeamus, que resulta num hino sublime à Cidade Dourada.

 

 

 

8 Patio de Escuelas Menores (foto de José Amador Martín)

Patio de Escuelas Menores (foto de José Amador Martín)

 

 

Gaudeamus, forma verbal do latim medieval, institui à partida um convite à leitura destes poemas sob o signo do gáudio, do júbilo, do regozijo, da alegria, da celebração, da festa. A alegria é um sentimento que se encontra amplamente manifesto na poesia de Alencart, não como forma de alienação e sentimento superficial de euforia, mas como felicidade interior, cultivada como estado de graça que é justificado por uma atitude de plena assunção das vivências íntimas, na sua plenitude e realização, numa perspectiva existencialista positiva. Para essa alegria, contribui um largo sentido de civismo, de solidariedade, de cidadania e de humanidade, que a torna  impulsionadora  de uma criação poética que reivindica uma consciência reflexiva e actuante. O poema  Alegrémonos pues (p.21) reenvia-nos de imediato para o título desta antologia, que enaltece o espírito humanista  e aberto da perenidade das “Aulas encantadas” onde “el joven endereza el torso y se erige desde dentro, desblinda su oído, se anuda alredor de palabras  de gran temperatura , se pertrecha de fórmulas contra la caja fúnebre de la intolerancia”. Trata-se de uma exortação à alegria da partilha, do convívio saudável, da troca de saberes “bajo el encendido cielo de Salamanca”, “bajo estas bóvedas, sin mezquindad”. Hino à criação e à descoberta do conhecimento – “Alegrémonos, que reverdece.” –  à Universidade de Salamanca, a mais antiga de Espanha, com um passado assinalável no tocante ao culto do pensamento e das Artes, nomeadamente a Poesia, sendo a cidade  palco do  Encuentro de Poetas Iberoamericanos,  já na 21.ª edição, organizado por Alfredo Pérez Alencart.

 

 

 

9 Fray Luis, pintura de Miguel Elías

Fray Luis, pintura de Miguel Elías

 

 

No seu lirismo de vertente laudatória, o poeta não só faz uma homenagem à Universidade de Salamanca, aos seus recintos, aos vultos de renome que a marcaram, às pessoas que fazem parte dela, como ao ambiente da cidade, hospitaleira e académica. Assim, fascinado por essa atracção, o jovem que vem para Salamanca “despierta en una ciudad lejana” e abre  os olhos e o coração  a  um lugar que o vai cativar para sempre, como se fosse predestinação – “la ciudad unida a su destino” (Llegada, p. 35). É aqui que os sonhos se cumprem por entre vicissitudes e assombros, na distância das origens (“Abro los ojos/ y desamarro los límites/ a dos mundos que comienzan/ en el lugar exacto de la ausencia”). Como constante aprendiz, integra-se neste  mundo, porque intimamente o elegeu para viver os seus dias, nessa fidelidade à cidade onde deseja permanecer para sempre. Quando se chega a Salamanca, o tempo rapta o forasteiro que se deixa abraçar longamente e o desejo de tudo saber está consubstanciado na metáfora do “cálice” que intimamente é sorvido, como fica expresso no poema inaugural En Salamanca en su Universidad (p.15).

 

Sob a égide de Frei Luis de Léon, “o sabio aprendiz”(p.16) que foi encarcerado pela Inquisição por ter traduzido para vernáculo livros das Escrituras Sagradas, nomeadamente o Cântico dos Cânticos, o exemplo da humildade é evocado como caminho de integridade e de coragem, e o poeta permite-se mesmo, numa situação anacrónica e numa conversa informal e saborosa, interpelar “don Luisito”, trazendo-o para “este reino”. Uma evocação da personalidade ímpar e da ressonância da obra deste místico-teólogo  no poeta, que é conduzido à realidade por outro grande vate seu contemporâneo, Álvaro Mutis, que também intervém neste encontro espantoso clamando “Ay desterrado! Aqui terminan todas tus sorpresas”(p. 17).

 

 

 

10 Aula de Fray Luis de León, de Miguel Elías

Aula de Fray Luis de León, de Miguel Elías

 

 

O lugar do silêncio e a percepção da eternidade são encontrados nesse “altar permanente” que é a Aula de Frei Luis. Apropriando-se da sua expressão  “Dicebamus hesterna die”, o sujeito lírico expande-a para nela beber  a força do presente e a promessa do futuro – “el ayer se me hace un hoy/ defendiendo su mañana”(p.37). No exterior, o sol ilumina a cúpula catedralícia, mas o sujeito poético sente um apelo vivo na escuridão interior dessa sala de aula onde ressoa, atravessando os séculos,  a voz e a palavra de Luis de Léon. Então, crê-se  abraçado por essa memória que lhe traz todo o alento e incentivo para usar a palavra no presente: “Decimos hoy”(p.29) é um poema dedicado ao “Poeta que no envejece/ ni en cinco siglos a la redonda”. Nele é realçada a imortalidade e a perenidade da sua obra e do seu exemplo de força interior para resistir a iníquos processos inquisitoriais.

 

Um outro vulto da USAL, eminente reitor, consagrado pensador, Miguel de Unamuno é reverenciado como “pasión para entrañar su ejemplo y recobrar la senda de su propio cuerpo, en esta Ciudad-Patria que es suya y es mía” (p. 59). Em vários registos, Alencart rende homenagem ao ilustre catedrático, elegendo-o como “sementera y centella atada a la piedra de Villarmayor” e apontando várias dimensões do carisma de escritor-filósofo, que “Publicava en América para sitiar Europa; se dejaba traducir en Europa para así asomarse al mundo”(p.49), revelando a sua excepcional integridade e liberdade de espírito. A sua frase “Venceréis pero no convencereis” é título de outro poema (p. 27), onde Alencart põe em relevo os valores cultivados por Unamuno, na sua constante luta pela justiça social, por uma Espanha  ameaçada  e pela prática  dum cristianismo de exemplo e equidade.

 

 

 

11 Unamuno (fotografía de José Amador Martín)

Unamuno (fotografía de José Amador Martín)

 

 

No poema Oh Señor de Libreros, Señor de Unamuno (p.19), em tom de prece perpassada de fina ironia, o poeta traz o grande vulto da Calle Libreros para o tempo actual das novas tecnologias (“Anote el número del móvil que no tengo! Llámeme con su voz que despierta españas!”), suplicando-lhe: “Evangelíceme, hágalo sin estampitas ni mentecatadas!”, e  lembra que Unamuno continua a ser a voz que protesta e reforma afastando os vendilhões do Templo. A sua íntima admiração expressa-se em El Cristo de Unamuno, poema de autêntica identificação com a perspectiva de fé em que Cristo é visto como um exemplo, presença constante no coração do justo e do humilde.

 

A presença de Unamuno fica ainda inscrita num conjunto de fragmentos poéticos a ele consagrados, sob o título La piedra en la lengua (Unamuniana al alimón), traduzidos em sete idiomas por sete poetas, homenagem ao pensador e ao reformador sob esta certeza: “Lo que perdura leva tu nombre/ por la ciudad dorada”.

 

 

 

12 Nebrija, dibujo de Miguel Elías

 

Nebrija, dibujo de Miguel Elías

 

Protagonistas do passado que ficaram na História, como Pedro de Osma, Abraham Zacut, Nebrija, Amato Lusitano, Don Diego de Castilla , entre outros, são recordados em diversos poemas que vêm comprovar a vastíssima tradição salmantina na erudição académica. Do mesmo modo, Carlos Palomeque, decano da faculdade de Direito, o escritor Anibal Nuñez, o pintor Miguel Elias, também professor da USAL , ou Victoria Muñoz, trabalhadora da limpeza, são enaltecidos na dimensão dos afectos que sempre sabe Alfredo Pérez  Alencart tributar a quem com ele priva.

 

Espaços, recintos, monumentos, pedras, abóbadas, arcos, praças, ruas acolhem o poeta que nunca se sentiu exilado nesta Cidade Dourada e que nela vive com o coração aberto a todas as aventuras  e assédios que ela lhe proporciona. A sua poesia é bem reveladora de uma imensa capacidade de entrega e  gratidão que fazem dela não apenas o registo pessoal duma vertente epigramática mas a celebração da alegria de pertencer a uma universidade que é “húmus” porque é “palabra” e “idea” (A la Universidad de Salamanca, p. 39).

 

 

 

13 Fotografía de José Amador Martín

Fotografía de José Amador Martín

 

 

Ao ler o poema a uma sequóia (p. 40), ocorre-me uma analogia que estabeleço entre a árvore ancestral e o poeta. Este encontrou em Salamanca a cidade mátria que o acolhe há mais de cinco lustros, tal como o “obscuro pássaro” que “enmudece de lealtad por su inmenso albergue” nessa sequóia que “echó raíces en dura tierra castellana”. Alencart é o cidadão que se preocupou em inserir-se na vida desta cidade, entregando-se ao prazer de reunir esforços e motivações, para fazer da Poesia o ponto de encontro de várias latitudes culturais, nomeadamente da América Latina, onde tem raízes, e da Ibéria,  sabendo conjugar uma vivência de profunda espiritualidade  com o culto da simplicidade de vida, que ele despojadamente  menciona na sua poesia do quotidiano, pautada por valores inequívocos de partilha e de integridade de princípios. Celebremos, pois, esta antologia que, de forma tão convincente, faz jus ao título – Gaudeamus – como um hino à Cidade Dourada, onde o poeta é arauto da cultura e comunga das tradições salmantinas nessa Canción de las copas de vino (p. 91), musicada e cantada por “Titin” Molina, que eterniza a Plaza Mayor, casa a céu aberto da edilidade, sala de visitas de Salamanca, coração da boa e alegre convivência de munícipes e turistas, dentro do seu perímetro povoado de arcos e sombras que acolhem calorosamente todo o viandante, nessa atmosfera única que se torna inesquecível.

 

                                               Coimbra, Novembro de 2018

 

14 A. P. Alencart y Alejandro Romualdo (1992. Foto de Jacqueline Alencar)

  A. P. Alencart y Alejandro Romualdo (1992. Foto de Jacqueline Alencar)

15 A. P. Alencart, Leocádia Regalo y el editor Joao Artur Pinto (foto de Jacqueline

A. P. Alencart, Leocádia Regalo y el editor Joao Artur Pinto (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

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