EL TEMA DEL EXILIO EN LA POESÍA DE FELIPE LÁZARO. ESTUDIO DE STEFANÍA DI LEO

 

 

«Crear en Salamanca»  tiene el privilegio de publicar este interesante estudio sobre el tema del exilio en la poesía de Felipe Lázaro, paralelo al tratamiento del exilio que hace Dante en la Divina Comedia»

 

 

Felipe Lázaro, Poeta. Foto de Jacqueline Alencar

 

El tema del exilio es un tema fundamental en la poesía de Felipe Lázaro. En la tradición literaria (de Ovidio a Cicerón a Dante) el exiliado es en efecto también el que, precisamente por su condición de desarraigado, puede hablar sin restricciones y por tanto puede decir la verdad: y esta instancia de pureza, acreditada también por la condición desarraigada del escritor Felipe Lázaro, combinó perfectamente con la perspectiva de actuar como un poeta-vate en el mundo contemporáneo.

El poeta, que desde hace muchos años reside en España, tuvo, muchas influencias por parte de los poetas europeos. En la cultura italiana, el autor a mi más cercano, con el que puedo hacer una comparación inmediata es Dante, y más detenidamente,  entre el exilio de Felipe Lázaro y el de Dante ( coincidiendo dentro de poco el 700 aniversario de su muerte)

Dante

 

Dante vivió en el exilio durante veinte años. Desterrado de Florencia por su actividad política entre los Güelfos Blancos, cuando los Negros tomaron el poder, en el otoño de 1301, fue condenado a pagar una multa y la requisa de bienes. Ya no pudo regresar a Florencia y murió exiliado en Rávena en 1321: sus restos todavía están enterrados allí. El viaje al más allá tiene lugar, en la narración del poema, unos dos años antes del inicio del exilio, en 1300. Muchas de estas profecías post eventum tratan sobre el exilio de Dante. El primero es el de Ciacco, un florentino condenado en el círculo de los glotones, que recuerda las luchas entre blancos y negros (Inferno, VI, 43-75).

Farinata degli Uberti es más precisa en el canto X del Infierno, quien le augura a Dante que dentro de cincuenta meses se dará cuenta de primera mano de lo difícil que es volver a la ciudad de la que se desterró: «Pero no se recoja cincuenta veces / el rostro de la mujer que aquí sostiene, / que sabrás cuánto pesa ese arte ”  (Inferno, X, 79-81).

El Infierno. Pintura de Miguel Elías

 

 

 Más comprensivo Brunetto Latini, que anuncia a Dante: «que malvados ingratos / […] / te convertirán, por tu bien, en un enemigo», ya que tendrá el honor de ser perseguido por ambos bandos. Así comenzamos a aludir a la soledad de Dante y su extrañeza también al grupo de los Blancos, quizás a partir de 1304 (Inferno, XV, 70-72). El personaje de Dante reafirma con orgullo su capacidad para afrontar con valentía el destino que le espera, preocupado solo por tener la conciencia tranquila: «Quiero que te sea manifiesto, / mientras mi conciencia no choque conmigo, / Fortuna, como lo hará, es pronto «(Inferno, XV, 91-93). Las profecías del exilio continúan en el Purgatorio, comenzando por la de Corrado Malaspina, en el canto VIII. Dante afirma haber escuchado elogios de la liberalidad, el poder y la justicia de Malaspina. Corrado anuncia que «esta cortés opinión» se verá reforzada por la realidad dentro de siete años porque podrá vivirla directamente. La alusión es, por tanto, a la estancia de Dante en la corte de Lunigiana en los primeros años de su exilio, en 1306 (Purgatorio, VIII, 112-139).

En el escenario de los orgullosos, Oderisi da Gubbio habla de uno de sus compañeros en la penitencia del purgatorio, el sienes provenzal Salvani, que tal vez habría estado destinado a la condenación infernal por sus pecados, si no un día, para recoger el dinero necesario para pagar el rescate para liberar a un amigo suyo encarcelado por Carlos de Anjou, estaba tan orgulloso que se humilló para pedir limosna en la Piazza del Campo: «se llevó a temblar por todas las venas». Pues bien, dice Oderisi «pasará poco tiempo, que ‘tus vecinos / se encargarán de que puedas cerrarlo» (Purgatorio, XI, 133-142). En poco tiempo el propio Dante podrá comprender lo que significa tener que humillarse para mendigar.

 

 

 

Además de las profecías post eventum, otra herramienta a través de la cual Dante puede hablar de exilio es la identificación figurativa. Es decir, nos presenta unos personajes que son como dobles del exiliado Dante. La figura más incisiva es quizás la de Romeo de Villanova, reunido en el cielo de Mercurio, donde lo indica el emperador Justiniano al final de su gran discurso sobre la historia del imperio. Romeo fue el ministro del conde de Provenza Raimondo Berlingiatura y dirigió la política exterior de su señor con gran habilidad. Pero alguien en la corte, movido por la envidia, comenzó a difamarlo del conde. En una situación similar, Pier della Vigna, ministro del emperador Federico II, se había quitado la vida (Inferno, XIII). Romeo, en cambio, seguro de su propia justicia, no comete semejante pecado, sino que afronta con dignidad y coraje la vergüenza y el sufrimiento del exilio, pidiendo pan trozo a trozo: «entonces me fui pobre y anciano; / y si el mundo conociera el corazón que tiene / pidiendo su vida de látigo en látigo, / lo alaba mucho, y lo alaba más ”(Paradiso, VI, 139-142). Otro personaje con el que Dante se identifica es Boecio, el gran filósofo ministro de Teodorico y también injustamente considerado un traidor a su señor, encarcelado y ejecutado en Pavía. Mientras estaba en prisión escribió El consuelo de la filosofía, que tendrá gran influencia a lo largo de la Edad Media. Al comienzo del Convivio Dante dice que no está permitido que un autor hable de sí mismo, si no por dos razones: bien para defenderse de acusaciones injustas o porque sus propios casos personales pueden tener un valor y una utilidad más generalizados. Para el primer caso, toma el ejemplo de Boecio: «Y esto requiere que Boecio se mueva de sí mismo para hablar, de modo que, con el pretexto de la consolación, excusara la perpetua infamia de su exilio, demostrando que era injusto» (I, II , 13). Poco después, Dante habla de su propio exilio, y relata haber sufrido «injustamente el dolor, castigo, digo, del exilio y la pobreza. Entonces fue el placer de los ciudadanos de la bella y muy famosa hija de Roma, Fiorenza, échame de su dulce pecho […], por las partes casi todas a las que se extiende este lenguaje, peregrino, casi medicado, fui ”(I, III 3-4).Incluso en la Comedia, donde la palabra exilio aparece sólo seis veces, una de ellas está reservada para Boecio. Se le encuentra entre los sabios del cielo del Sol y se le presenta como santo y mártir: «el alma santa que el mundo falaz / manifiesta a quien lo oye bien: // El cuerpo del que fue arrojada mentiras / Giusus en Cieldauro, y como mártir / y exiliada llegó a esta paz ”(Paradiso, X 124-129).

 

Pintura de Miguel Elías

 

 

Pero, a través de la experiencia del exilio, Dante consigue comprender más profundamente la metáfora bíblica según la cual toda la humanidad ha estado en el exilio desde que fue expulsada del paraíso terrenal y por tanto vive lejos de Dios, su tierra natal. El exilio original es esta exclusión de la cercanía a Dios, a la que todos los hombres están condenados por culpa de sus antepasados. Es una imagen bíblica, difundida en la Edad Media, y Dante la tiene pronunciada por el protagonista, Adán, que tuvo que vivir en el exilio de Dios durante miles de años: «no el sabor de la madera / fue en sí mismo la causa de tanto exilio, / pero solo el paso de la señal” (Paradiso, XXVI, 115-123).

Esta es la última aparición de la palabra exilio en el poema y toca el origen mismo de la idea de la vida humana como un exilio de Dios y un difícil viaje de regreso a la casa del padre. Sólo siguiendo el «camino recto» es posible completar este camino. Así que ahora podemos entender mejor incluso esas imágenes al comienzo del poema: «En medio del viaje de nuestra vida / Me encontré en un bosque oscuro / porque se perdió el camino recto». Respecto al versículo bíblico al que alude esta apertura (Is 38,10: «In dimidio dierum meorum vadam ad portas inferi»), Dante inserta la imagen misma de la vida como camino y sustituye el adjetivo posesivo singular por el plural nuestro. Es decir, la historia contada no es solo la individual de Dante Alighieri, sino que tiene un significado más general, ya que Dante, como hombre exiliado de Dios en la vida terrena, es un hombre común, comprometido en el viaje de regreso a casa. .

 

Pintura de Miguel Elías

 

Pero el exilio de la patria celestial para algunos nunca terminará. La condenación se define no por las diversas penas, sino por la eterna exclusión de volver a Dios, por «el eterno destierro», como se dice de un condenado (Infierno, XXIII, 126), con una fórmula que se extiende a todos, en la primera aparición de la palabra exilio. El segundo, en el canto XXI del Purgatorio, recuerda a los lectores, a través del doloroso exemplum de Virgilio, que los espíritus del Limbo también están condenados a esta eterna exclusión (Purgatorio, XXI, 16-18).

 

Pintura de Miguel Elías

 

 Haciendo una comparación con la peregrinación de Dante, con el dolor que el tuvo en el alma, vamos a hablar ahora de la poesía de Felipe Lázaro, poeta cubano exiliado, estando conscientes que pese a que se trate de un exilio en los tiempos modernos, los sentimientos de “alteridad” , con el mundo que le rodea siempre provocan cierto dolor y nostalgia. La nostalgia ha acompañado la existencia de Felipe, sin doblegar su libertad y consistencia moral y sin afectar su afable, fascinante capacidad creadora. El leit motiv del destierro es lo primero que noté en su poemario Data di scadenza,  traducido al italiano por Gaetano Longo, libro que el autor muy amablemente me ha donado.

Para analizar el tema del exilio en la poesía del poeta Felipe Lázaro (Güines, Cuba, 1948)  vamos a citar la obra Tiempo de exilio. Antología poética 1974- 2014, retazos de una vida arrojada fuera de la patria. La clave de lectura de esta obra, me ha sido facilitada por las criticas de Francis Sánchez y Margarita García Alonso. El poeta a través de su experiencia emocional y cultural habla de su condición de exiliado como empuje que le ha permitido encontrarse con la poesía. A pesar de salir de Cuba con solo 12 años (1960), Felipe Lázaro reclame el término «exilio», cargado de connotaciones políticas, lo que imprime un nivel de coherencia muy consciente a la problemática de su visión literaria. En su obra aparecen términos como «Emigración» y «diáspora», conceptos que se reparten a veces entre los poetas cubanos y sus orbes construidos lejos de la tierra natal. Su expresión  literaria significó chocar con la ausencia, asimilar la pérdida del suelo nacional y el otro, el de la infancia: «Detrás de cada estancia evaporada/ encuentro recuerdos» («Nostalgias arrebatadas del naufragio»).

Camino del exilio . Pintura de Miguel Elías

 

Su discurso lírico parte del punto de reconocer una condena recibida, una muerte impuesta a diario, el destierro, que como hemos analizado en el caso de Dante conlleva dolor, y  castigo, pero no se limita a enunciar razones deducibles de un foro civil, sino que transita, ya de niño, ya de joven, por evocaciones y sensaciones propias de una forma de vida inocente, usada, acorralada contra el fondo de la historia, con el «abismo de la extrañeza/ el estar fuera» («Despedida del asombro»).

Desde ese fondo doloroso y confuso, emergen solo contados datos que ubican al poeta entre aquellos acontecimientos derivados de la revolución de 1959. El poema dedicado a Jorge Valls, alguien entonces casi inexistente en Cuba, preso político «plantado» o negado a la reeducación, y donde se subraya la importancia de un espacio vital mínimo: «Lugar: La Cabaña-cárcel,/ un camastro,/ una mesita,/ unos libros,/ poca luz».

En «Trasplantado», otro texto de su primer libro (Despedida del asombro, 1974), al hacerse un autorretrato, describe cómo pasa el tiempo para él, el exiliado, en un mundo demasiado inasible, o más bien cómo no pasa, pues aquí el deambular ordinario adquiere la densidad del cuerpo moribundo: «Trasplantado,/ vivir cotidianamente/ como agonizando/ mantenido por savia propia/ raspando paredes…». ( y aquí la clara referencia a Spleen de Baudelaire), un malestar debido a la ausencia de la patria, del lugar donde uno nace, que junto a la pertenencia y el arraigo forman parte de la historia.

Pintura de Miguel Elías

 

 

 Especialmente apreciable dentro del libro Los muertos están cada vez más indóciles (1987), en que predomina el tono menor, el juego, la ironía, la parodia, junto con un tipo de anacreónticas que por razones más cubanas loan también al vino, los placeres pasajeros, la búsqueda de la felicidad sin el plomo de la política y habiendo renunciado a todo afán para cruzar, como en Lezama Lima, el vacío de la historia: «los días pasan mejor contando botellas», dice. Como el náufrago Ulises de Dante,  Felipe  enfoca su interés  hacia la amistad («La intolerancia se disipa con un buen jerez»), el carpe diem, la estética, el hedonismo, y el amor. El amor tiene carácter de escenarios sociales, «Nosotros en un cuarto trinchera cambiamos el mundo (…) Allí reside la esperanza humana,/ allí con una sinceridad de luz hermanada/ construimos nuestro mundo verdadero».

La experiencia de otros poetas como los cubanos José Mario y Gastón Baquero, junto con Cernuda y Saint John Perse, entre otros, a quienes dedica sendos poemas o diálogos diluidos, en vez de convertirse en la versión ideal de un exilio profundo, con un punto de vista metafísico y universal: en esta universalidad y poesía sempiterna encontramos otro paralelismo con la poesía de Dante. Un verso escogido de Guillermo Rosales, epígrafe del poema «Díptico del exiliado», constituye paradigma, acicate de esta búsqueda: «Soy un exiliado total»; y al solidarizarse con sus pares, habla de sí mismo: «Este hombre masticó el exilio».

Felipe Lazaro junto a David Lago y a otros poetas cubanos que han residido, o residen aún, en España, (Gastón Baquero (1918-97), Rolando Campíns, León de la Hoz, David Lago, Alberto Lauro, Felipe Lázaro,  y algunos de los anteriores, a María Elena CruzVarela, Ramón Fernández Larrea, Rolando Sánchez Mejías y Manuel Díaz Martínez. Otros poetas cubano- españoles destacados son: Ladislao Aguado, Jorge Luis Arcos, Roberto Cazorla, Elena Clavijo Pérez, Evelio Domínguez, Orlando Fondevila, Santiago Méndez Alpízar, Antonio José Ponte, Raúl Rivero y Jorge Tamargo González), forma parte de un grupo poético cuya voz se torna esencial para un futuro literario y una investigación sobre la literatura del destierro cubano. El enclave madrileño de poetas, fue incrementado con el pasar del tiempo, por los poetas José Mario, Lilliam Moro, Isel Rivero y Pío Serrano, conocidos integrantes de “El Puente, generación, agrupada alrededor de las Ediciones El Puente, rebelándose contra el autoritarismo cultural.

 

En el texto «Fecha de caducidad», dedicado a «todos los cubanos desterrados después de 1959», el náufrago que sufre la tragedia impuesta por «la histeria patria» se ve arrojado contra su voluntad sobre la última playa de la infancia, «su verdadero país», porque «solo le queda rememorar».

«Nostalgia»  su poema breve pero denso de significado expresa la esencia del destierro, Tan fría es la ausencia que hasta el silencio se hiela,// Tu lascerai ogni cosa diletta/ più caramente; e questo è quello strale /che l’arco dello essilio pria saetta ( Dante XVII,v.55, Paraiso).

En la poesia de Felipe Lázaro es profunda la emoción por su dolorosa y vasta relevancia. El tema de la inmigración, se torna actual, retomando antecedentes culturales desde la época de Dante: el primer sufrimiento de quienes se van, es dejar el país, la casa, los seres queridos. De ahí el mito de lo no vivido, de lo que hubiese podido ser y no ha sido.

 

STEFANÍA DI LEO

La Poeta y traductora italiana Stefanía Di Leo, autora del artículo

Stefania Di Leo,  nació en Messina el 25 de julio de 1975 y desde pequeña ha cultivado una pasión por los idiomas extranjeros. En 1995 obtuvo el Diploma Estatal Liceo Linguístico Archimede, en 1999 se graduó en Lenguas y Literaturas Extranjeras y Modernas y luego completó sus estudios de secundaria en la Universidad Complutense de Madrid, un doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Actualmente es traductora internacional en italiano de poetas contemporáneos españoles y portugueses y colabora con varias revistas culturales e internacionales, Crear en Salamanca, Metaforologia, Papeles del martes. Fundadora del Círculo Literario Napolitano y del Premio Internacional de Poesía en español, Francisco de Aldana. Ha publicado libros de poesía, entre los que destacan Rosas azules sobre el tomillo perfumado (España), Donde tuve tus labios, Ocultando el Olvido (Miami), Uma so Solidao (Brasil), Brilha sim o silencio con Alvaro Alves de Faria (Brasil). As sombras da tarde (Portugal).

 

 

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