Díptico, de Ricardo Falla

 


Ricardo Falla Barreda (Lima, Perú, 1949) es poeta y profesor en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de América; también ha sido profesor visitante en universidades francesas, italianas y españolas. Salamanca fue, es y será lugar de continua visita y de vivencias, de investigaciones y de lectura de su obra, no sólo poética, sino también ensayística. Entre los títulos fundamentales de su obra poética están  Pequeña historia de conciencia  (1971); Contra viento y marea  (1973);  Mi Capital  (1979);  Poesía abierta  (1982) e  Interludios  (2006).

Foto: J. Alencart

 

 

A UN VERSO QUE LLEGA

 

Es el día de todos los días

a quien los versos le dieron fuego

forma de vista

para consumirme suavemente como una brasa

abrazada inalterablemente a tu nombre

 

Y te siento

y te consumo

en esta noche brillante

donde nada se ve

pero todo brilla

y poniendo mis ojos fuera del alcance de la tiniebla

y sin perder de vista lo que la memoria guarda

insolente

quedo centelleante

como este amor que me aprieta

que me hace pensar en lo que amas

en los poemas que se hicieron a tu lado

y nunca leíste con tu nombre

 

Y pienso en ti y en mi esencia de hombre

y te veo en el aire con tus sueños

avanzar hacia mí mientras sonríes

y vuelvo a pensar en ti

y te veo mirando por la ventana la vida de cada gota de agua

al sol que no llegaba pero sentías mientras tocabas

la refrescante vida que brotó de ti

y de todo lo que amaste con poemas no leídos

 

Y me doy cuenta que es tarde en esta noche

de presagios y silencios

y escribo para dibujarte con mis ojos

y se colorea la tiniebla a la intemperie

de esta oscuridad que me hace ver lo que amo

Y te veo abiertamente sentada ante mí

mostrando la alegría del mundo

por tu poesía agitada encima de la tierra

y me hablas encantada de silencio y vida

y me descubres los augurios de tus ojos

los sentimientos de soledad

disfrazados de preguntas con fondo destructivo

de tus ansias de vivir lo que tus sueños desvelaron

mientras tendida en la cama

creías dormir esperando lo que no veías

y mi cuerpo de ensoñador implacable

tiembla una y otra vez

como este frío enloquecido

que me envuelve pero me resisto

guardándome en el corazón

y pienso en rostro

en tu sonrisa de aire clásico

en tu vientre paradisiaco

en la luz perfecta que te prende

y en todo ello que te hace trascender

por encima de lo puramente bello

 

Si amor mío

estas ahí

en el silencio seco de este cigarro que fumo

en la botella de agua al pie de mi cama

en la razón que busca el adentro de cada sombra

Si amor

estas ahí

en el poema aunque no esté a tu lado

en los modos del tiempo

en la palabra

y en lo que queda de mi palabra

en mi voz

en el día

en cada noche – día que empieza

en la ternura indecible de cada hora

 

No digas nada

es hora de volar

como una hoja en blanco

Espérame

Enciéndete

Hoy la poesía nos consume.

                       

Salamanca, 94

 

 

EN TORNO AL AMOR

                       

Déjame cobijarme en las estancias de tu piel

Déjame alcanzar lo sensible del día

Ingresar a ti

albergarme en la plenitud de tus momentos

Decirle

alto

a la obstinada tristeza

persiguiendo mi corazón

como un pobre animal

ante la inminencia de la herida

 

Mira mis ojos quemados por el polvo

atísbalos

en las noches

ahora que los días

nos descubren soledades

voces de suavidad perdida

brazos salvajemente inconcebibles

Háblame de los colores

reaparecidos en el pensamiento

cuando no estás conmigo

Aquí

bajo el sueño de los árboles

entre la media noche y el alba

al instante

en que mis sentimientos se hacen tuyos

cuando leo mis poemas para ti y para mí

es descubrir las circunstancias de las ocultas bonanzas

 

Enséñame a conservar las hogueras de tu nombre

cuando el pasado entre en el futuro

Enséñame a pintar flores en el recinto de tu beso

a encontrar los secretos del insomne

para cuando me dirija a tu sueño

puedas ver en los espejos de mi sombra

los inextinguibles compases del paisaje

 

Amor

porque nada puede destruir cuanto hemos vivido

dejo en las fuentes de tus ojos

estas líneas

sin que hayan dejado a ser gozo inmenso

para cuando salga de lo sensible de tu día

queden puras

inmensas

habitables.

                                  

                                              

 

 


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