DIEZ POEMAS DEL COLOMBO-SUIZO MARIO CAMELO, FINALISTA DEL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR 2018

 

 

  El poeta y traductor Mario Camelo

 

 

“Crear en Salamanca” tiene la satisfacción de publicar una muestra del colombo-suizo Mario Camelo (Leticia,1952). Cursó estudios de literatura en Colombia y Suiza, país  este último  donde  se  estableció definitivamente  desde 1979. Ha ejercido como profesor de literatura, traductor, conferencista y fotógrafo. Es miembro de la Sociedad Suiza de Autoras y Autores. Su poesía se haya traducida al italiano, francés y alemán, entre otras. En poesía ha publicado los siguientes libros: Asuntos Elementales (Bogotá.  Cuadernos de poesía, 1974), Las victorias del miedo (Bogotá. Publitextos, 1978), Libro de conjuros (Barcelona, Libros de la frontera, 1983), Primer libro de Crónicas (Libros de la frontera, 1990), Crónica del reino (Libros de la frontera, 1997), Crónicas sur (Dinamarca, Ediciones  Aurora Boreal, 2013), Luna de las iguanas (Aurora Boreal, 2014) Cantigas (Sestante  edizioni, Italia: Universidad de Bérgamo. 2017) y Cantigas. Antología de poesía (Sílaba editores, Colombia, 2019).

 

  Plaza Mayor de Salamanca. Foto de José Amador Martín

 

Camelo quedó entre los finalistas de la V edición del prestigioso Premio Internacional de Literatura ‘Pilar Fernández Labrador’ (2018), que se convoca y concede en Salamanca.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

DIEZ POEMAS

 

 

                                                                     Quali ponti lanciati e verso dove

                                                            sono le nostre esistenze e con più pena

                                              quando un impeto strano apprime i vetri e rade

                                                       l’erba e un nouovo inizio turba le radici ?

 

                                                                                                       Mario Luzi

 

 

Un viento

Sin nombre

Viento vacío

Extraviado su camino

Tal vez

 

Viento huérfano

Sin sombra

Ante la cual detenerse

Y observar sorprendido

Aquella figura

Que no deja huella

 

Alguna

 

 

 

En el frío de las primeras horas

Las goletas zarpan vacías

Y se adentran en la madrugada

De mar en aquella embriaguez

De luz sin orillas ni sigilo

Que diluye redes hombres

Foque gavia velas todas

Sus remiendos sin fin

 

Cargadas retornan al puerto

Lentas odorantes

Bostezando la resurrección de tanto esfuerzo

En su lengua cultual de pez y hambre

Y fortuna de un día no de dos

Guardando para sí el sello de la gracia

Agua casi a ras de cubierta

Escorias creciendo bajo la quilla

( Su accidente en el tiempo

Es su vida )

 

Anclan y quedan allí atracadas al puerto

Desnudas besando el aire

Crujiendo a cada bamboleo

Bajo una brisa que no termina

De fatigar el reposo de agua final

Muda en los amarraderos

 

Deshaciéndose

(Por donde la mirada no alcanza)

A cada chapoteo

 

Inexorablemente

 

 

 

 

 

Sobre la duna en la paz estival

De una playa sin nombre

Quedarán clavos maderos dispersos

En hilachas telas descoloridas

Un ave se alimentará de los cangrejillos

Que afanados buscan hendiduras…

 

Nada en la memoria del agua

 

Enfrente al lado opuesto de la bahía

La ciudad corre sin halagos

Al mercado del puerto

Que fue su patria de colores

Junto a otras goletas

(Ah dormir arracimado al sueño de los demás…

Donde solo niños y fortines de arena caen en lo hondo)

A olor agrio sudor quejumbres

Y  gritos que podemos tocar

 

Acaso un fuego

( Más desordenes de humo

Que llama indiferente y amarilla )

Terminará con las últimas letras

Gravadas en proa del que fue su nombre

 

Nada que nos hable

De la caída de las arenas

En su imagen desaparecida

 

                   Para Lucía Donadío y Diego.

                                Fribourg. Octubre 2018

 

 

 Foto de José Amador Martín

 I.

Hemos ahogado la voz

En aquel estanque sin fondo

Que creímos hacia nosotros mismos

Perdiéndonos en sus espejeos

Tras haber pretendido estar en posesión

De secretos: 

 

Todos

 

Queda siempre aquella pregunta

Más al crepúsculo que a luz de mediodía

Al pie de una bujía que se extingue

Y que a las palabras hurta toda transparencia

 

Siglo tras siglo

Hemos construido a nuestra espalda

Hasta el confín ese laberinto

Al que no hemos logrado dar nombre

 

 Foto de José Amador Martín

 

 II.

El camino del río es su lecho de piedras

Igual si en su superficie navegan cielos

Ángeles y otros seres indescifrables

 

Con nuestras palabras

Corren aguas abajo

Huyendo de la tierra

 

Si no sucede nada

Es porque ya no estamos

 

 

 

 I.

Dando tumbos

La palabra

Agrietada balbuceando

Incandescencia tornada en agravio

Dañada su respiración

En aguas que devuelven reflejos inciertos

Donde la luz se obstina en no naufragar

 

Y aquel soplo de fuego! Ardiente

Altanero!  Hacia nosotros

Con sus invenciones hostiles

Signos equívocos

Perteneciente a otro reino… Pardo

Gustoso de amnesias y holocausto

 

Quién vivificará lo nombrado?

 

Al mundo entramos a ciegas

Ciego el siglo

Qué detrás?

 

Resta la vigilia

      -Sin tiempo ojos ni manos

 Súplica y espera inútiles-

En este errar por la gran ausencia

 

Preguntas

Respuestas

Cuáles

 

 Foto de José Amador Martín

 II.

Huyen

Aves sorprendidas

Por un urgente frío polar

Nadie adivina sus rutas de refugio

 

Entre los escombros

Quedan cantos

Decididos a restar aquí

 

Uno se pregunta por qué

 

                     Para Freddy Téllez

 

 

 

 

La mariposilla blanca

Duerme

Fijada a una tenue espiga

De lavanda florida

 

Su tanto sueño

Detiene el silencio su huella de luna

Y los maullidos vagabundos

La  humedad para el susurro de las abejas

Que mañana vendrán

 

 Foto de José Amador Martín

 

En ese encuentro

Venido de tempestades de arena

Que de súbito hunden ciudades enteras

Dejando al mundo desnudo borrado

Devuelto a la mañana primigenia de su origen

 

Ciega

Se posa

Camina sobre las aguas

Sosteniendo a quien lo intenta 

 

La poesía

 

 Foto de José Amador Martín

 I.

Las aguas del río

Pueden remontar hasta su fuente…

En su vastedad

Quién rescata el partir de las piedras?

 

Y el mar

Hacia qué principio tornarse?

 

La palabra

(Ya oculta ya ciega

Escondida tras su sombra)

Encadena a esta comedia

De pintar vitrales intentando hacer creer

Que salimos apenas del paraíso…

 

 

 Foto de José Amador Martín

 II.

Un viento desesperado

Se llevó cielo pájaros

Hojas aún por nacer

Desenterrado árboles

Raíces al aire

Piedras tumbales

Como brazos levantados

A quién honoran?

 

Lejos un ave de mar levanta su vuelo

Y parte siguiendo la fina línea de la espuma

No sabremos si ruta

O vano círculo sin fin

 

 

Foto de José Amador Martín

 

Nos hemos emparedado…

A la esquizofrenia de las máscaras

Adjuntado obscuridad

Negrura a la obscuridad

Obsequiado silencio al silencio de las alarmas

Y hemos aplaudido

 

Somos eso

Lo que  allí queda?

 

Los colores

En la perplejidad del lienzo

La humanidad entera

Borran con violencia

Cayendo

Dispersándose

Lluvia de ángeles fulminados

Extintos de tanto gritar nuestros nombres

Que ya no reconocemos

 

No nos aborrecen acaso:

Se desbandan

Espantados de nuestra presencia

En manos del misterio

 

Y el tiempo! Su nombre?

De quién huye el tiempo?

Al tiempo quién lo persigue?

Qué inocencia suya irrita desconcierta

Atormenta rindiéndolo imperdonable

Clamando venganza?

 

Foto de José Amador Martín

 

CODA

 

Qué diferencia entonces

Entre la eternidad y lo viviente?

 

Y la rabia…

Ah si para algo sirviera!

 

                                         En homenaje a  Francis Bacon

 

 

 Foto de José Amador Martín

 

Apoyados contra uno u otro muro

Buscamos tréboles de cuatro hojas

Entre la vegetación que invade ya las ventanas

Preguntándonos cuántos serán necesarios

Para apagar tanta somnolencia

Tanta imbecilidad fanfarrona

Donde gravitan mortandad y desiertos

Como esas sombras que un instante

A veces se detienen en los espejos

Sin conversación sin miradas sin olor

Siquiera el saludo

No

 

Por la casa desierta

Incestuosos  tomados de la mano

Deambulan el polvo y el tiempo

 

Y aquella luna plena

Sin color

De verano

Sorda al rumor

De más allá los muros

 

Dios mío Dios mío

De veras nos has abandonado

Más grande infamia

Que la del silencio?

Foto de José Amador Martín

 

 

                                                               Pero les prevengo que vivo

por la última vez.

                                                                                 Anna Akmátova

                                                                                                                     

 

Último clown

El poeta

Es el último dador

 

No sabremos qué túnel

Qué camino infiel estamos transitando

En medio de tanta oscuridad aparejada

 

Resta la memoria…

Y aquello que no nos atrevemos a preguntar

Pese a la transparencia de las aguas

Que todo reducen a un aparecer

De ecos y remolinos inaudibles

 

Nos han persuadido olvidar

La fuente de toda sed

La greda del verbo  

Su nutrimento de antiguos orígenes

Hambre de otras manos

 

La palabra

Dondequiera yazca

El mundo

Yace a su lado

 

               I.M. Roberto Burgos Cantor

 

 

 

 

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