‘CONSTANTE VUELO…’ Y OTROS POEMAS DE “EL GRITO DE UN PÁJARO”, DE JOSÉ MARÍA MUÑOZ QUIRÓS

 

 

José María Muñoz Quirós en el homenaje a Rubén Darío. Aula Unamuno de la Usal (foto de José Amador Martín)

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir seis textos del poeta José María Muñoz Quirós (Ávila, España, 1957), quien ha obtenido numerosos premios, entre los que figuran el Premio Fray Luis de León de la Junta de Castilla y León, el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, el Premio Internacional San Juan de la Cruz, El Premio de Poesía Ciudad de Salamanca o el Premio Alfons el Magnanim. También, por el conjunto de su obra, recibió el Premio de la Letras Teresa de Ávila (2028). Ha publicado más de treinta y cinco poemarios, la mayoría de cuales se han reunido en “Tiempo y Memoria (Vitrubio, Madrid, 2016). Muñoz Quirós ha sido catedrático de Lengua y Literatura en un instituto de su ciudad natal, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Doctor por la Universidad de Valladolid. También es presidente de la Academia de Juglares de Fontiveros; Miembro de la Academia de Poesía de Castilla y León; director de la revista de artes y letras “El Cobaya” y miembro del Consejo Asesor de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, así como miembro del jurado del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.

 

 

Estos poemas se han seleccionado del libro “El grito de un pájaro” (Editorial Difácil, Valladolid, 2020).

 

 

Pintura de Miguel Elías

 

 

 

Constante vuelo el que desnudo aplaca

la mirada del pájaro que pasa.

 

Le escucho estar.

 

Quieto

reconstruye el deshielo del alma,

la tristeza que cubre

como un velo las cosas.

 

Y fluye constante el último resquicio del invierno.

 

 

 

El pintor Carralero, Muñoz Quirós, Jacqueline Alencar y A. P. Alencart (Ávila, 2009)

 

 

Quisiera

que este día nos regalase su fuerza

cuando se posa

en el delirio de una rama.

Y quisiera sostener con sus manos

mi propia identidad,

lo que me hace más yo al dibujarse en una incógnita.

 

Me nubla el sol las nubes

que se pierden cobijadas

junto al azul distante,

diseminándose por el aire como el ojo del ciervo

que está herido

en medio de las flores

 

 

José María Muñoz Quirós y Enrique Viloria, en Ávila, durante la presentación de un poemario del abulense

(Foto de Jacqueline Alencar)

 

 

Así estaré mil años,

quieto

donde rebasan las palabras

su gota de identidad

en la manera fervorosa

de existir

tan calladamente,

de esa forma discreta

que se silencia con un monólogo.

 

Así estaré aquí,

donde un moribundo sueño termina,

donde acaban los momentos más débiles

que se disuelven

en páginas de arena.

 

Así estaré,

como el agua remansada

que refleja las hojas

caídas con desgana.

 

 

 

Pintura de Miguel Elías

 

La música

se queda incandescente,

mágica y absorta de plenitud,

adormecida en mí,

como un diapasón de certidumbre

que afinase mis ojos

y encendiese esta brumosa

caricia del vivir,

hoy que otra vez comprendo

cómo la voz del alma

sabe decirme lo que quiero

 

 

 

 

Lozano, Fernández Labrador, Muñoz Quirós, Alencart y Carnicero, durante la presentación de la

antología salmantina del poeta abulense (foto de jacqueline Alencar)

 

 

No podría

asomarme

hasta la desnudez del campo,

ahora que está el frío amenazante,

que está prieta la claridad.

 

No podría

asumir la medida

de las insobornables sombras

de las ramas sin hojas,

quebradas frente al hombre,

saturadas de niebla.

 

No podría

retornar a la mesa

donde se amasa el pan

que el horno de la vida dora.

 

No hay manera

de amar este silencio

tan al fondo de mí,

tan inconcreto

que enlazado a mis labios

clama el sonido

que la vida somete

donde no hay

un claro de estrellas

ni un paisaje de pájaros.

Muñoz Quirós, Alencart, Pulido y Aganzo (Ávila, 2010. Foto de Jacqueline Alencar)

 

 

Me hablará la calma de un ave

el extraño diálogo que predispone

el día

cuando estamos próximos

a su despertar, a su deseo.

 

Me dirá el azul

de sus líneas derramadas

en un horizonte libre,

en la altura

que la mañana conforma

sosteniéndose en la tensa desnudez

de todos sus contornos.

 

Estará

el misterioso paso de las nubes

sorteando en el alto corredor

de su vuelo

el seno de la lluvia.

 

Y estaremos allí

como indóciles

pentagramas de música

en el sonar del alma.

 

Valle Alonso, Muñoz Quirós, Adelaide Salvado, Sagüillo, Salvado y Alencart, en Toral de los Guzmanes, León

(foto de Jacqueline Alencar)

Pintura de Miguel Elías

 

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