Cinco poetas españoles por Fray Luis (Colinas, Soler, Fonseca, Muñoz Quirós y Aganzo). XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Pinturas de Miguel Elías

 

Es un privilegio para Crear en Salamanca el poder publicar estos cinco textos inéditos de poetas tan destacados como Antonio Colinas, Rafael Soler, Jesús Fonseca, José María Muñoz Quirós y Carlos Aganzo, extraídos del volumen titulado Decíamos Ayer, antología del XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos realizada por Alfredo Pérez Alencart, poeta, profesor de la Usal y director del Encuentro.

 

 

 

 

Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946). Premio Nacional de Literatura; Premio Nacional de la Crítica; Premio Castilla y León de las Letras y Premio Internacional Cario Betocchi (Italia). El conjunto de su obra poética está recogido en el volumen El río de sombra. Treinta y cinco años de poesía, 1967-2002 (Visor, 2004). Posteriormente apareció Obra poética completa. 1967-2010 (Siruela, 2011). Ha escrito libros de otros géneros literarios, como la novela, el cuento, los estudios biográficos, los libros de viaje, la crítica periodística, la traducción o el ensa­yo. Desde 1998 vive en Salamanca.


 

DE FRAY LUIS DE LEÓN A ANA DE JESÚS

 

No me esperes ya más.

No volveré a la Corte.

Ya nunca más verán

mi caballo atado a la puerta

de tu convento,

mientras dentro las almas,

(separadas por rejas)

dialogaban de amor.

 

Huye muy pronto, cruza

la frontera.

Y no olvides llevar

contigo aquella copia del Cantar

de los Cantares que en secreto te di.

O hazla arder despacio, muy despacio,

con la llama de la vela

de tu celda asediada.

 

No podré regresar, pues hay un monte

que me espera,

que por siempre adormece mis sentidos

en la noche más noche

y un rumor de fuente en la umbría

de la que mana la serenidad

que el mundo no me dio

con sus espinos.

Y si ahora he perdido

hasta el amor de ti y el de todos,

creo haber encontrado,

en esta soledad y no en los libros,

definitivamente

a Dios.

 

No me esperes ya más, atraviesa

la frontera.

Huye pronto, que yo

me quedo en esta paz

silenciosa, aguardando 

a la Señora Muerte.

Ni a tu huída

ni a mi quietud

les podrá ya dar caza

la jauría.

 

 

 

 

 

Rafael Soler (Valencia, 1949). Ingeniero y sociólogo, es profesor titular en la Universidad Politécnica de Madrid. Como poeta, tiene publicados los libros Los sitios interiores (Sonata urgente) (1980), Maneras de volver (2009; cuarta edición 2011), Las cartas que debía (2011) y el pliego Pié de página (2012). Este año se ha publicado en Paraguay una antología de su obra publicada e inédita bajo el título La vida en un puño. Como narrador tiene publicadas las novelas El grito (1979), El corazón del lobo (1981), El sueño de Torba (1982) y Barranco (1984) y los libros de relatos El mirador  (1981) y Cuentos de ahora mismo (1982). Su obra literaria ha sido galardonada en distintos certámenes. Así, obtuvo los premios Ámbito Literario y Cáceres de novela, el premio Emilio Hurtado y el accésit del Ateneo de la Laguna para libros de relatos, y el accésit del Premio Nacional Juan Ramón Jiménez de poesía.

 

 

 

PARA QUE NADIE OLVIDE EL TAMAÑO

DE SU MIEDO

 

 

En el profundo abismo estabas

del no ser encerrado y detenido,

sin poder ni saber salir afuera,

y todo lo que es algo en mí faltaba,

la vida, el alma, el cuerpo y el sentido.

 

                             Fray Luis de León

 

En un sueño caben todas las palabras

que nunca pronunciaste

y el decoro de haberlas olvidado

cuando se hizo la luz

 

niño crucial

mujer al son de todas

joven almado con estatura suficiente

hombre que nace en su coyunda fértil

dispuestos  a vestir la carne que les llama

 

                   pues todo empieza ahora

 

en la axila un trueno

en la boca cien semillas precintadas

en la espalda liviano el peso de su nombre

 

y abajo

zurcido el pantalón

junto a la pelvis anhelante

alzado en su escote el pregón de las discordias

 

un fruto escondido

una espina crucial enarbolada

un testimonio accidental definitivo

 

tú a la espera

atónito de hombros

todavía inguinal superlativo

en el caldo nutricio que te acoge

a la escasa distancia de un tracto epidural

 

un golpe en fin dejando al descubierto

tu rostro con palmada bienvenido

 

                    porque todo empieza ahora

 

y siempre será el silencio la única respuesta

cuando proclames exigente

 

que el aire que respiras

las manos con que amas y el cielo que te cubre

son tu manera de estar alzado entre las cosas

 

que sólo para ti

futuro perdedor de cuanto tienes

fue trazada la dimensión del agua

y el espanto azul de la estrellas

 

                          pues todo empieza ahora

 

aunque lejos resuene indiferente una carcajada

al comprender que apenas fuiste

un liviano envase desechable

burbuja que por brillar estalla

 

una costura

en la arpillera universal del frío            

 

 

 

 

Jesús Fonseca Escartín(Canfranc-Estación, Huesca, 1952). Periodista de dilatada trayectoria en ABC (Madrid, Lisboa, Bruselas), Información (Alicante), La Razón (actualmente Delegado para Castilla y León), Televisión Española (Fue jefe de información nacional y corresponsal en Bruselas), la Agencia EFE (Colombia, Argentina, Madrid, como director de Nacional) o Canal 4 Castilla y León (Director y presentador del programa Encuentros). En poesía tiene seis libros publicados: tiempo de otro tiempo (1987), Poemas vestidos de viaje (1994), La reflexión del eremita (1996), Largo intento (1997), Poemas al alba (1998), El día continúa (2005), Con palabras de carne (2007) y Pasión portuguesa (2011). También ha publicado el libro Castilla y León desde el cielo (1994) y las crónicas irreverentes gacetillas (2006). Miembro de Número de la Academia Castellana y Leonesa de  la Poesía.

 

 

 

 

CASI LA SOLEDAD, CASI EL OLVIDO

 

 

Él sabe que tiene para largo.

Por eso entre rejas, carceleros 

e impostores levanta la vida, 

mientras crece y mengua su

penar y corre por su sangre.

 

Él sabe que tiene para largo,

pero porque conoce lo finito,

lo fugaz, lo frágil del vivir y

como todo se desmorona, sólo

la única eternidad aguarda.

 

Él sabe que tiene para largo, 

pero porque sabe que sólo

Dios es el cuándo, el dónde y

el porqué, ni la soledad, ni el

olvido le impiden cada día

ponerse en pie. 

 

 

 

 

 

 

José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, catedrático de Lengua y Literatura de Enseñanza Secundaria y tutor de Literatura y Crítica Literaria del Centro Asociado de la UNED de Avila. Poeta y crítico literario. Autor de veinte libros de poesía, y de la antología Quince años no es nada. Entre esta producción destacan libros que han obtenido diversos premios nacionales e internacionales: Jorge Manrique, Tiflos, Ateneo de Salamanca, Gredos, Accésit de Adonais, San Lesmes Abad, Fray Luis de León, Gil de Biedma y San Juan de la Cruz entre otros. Es presidente de la Academia de Juglares de Fontiveros. Miembro de Número de la Academia de Poesía de Castilla y León. Coordinador de Literatura de la Institución Gran Duque de Alba. Ha publicado entre otros: En una edad de voces, El sueño del guerrero, La estancia, Ritual de los espejos, Ávila desde la noche, Celada de Piedra, Material reservado o Cuaderno de invierno.

 

 

 

 

 

DECÍAMOS AYER

 

 

Decíamos ayer, y han transcurrido

meses, años tal vez , casi una vida.

Es como pasa el tiempo, como queda

prendido en un paréntesis oscuro

que  arrebata las cosas lentamente

sin  darse apenas cuenta.  Y  ha cesado

su  fluir de alma breve. Nos sucede

que estamos casi mudos, casi atados

a las cosas más nimias, que la noche 

nos va soltando amarras y nos deja 

después en soledad, casi abatidos

con el pasar callado de las horas. 

Decíamos ayer, y estoy seguro

de que hemos caminado como el tiempo

hacia el ocaso, hacia el final, mirando

el mudo afán de cada día , siempre 

con los ojos desnudos, con las manos

vacías, con la prisa violenta de la niebla ,

con su inocente miedo. No  sé dónde

termina este afán , dónde. No sé dónde

comienza a ser precisa  esa promesa

del sendero. Caminamos despacio

hacia el agua. Somos agua. Dichoso

aquel  que moja su palabra  donde

la pierde. Dichoso quien anhela ser

libre entre los libres mientras dura esa

promesa de ser libre que termina

en un acantilado de agua y suena

la luz en su crujir. Dichoso cuando

finalizan los días sin que escuches

la inesperada voz  de lo olvidado.

Decíamos ayer. Nadie retorna

a ese instante que ya nadie recuerda.

La voz del corazón sabe a esperanza.

Decíamos ayer. La vida espera.

 

 

 

 

Carlos Aganzo (Madrid, 1963) es autor de los poemarios: … Ese lado violeta de las cosas (1998), Manantiales (2002), Como si yo existiera (2004) y La hora de los juncos (2006); y de las guías Ciudades con Encanto: Ávila (El País-Aguilar, 2004), Toledo (El País-Aguilar, 2006) y Segovia (El País-Aguilar, 2007). Sus trabajos han merecido distinciones como el Premio Jorge Guillén de Poesía (2003) y el Alcaraván, de Arcos de la Frontera (2003), así como los accésits del Premio Rafael Alberti (1999) y del Ateneo de Sevilla (2007). Ha sido director de Diario de Ávila desde 2003 hasta junio de 2007. Asesor editorial de la revista El Cobaya, es miembro fundador del Premio de la Crítica de Castilla y León y del Pen Club España, y coordinador literario de Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz.

 

 

 

DESISTIMIENTO

 

                      Al maestro fray Luis

 

Aquí, donde me ubico,

de la fontana pura en el sonoro

cantar sobre las piedras,

el agua se enamora

de las nubes de octubre.

Un tren cruza en la tarde

y espanta un horizonte de milanos.

Las voces llevan ecos

que ya no reconozco.

 

Aquí, donde me habito,

las nubes van despacio

para mirarse bien en el espejo

del agua y la libélulas

beben la luz del aire y se embriagan.

Los días y las horas

se han quedado sin números.

Los pies están descalzos

de envidia y de mentira.

Caen los ojos en el desistimiento,

en el dulce abandono

que precede al olvido.

 

Aquí, donde mis pasos se extravían

por rincones del huerto

que no saben mi nombre

un tren canta, ya hundido en la distancia,

su terne letanía…

 

¡Decid que no regreso…!

 

Mejor no digáis nada…

 

Gana un paso la sombra.

La luz se acerca un paso y toca el límite

sutil de la conciencia.

Me instalo entre los labios del silencio.

Dejo pasar la tarde

hasta el fondo del alma.

Aún no hay ningún comentario.

Deja un comentario