ALENCART SOBRE DOSTOIEVSKI. UN CUESTIONARIO DE VSÉVOLOD BAGNÓ

 

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar las respuestas que acaba de ofrecer el destacado poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca, al hispanista y cervantista ruso Vsévolod Yevguénievich Bagnó, actual director del Departamento de Literatura Comparada del Instituto de Literatura Rusa de la Academia Rusa de Ciencias, además de catedrático de la Universidad Estatal de San Petersburgo. Bagnó hizo su tesis sobre El destino ruso y mundial del mito de Don Quijote y escribió, además, El Quijote visto por los rusos y una monografía sobre Emilia Pardo Bazán y la literatura rusa en España, entre otros muchos trabajos. Pertenece al consejo científico de Moenia, Revista Lucense de Lingüística & Literatura, de la Universidad de Santiago de Compostela, y al comité de redacción de la revista Unión Libre o Cadernos de vida e culturas. Ha traducido al ruso, entre otros autores, a Francisco de Quevedo, Ramón María del Valle-Inclán, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Del catalán tradujo al ruso al poeta Salvador Espriu.

 

Vsévolod Bagnó

 

 

Este cuestionario, gestionado por el investigador Kirill Korkonósenko, estudioso de Unamuno y sus vínculos con la literatura rusa, tiene que ver con la celebración, este año, del Bicentenario del universal escritor nacido en Moscú.

 

Retrato de Fiódor Dostoievski pintado por el escritor argentino Ernesto Sábato

 

 

-¿Cómo fue que conoció la obra de Dostoevsky por primera vez? ¿Cuál de sus libros le impresionó más que otros? ¿Qué personaje de Dostoevsky le parece más cercano a nuestra época?

 

Mi primer encuentro con la genial escritura de Dostoievski fue en el trópico, en plena Amazonía peruana, región tan antípoda a la Rusia de Fiódor. Yo leía todo libro o revista que podía conseguir, lo cual no era mucho por aquel entonces en mi ciudad natal, Puerto Maldonado, con una sola librería dedicada casi por exclusivo a libros escolares y papelería. En mi casa había una mínima biblioteca y allí, leyendo Miguel Strogoff, de Julio Verne, se me despertó el interés por las tierras lejanas de la vasta Rusia. Tenía 12 años y hasta hoy me resultan inolvidables las peripecias de Iván Ogareff. A los 15 años pasé por la casa de la profesora Nelva Ortiz, al final de la calle Arequipa, y allí vi un ejemplar de Guerra y Paz de Tolstói. Me lo prestó y leí sus 600 páginas en tres días. Al devolvérselo, me insistió en que leyera algo de Dostoyevski. Encargué a parientes de Lima y me enviaron dos de sus novelas: Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov.

 

Todavía me sigue impresionando, y conmoviendo, “Crimen y castigo”, pero tampoco puedo dejar de mencionar ‘El idiota’, otra obra cumbre.

 

Son varios los personajes memorables que estimo intemporales, porque mantienen los rasgos básicos de la condición humana de todos los tiempos. Tras conocerlos, los mismos parecen vivos y actuales, ya entrañados en nosotros. En la vanguardia está Rodión Ramanovich Raskolnikov, pero también destacan policías, dipsómanos, adictos al juego, resentidos, aduladores, prostitutas ejemplares, egoístas, idealistas… Entonces recuerdo a personajes como Porfiry Petrovich, Lev Nikolaevic, Marmeladov, Ivanovich, Lebiedev, Smerdiakov, Aliosha, Sonia o Liza.

 

 

-¿Qué es lo que, según su opinión, atrae al lector de Dostoevsky hoy y qué seguirá igual de importante para el mañana? ¿Por qué sigue uno de los autores más leídos, publicados y traducidos del mundo?

 

Algo adelanté en la respuesta anterior. Así pasen centurias, y van dos del nacimiento, sus personajes seguirán viviendo dentro de todo lector que a sus historias se aproxime, pues en su ficción literaria se encarnan buena parte de las vicisitudes y cuestionamientos del ser humano, desde un profundo escrutinio de sus rasgos psicológicos. Como pocos autores, Dostoievski logra insertar, en sus valiosos relatos, unos contenidos filosóficos, sociales y espirituales que se destilan desde la mayoría de sus muy logrados diálogos, así como en las exhaustivas descripciones físicas y morales de sus personajes.

 

Por todo ello, su magna narrativa, construida sobre la base de las emociones humanas, ha sido, es y seguirá siendo un auténtico patrimonio de la humanidad. Su obra pertenece a todos, especialmente porque también supo dar voz a los marginados y excluidos de la sociedad en la Rusia zarista, es cierto, pero que resulta extrapolable a tantas situaciones injustas que por el mundo se ensañan con los más indefensos.

 

 

-¿Qué películas y obras teatrales basadas en las obras de Dostoevsky le parecieron más interesantes?

 

Lamento no haber asistido a ninguna obra teatral basada o inspirada en obras de Dostoievski. Entono mi mea culpa. Otra cuestión es lo referente al cine. Tres películas, de las que he visto, están en primer término, según mi parecer: Crimen y castigo, de Josef Sternberg; Una mujer dulce, de Robert Bresson, y El idiota, de Akira Kurosawa.

 

No obstante, tampoco deben olvidarse varias de las películas donde Woody Allen adapta, reinterpreta y rinde homenaje a las historias de Dostoyevski. Me refiero a Delitos y faltas, Match Point e Irrational Man. Y hablando de adaptaciones por directores de habla hispana, ahí están dos películas de mi paisano Francisco Lombardi, Sin compasión y Bajo la piel, ambientadas en suelo y contexto peruano, pero teniendo como telón de fondo Crimen y castigo, especialmente.

 

 

-Los temas principales de Dostoevsky, que son el pecado, el sufrimiento, el arrepentimiento y el perdón, están relacionados con la vida espiritual de un hombre. ¿Le parece que estos temas siguen vigentes en el siglo XXI?

 

Ahora están más vigentes que nunca, acosados, como estamos, por redes cibernéticas y pandemias víricas que aíslan y modifican nuestros comportamientos sociales, pero que también están alertando sobre los desmanes cometidos contra el planeta que nos alberga. En un mundo globalizado por las tecnologías y los virus, donde hay un interés elevado de ciertos sectores por minimizar el pensamiento libre y, a la vez, masificar la ignorancia o la mediocridad, claro que los temas tratados por Fiódor mantienen y acentúan su vigencia, porque los mismos destilan sociología, historia, filosofía, psicología o teología, llegando hasta las cumbres del alma humana, a la cúspide de la necesidad espiritual del hombre. En un tiempo pletórico de dudas e incertidumbres, donde los hombres cada vez más están a la búsqueda de respuestas, las obras de Dostoievski responden mejor que cualquier buscador instalado en nuestros ordenadores

 

Abordando de lleno la pregunta, estimo que los temas señalados forman parte de la raíz cristiana del pensamiento y la convicción de Fiódor Mijáilovich, siempre crítica y nunca servil a los intereses de las jerarquías religiosas. Bastaría con recordar su poema “El Gran Inquisidor”, incluido en la novela Los hermanos Karamazov, el cual es recitado por el agnóstico Iván a su hermano Alyosha, un monje principiante. En esta parábola encontramos que Cristo, en su segunda venida, es encarcelado en Sevilla, donde entabla un diálogo con el cardenal que oficia de Gran Inquisidor, quien le confiesa que debe expulsarle de la ciudad porque la iglesia se beneficia del temor de la masa, y prospera por sobredimensionar el misterio y los milagros, algo que encanta al pueblo. Aquí encontramos un duro cuestionamiento a la grande brecha entre los Evangelios de Cristo y la práctica eclesial.

 

En el fondo, creo que todos los temas de Dostoievski confluyen en la búsqueda del Amor y la Verdad como puente necesario para aproximarse a Dios. El ser humano se transforma cuando siente amor al prójimo y lo trata como si se tratara él mismo, y ésa es la médula del mensaje de Cristo. Sobre la búsqueda de la Verdad, bien podemos recordar al protagonista de El sueño de un hombre ridículo, quien, al despertarse del sueño donde ha constatado la existencia de hombres plenos y sin vicios, decide no suicidarse y continuar viviendo para dedicar su tiempo por completo a la predicación de la Verdad eterna, esa gloriosa Verdad que había visto en su sueño.

 

Por otro lado, en la historia espiritual de la humanidad, Cristo significa un antes y un después. Nuestro escritor, seguidor del Amado galileo, quiso mimetizar al protagonista de El idiota con la figura de Cristo y con el universal Don Quijote, de Cervantes. La novela trata de una búsqueda de la transformación social en un caótico siglo XIX, tan semejante a los de esta segunda década del XXI.

 

En las obras de Dostoievski se encuentra el dolor de la existencia cotidiana, es cierto, pero también sobresale, en medio de la fragilidad del hombre, una evidente búsqueda de Dios. No podía ser de otra forma, pues el mismo autor dio testimonio de su encuentro con Cristo en el presidio o confinamiento a trabajos forzados en Siberia.

 

 

-Para la problemática filosófica y estética del siglo XX, es muy importante la discusión sobre Tolstoy y Dostoevsky, en la cual se afirma que estos dos grandes autores y pensadores rusos representan dos tipos radicalmente distintos de percibir la realidad. En el marco de esta visión dual, ¿qué punto de vista, el tolstoviano o el dostoevskiano, comparte?

 

Como cuando se pregunta a un niño sobre si quiere más a su madre o a su padre, permítaseme responder que admiro a ambos escritores, y con ellos comparto sus particulares visiones de la realidad y también de su religación cristiana. Como expliqué al principio, ellos fueron mis lecturas iniciáticas de la literatura rusa. Luego leí la magistral novela de Gogol, Almas muertas. Recordemos que el propio Fiódor reconocía que todo escritor ruso viene de Gogol. Ahora bien, luego me decanté más por la poesía rusa, leyendo a Pushkin, Mandelshtam, Pasternak, Blok, Yesenin, Anna Ajmátova, Marina Tsvietaieva y otros.

 

Como aprendiz de poeta, comparto -con el también poeta Dostoievski- esa emoción profunda ante la excelente poesía de Pushkin, por ejemplo. Su hija Aimeé cuenta que él lagrimeaba cuando solía recitar “El caballero pobre”, del notable Aleksandr. Y también recuerda que su padre admiraba y leía en voz alta fragmentos de Tolstói.

 

Por lo tanto, no haya contiendas ni busquemos tomar partido por uno u otro: los dos nos han legado unas obras trascendentes. Y eso es más que suficiente.

 

 -¿Cree que el leer las novelas de Dostoevsky ayuda a tener una idea sobre Rusia, el pueblo ruso y el carácter nacional ruso?

 

No conozco la Rusia de hoy, aunque sé de los muchos cambios que ha tenido. Pero seguro que guardará una parte del alma mesiánica que tenía cuando Dostoievski trazo sus magistrales novelas; algo habrá de las almas puras retratadas por él, como también algo (o mucho) persistirá de esos otros seres desgarradores que nos dio a conocer.

 

Prefiero no ahondar en ello, y quedarme con Aliosha, ese huérfano de amor, esa alma candorosa.

 

Fiódor Dostoievski

 

A. P. Alencart en el Aula de Fray Luis de León. Edificio Histórico de la Universidad de Salamanca

(foto de Enrique Carrascal, 2010)

 

 

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