‘A CARDENAL Y MUÑOZ QUIRÓS’. POEMAS DEL COSTARRICENSE CARLOS BONILLA

 

 

  El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar dos poemas inéditos de Carlos Bonilla Avendaño (Heredia, Costa Rica, 1954). Estudió Teología y Derecho, y trabajó con comunidades campesinas y con migrantes nicaragüenses, en un acompañamiento legal, organizativo y pastoral. Posteriormente fue diplomático, representando a su país en Nicaragua, hasta su reciente jubilación. Sus poemarios publicados son: ‘Alguien grita mi nombre y yo me escondo’ (1996), ‘Puerta de los ciegos’ (2000), ‘Tren sin retorno’ (2001), Campanas bajo el mar (2019) y ‘Como el beso de un ángel’ (2019), el cual fue finalista del Premio Rey David de Poesía Iberoamericana’, presentado dentro de las actividades del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, celebrado en Salamanca el pasado mes de octubre. Poemas suyos están en varias antologías latinoamericanas.

 

Fotografía de José Amador Martín

 

A ERNESTO, EL POETA

 

Un poema para usted, Ernesto,

solo puede grabarse en su lago de silencio,

en el aire suspendido de Solentiname,

en la blancura serena de las garzas.

 

Usted era un lago de pláticas internas,

un monólogo interior con ese Dios Trinitario

que es solo Uno

y en el que todas y todos somos Uno;

 

ese Dios tan lleno de Universo y de Poesía

(¡qué trinidad tan Una!)

que monopolizó su amor y sus afectos.

 

Lo recuerdo en Granada,

sentado junto a hombres y mujeres

que llegaron de todo el mundo a compartir el trigo de la Poesía.

 

Y usted, ahí, en su vejez agachada pero no rendida,

con la boina infaltable y la cotona

y brazos como coyundas que apenas alcanzaban a estar sobre la mesa,

un áura de fragilidad que se desvaneció de pronto

cuando se alzó su voz

-con el hermoso acento de la ilustrada inteligencia granadina-

“¡EL ORTEGUISMO ES UNA NUEVA DICTADURA!”

 

Después intuí la claridad de su mirada,

el reflejo del cielo en el Lago

y el bote a motor rompiendo los espejismos del Cocibolca,

dejando atrás oleajes espumantes que retornaban pronto a la aparente serenidad del agua.

 

Usted miraba al Puerto de San Carlos

 como si fuera recordando los miles de viajes de allá para acá,

de acá para allá

igual que los recuerdos y su vaivén de vidas y de muertes,

de paraísos e infiernos,

de expulsiones y reencuentros,

de la más bella Revolución y la más horrenda de las traiciones.

 

Todo eso quedó atrás, como las corrientes del Lago que el motor asusta

y luego se vuelven a juntar en serenas espumas.

 

Poeta, usted escribió

en un desafortunado Prólogo

que solo la poesía exteriorista es poesía,

pero usted es el más interiorista de los Poetas

porque unió la Tierra y el Firmamento,

y juntó las distancias cuánticas con el aquí y el ahora,

y la visión telescópica con el Amor y con El-Más- Enamorado,

y toda esa Poesía no bajó de las Pléyades ni de Orión,

sino de la más honda trinchera de su mente

y fue un acto de amor.

 

Por eso,

a usted no lo imagino como polvo estelar en las tinieblas del Cosmos,

ni como estrella que viaja a millones de años luz por el Universo,

ni diluido en un Todo que es Nada, sin rostro y sin ternura.

 

Lo imagino en una casa campesina,

en un archipiélago parecido a Solentiname,

(aún más hermoso)

con Laureano, Alejandro, la Olivia, el Nafre y tantos otros,

esperando a que lleguemos todos a la Fiesta,

mientras se añeja el botellón de Flor de Caña del Cielo,

que le regaló su Tata, nuestro Abba,

el Abba de Jesús,

cuando salió a recibirlo

y a abrazarlo.

 

San Isidro de Heredia, 09 de marzo 2020

 

 

J. M. Muñoz Quirós leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca. Fotografía de José Amador Martín

 

 

 

“Sabía que lo esencial es vivir”.

José María Muñoz Quirós

 

 

¡Y cuánto y cómo has vivido,

Caballero de Ávila,

peregrino de todos sus rincones,

poblador de todas sus historias!

Ávila es más poesía cuando la miras,

cuando las piedras antiguas recogen el rumor

de tus pisadas,

cuando amurallas las cinco letras de su nombre

en poemas que hacen nacer alas a las piedras.

 

Tu voz devela escondrijos,

toros celtíberos,

jeroglifos hebraicos, memorias

de la Teresa inquieta y andariega

y de la Francisca Sánchez que alebrestó

el corazón del Poeta que vino allende el mar

y ahí quedó, al pie de la muralla,

adivinando lejanías en la luz de Navalsáuz;

esa luz entretejida con la de Ávila,

en la que sumerges versos y pupilas 

re-creando otra Luz, José María,

la que está más allá de la luz:

clarividencia,

silencio luminoso,

luz callada.

Poesía.

 

Ávila/ San Isidro de Heredia, 26 de octubre 2019

 

 

 

Carlos Bonilla leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca. Fotografía de José Amador Martín

 

 

 

 

 

 

 

 

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