10 POEMAS DE LA AZERBAIYANA NIGAR ARIF, TRADUCIDOS POR RICARDO GÓMEZ

 

 

La Poeta Nijar Arif

 

 

“Crear en Salamanca” tiene la satisfacción de publicar, por vez primera en castellano, estos poemas de la azerbaiyana Nigar Arif (1993). Estudió en la Universidad Pedagógica Estatal de Azerbaiyán en la Facultad de Inglés en 2010- 2014. Nigar Arif es miembro de la Unión Mundial de Escritores Turcos Jóvenes y se graduó en la III Escuela de Escritores Jóvenes en la Unión de Escritores de Azerbaiyán. También es miembro del «Foro Internacional para la Creatividad y la Humanidad» en Marruecos. Su poesía se ha traducido al inglés, turco, ruso, persa, español y montenegrino.

 

 

 

 

LLUVIA DE HUMANOS

 

He aquí la ciudad,

la gente escapa y se va…

He aquí las nieves y las lluvias,

que lavan sus huellas…

Incluso el sol brilla cada mañana,

los vientos soplan y se acicalan

a esos nada los puede remover

nada se puede cambiar…

La gente absorbe su memoria

desde su cara picada de viruela.

Se llevan sus colores con ellos

y dejan pálida a la ciudad.

Falta el brillo por todas partes,

todo se ha convertido en un cuento gris.

Llueve gente, y cae lluvia de sus ojos

todos los días.

Y quienes se mojan en el corazón de esta ciudad,

quienes no pueden huir,

los humanos, llueven a cántaros

Las ambulancias giran como sombrillas

bajo las enfermas gotas…

Ya sean las noches o los mediodías

se tambalean en sus casas.

El mundo entero se revuelve en su lugar

y cae…

Día tras día, semana tras semana

las calles se vacían

las carreteras y los cafés llegan a su final.

Los hombros de las pesadas tiendas

se doblarán…

Los inmensos edificios y las pequeñas casas

entre los brazos de la ciudad

otean asustados hacia las profundidad desnuda

que holgazanea en las aldeas, y viaja a los países.

Los árboles solitarios se aburren

y las flores, los pájaros, y las praderas,

de los pies polvorientos de esta ciudad

que han perdido al hombre

¿Quién sabe?

Tal vez en sus propios idiomas

incluso maldicen

esta maldita cuarentena tan molesta.

Ahora sabemos, mamá,

que las ciudades y los países

también se pueden contagiar de enfermedades…

¿Qué puedo decir?

No se preocupen,

todo saldrá bien.

Hay esperanzas

que se estiran hasta el cabello de esta ciudad…

Nuestros sueños le ponen las manos en la frente

para revisar la temperatura…

Tal vez encontramos el mejor tratamiento, mamá,

el amor es el mejor injerto

como siempre dijiste…

 

 

Foto de José Amador Martín

 

LA RECONCILIACIÓN

 

 

Humano, resentido contigo mismo,

¿Has pecado mucho?

¿Sólo te has perdido a ti mismo,

no has ganado nada?

 

¿Quién te robó de ti mismo?

¿Dónde y cómo te olvidó?

¿Quién puso sus manos en tu corazón?

¿Quién te consoló de esa manera?

 

¿Quién arruinó tu vida y tu destino,

al mirar tu cara de “lo siento”?

¿Qué dejó en tus ojos,

que cae como lágrimas?

 

Tal vez eres tú, y todo esto

te lo hiciste tú mismo

¿Te has vuelto un dolor para ti mismo?

¿Tal vez dejas que tus alegrías

se te escurran entre tus dedos?

 

Tú,

Oprimido por la pena

No te pongas triste, alégrate

Te has cansado del camino que recorrías,

y ahora caminas por tus pensamientos.

No te aflijas, anímate.

 

Regresa a tu camino,

reconcíliate contigo mismo.

Date la mano y enfrenta

a aquel a quien habías renunciado.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

CORRER TRAS LA INFANCIA

 

 

Mis ojos deambulan lentamente y se alejan de mí,

ven todo a través de unas gafas a medida que envejezco.

Mis pies tienen un paso rápido, y se me adelantan corriendo,

porque tienen afán de alcanzar mi infancia.

 

Mi cabello esponjoso busca su tiempo de las trenzas,

se vuelve blanco y desabrigado como este invierno,

el tiempo llama y arruga mi rostro y manos

de camino en camino, así como yo me aburro año tras año

 

Así envejezco, de historia en historia,

mis dolores se convierten en niños pequeños, como mis hijos,

que escuchan mis historias, y mis cuentos de hadas,

y ni siquiera abandonan mis brazos y rodillas.

 

Los años de vejez, como puntos blancos y negros,

vienen y se quedan en las fichas del dominó.

Pierdo a propósito todas las partidas con mi nieto,

a mi edad avanzada – en mis años de “infancia”.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

LA MUJER

 

 

Tu vida, como la de una hormiga, fue devorada

no te queda ni un día

Llevaste el peso del mundo

sobre tus hombros, como un elefante

pero nadie nunca te apreció de verdad

Desnataste y limpiaste tu vida,

pero, ¡te habías basado en esperanzas, mujer!

Sólo te reíste de tu aflicción en silencio.

¿Tu alegría te complicaba todo, mujer?

Ahora localizas tus esperanzas,

y tu tierra está al final de su soga.

Mujer, tal vez no es algo que simplemente sabemos:

la tierra es inconsciente, la roca es oscura.

He aquí tu vida devorada que te espera,

silenciosa y tranquilamente,

al alcance de la muerte que serás.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

EL CAMINO

 

 

¿Quién recortó mi camino realmente?

O el azar es el camino o soy una novata.

Tal vez sea la última humana sobre este sendero,

tal vez yo sea sólo una lápida de esta vereda.

 

Mis sueños miran por la ventana,

mi pierna se enredó en mi propio camino.

No sé cómo se ve desde ese lado,

mi destino aplaude mi caída.

 

O tal vez no sea yo quien va por ese camino,

es mi camino, que cojea, mi camino se arrastra.

Se vuelve suelo, y cambia a piedra,

sólo sigue y se cobija conmigo.

 

¿Cómo cayó me tocó este camino en suerte?

¿Tal vez se me resbaló de los bolsillos?

¿Le pisé su cara y su cabeza?

¡Por eso es tan insolente conmigo!

 

Foto de José Amador Martín

 

 

COSAS QUE SIENTO EL DESEO DE TENER

 

 

Si puedo conservar algo

que siento el deseo de tener,

Si me tomo su tiempo, y

puedo ralentizarlo un poco…

Si puedo simplemente tomar asiento

hoy, en esta calle.

Y puedo cuestionar

mis más viejos hábitos….

Si me regocijo con el contenido de mi corazón,

con la copa de vino llena.

Y me detengo a pensar,

si tengo un perrito

que ladra a aquellos

a quienes me rodean,

o si un gato araña

a alguien en quien ya no creo…

Si los años viejos regresan

y despiertan al pasado somnoliento…

Si eres mío de nuevo,

si violo las reglas

de los juegos del amor otra vez,

si somos tozudos

si soy “tan pura como la nieve” –

así como me dijiste.

Si soy un poco más joven

y un poco como una niña…

 

Foto de José Amador Martín

 

 

EL VIENTO

 

El viento sopla de puerta en puerta

¿Estás tan pleno que tocas sólo una puerta a la vez?

¿Dónde están esas puertas que abriste

en los calurosos días estivales?

¿Dónde están esos que te amaban,

te invitaban a sus casas

y te calmaban

mientras brisabas?

El viento sopla de puerta en puerta

¿Dónde están tus amigos ahora,

en estos días fríos,

cuando el clima ha cambiado?

¿Hay mucha gente que

se resintió contigo este invierno?

No esperes, viento

No esperes

Nadie te llamaría

para que entraras por esa puerta,

nadie te buscaría más.

¿Quién te deseará en este clima?

Vete, querido mío, vete.

Sólo esa calle sin brillo

se quedará contigo.

¡Sólo ese árbol seco que quebraste

se quedará contigo!

Pero no te preocupes, viento,

¡No te preocupes!

Este invierno también pasará,

el verano volverá de nuevo,

el sol brillará otra vez, resplandeciente.

Cuando el clima se haga más caluroso,

tus amigos también crecerán…

Foto de José Amador Martín

 

 

CUANDO TE FUISTE

 

 

Solía ver los ojos sonrojados de la vida

en las clases de geografía,

solía ver las verdades haciendo erupción como un volcán,

y llanuras

sobre las cuales se arrastraban las mentiras

por debajo de la verdad.

Solía ver rodillas caer

desde las montañas más altas.

El mismo viento soplaba en todos los países,

la misma lluvia caía sobre todo el mundo…

Yo misma era un país.

Sí, lo era…

Cuando quería someter a un país como tú,

mi corazón temblaba

como si fuera un terremoto.

El agua dulce corría,

brotaban manantiales puros y corrían

en el fondo

de las tierras más rocosas y estériles.

Yo solía ver los hermosos rostros de las mejores criaturas

en lugares muy distantes…

Cuando te fuiste…

Cuando te fuiste,

me di cuenta de que

el ser humano es el témpano de hielo más grande

que pasa años derritiéndose

y derramándose hasta morir…

 

 

Foto de José Amador Martín

 

LA VENTANA DE LA MENTE

 

 

No, pero hay algo

que ya no puedo contener,

No puedo hablar…

Bueno,

¿qué le digo al oscuro rostro del mundo?

¿Qué le digo a estos tiempos

que se hacen más oscuro?,

¿Qué le digo al día

que ahora termina?

¿Qué le diría?

Lo que le digo a la palabra apropiada o a la equivocada-

El espejo del mundo

que ha pasado por mi casa

y mi camino,

llevándome de la mano a través de las carreteras cruzadas,

rebasado por la frialdad o la calidez

de este pueblo polvoriento,

y el humo de los automóviles,

y a través de la luces de las calles

entre carretera y carretera,

y a través de los corazones oscurecidos de la gente,

y que ha caminado justo

a través de los ojos de la gente,

y se ha convertido en una palabra,

en el espejo del mundo.

¿Qué me digo a mí misma, 

a quien he visto en ese espejo?

¡Rompe este espejo, rómpelo,

querida, vida mía!

No me dejes ver

lo que hice realidad.

Bueno, ¿qué cosas te metes en la cabeza?

No soy humana… ¡No soy humana!

Quizás soy una casa que se cerró,

y yo misma no puedo salir… ¡no puedo!

¿Dónde quedan las ventanas de esta casa?

Dime,

¿hacia dónde se abre esa ventana?

Toma mi mente y llévame,

llévame lejos de aquí,

dime,

¿tal vez las ventanas son las manos

de las casas silenciosas?

Todos los días, todas las tardes

¿Se abren para nosotros

para abarcar a aquellos

que nunca hemos visto,

para no mostrarnos

que hemos visto?

 

Foto de José Amador Martín

 

UN RELOJ SE HA ATRASADO

 

 

Mira el reloj del mundo

se ha atrasado una hora.

O la alegría está retrasada

o la vida fue ahogada por la pena.

 

Aún si hablara o se riera

tal como aquel viejo

la risa del mundo cojea,

como su pasado exánime.

 

Él ruega o busca

un deseo que llene sus manos.

Pasa días en las escaleras

luchando contra el viento.

 

De los ojos de una barrendera

caen sus noches.

La escoba en su mano

ha despertado a las calles somnolientas.

 

Él conduce el auto

y también es pasajero de sus deseos

en busca de su destino,

con la esperanza de cambiar.

 

Mira el reloj del mundo

se ha atrasado una hora.

Ajustémoslo de nuevo,

con una vida mejor, y aire limpio y puro.

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

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